viernes, 4 de marzo de 2011

Capítulo Diez: Separación

La súcubo estaba saliendo de los aposentos de la gran diablesa cuando escucha una voz detrás de ella. Voltea con cuidado y ve a una joven de ojos grises que le hacía señas para que se acercase. Amuria así lo hace, y al verla más de cerca puede notar la vejez que se apreciaba en su rostro, no era algo natural, más bien era tenebroso. La mujer llevaba un traje rojo, parecía de decencia egipcia, su piel oscura y sus ojos negros.

_ No confíes en Juliette. -le susurró con cuidado de no ser vista ni oída por nadie- Ella no es lo parece.

_ ¿Quién eres tu? -preguntó con duda-

_ Yo, soy una de sus esclavas, o como ellas nos llama "novias". -la mira con temor, no debía perder tanto tiempo en explicaciones- Puedes salvarte, aún estas a tiempo, por favor no pactes con ese demonio.

_ -no entendía mucho de la situación, entonces notó a unas vampiresas acercarse y con rapidez le preguntó- ¿Qué es lo que te ha hecho?

_ Ella me ha quitado todo, mi juventud, mi belleza, mis deseo. -hace un pequeña pausa con miedo por los ruidos a su espalda-  Es una coleccionadora, de mujeres. -ante esto se desvanece en el aire-.

La diablesa queda mirando a las vampiresas, quienes con sus rostros llenos de celos le gruñen para alejarla. Amuria se da la vuelta y sale de allí, aunque en su mente las palabras de aquella misteriosa mujer resonaban con fuerza.

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Nana se había dormido en la cama del demonio de ojos verdes, esta la miraba con cierta preocupación. No tenías idea de qué podría hacer, aunque algo en su interior parecía querer advertirle de algo. Como si hubiese un secreto que no pudiera ver. Entonces la dulce voz de la pequeña lo sacó de sus pensamientos.

_ Onne-chan....¿Por qué haces eso? -hablaba dormida, y evidentemente era con Amuria-

_-de estar distraído la hubiera ignorado, pero decidió jugar un poco a ver a que se refería- ¿Hacer que cosa Nana-chan? -fingió la voz de la súcubo-

_ Lastimar a Onix-kun, él no lo merece, él te quiere.- dijo con su inocencia habitual- Además esa diablesa no me cae bien, no entiendo porque insistes en actuar así.

El pelinegro se quedó mudo unos instantes, no, no podía ser que...ella supiera cómo se sentía y aún así se empeñara en tratarlo de esa forma. Se asomó un poco más a la joven y le preguntó:

_ ¿Amuria quiere a Juliette? -su voz era neutra-

_ ¿Qué? Si solo está jugando...-dice a la ligera- Ella no quiere amar a nadie. -esta vez parecía triste- A veces me pregunto, si también es conmigo que está jugando.

El íncubo la mira con tristeza y enojo a la vez, si lo que decía era cierto, Amuria sabía perfectamente que lo estaba hiriendo. Eso podría soportarlo, porque hacía tiempo ella le había dicho que no lo quería, pero que le hiciera lo mismo a Nana, eso no lo permitiría. Se envolvió en llamas y se teletransportó lejos de allí, debía hablar con alguien.

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Amuria caminaba por la ciudad, no sabía que hacer con certeza. Sabía que podría ser bueno, de esa forma ya no tendría que preocuparse por personas como Onix, pero quedaba su hermano. Ella no podría separarse nunca de él, y si ser la novia de esa diablesa la obligaba, era por seguro que no aceptaría. Entonces algo la sacó de sus pensamiento, un extraño halo se apareció frente a ella, de pronto sintió la necesidad de buscar a Aiperus. algo malo le estaba por pasar, no sabía porqué pero así lo sentía.
Corrió hacia su casa, sin saber que él no se encontraba allí.

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Onix apareció enfrente de Aiperus, conocía de memoria su lugar de descanso. A las afueras de la ciudad, sentado, rascándose....mejor omitir esa parte.
El demonio se le acercó por la espalda y lo empujó. Este respondió volteándose con rapidez, pero al verlo no entiendo nada y se quedó mudo.

_ Con que a ti y a tu hermana les gusta jugar con los sentimientos de las personas. -sacó sus rasgos- Y tu la ayudaste, me mentiste, eres tan egoísta como ella-.

El ojiverde nunca se había enojado de esa forma, su ira estaba opacando su razón, sin darse cuenta se estaba descontrolando. El otro íncubo también sacó sus rasgos pero un poco más calmado que su amigo.

_ Ya, no te irrites tanto. Yo solo hice lo que me pidió, deberías recriminarle a ella. ¿O acaso buscas desquitarte conmigo porque a mi si me quiere? -dijo con perversión, pero sin medir las consecuencias-.

_ ¡Cállate! Seguro que tu la convenciste.-intentaba buscar razones donde no las había, él sufría mucho y saber que Amuria lo hacía apropósito le dolía aún más. No quería admitirlo.-

Entonces ambos se entrelazaron de los brazos y comenzaron a empujarse mutuamente. La pelea recién comenzaba, pero era claro quien tenía ventaja.

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Amuria llegó a su casa y la recorrió con angustia, vio a Nana recostada y la sacudió para levantarla. Esta apenas abrió los ojos y al verla se largó a llorar.

_ ¿Nana? -dijo confundida-

_ Onne-chan, ¿Por qué eres tan mala? -le dijo con angustia y sus lágrimas fáciles como siempre-

_ Nana no tengo tiempo para esto, tengo que saber dónde se metió Aiperus. -le dijo un tanto ruda para que le prestara atención-

_ Este, debe si no ha vuelto y Onix-kun no está aquí... deben estar en el lugar de descanso. -dijo aún dormida-

_ ¿Dónde? -preguntó ya perdiendo la paciencia-

_ A las afueras de la ciudad, les encanta rascarse en ese lugar, es muy desolado. -dice y entonces se despierta un poco más- ¿Qué pasa Onne-chan?

_ Creo que algo malo está pasando. -dice con seriedad- Me voy para allá.

Sacó a la súcubo de encima suyo y desapareció. Nana volvió a la cama, estaba triste, aún era joven para preocuparse por esas cosas. Ella era infantil y pensaba que todo se arreglaría tarde o temprano. Lástima que por eso mismo nunca vería las cosas como eran.

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La diablesa llegó, el sol estaba cayendo y todo tenía un tono rojo anaranjado. Buscó en el lugar y entonces un gritos la guiaron a ellos. Las cosas no se veían bien, al parecer había peleado bastante, estaban heridos por igual y ninguno daba el brazo a torcer. Al sentir el olor de ella, ambos la miraron.
Amuria se asustó al ver a Onix de esa forma, entonces mira a su hermano, por alguna razón le parecía más cansado él.

_ Amuria. -llega a decir Onix, cuando sus ojos se ponen en rojo absoluto, y se abalanza hacia ella-

_ Etto..-se quedó paralizada y entonces siente como su hermano la empuja y se pone en su lugar recibiendo el golpe-.

_ ¡Aiperus! -grita y entonces reacciona y va con él-

_ Debemos...hacer que....vuelva a la normalidad...-dice con el poco aire que le quedaba-

La diablesa se transforma y a diferencia de su rival, lo ataca con sus poderes de fuego y confusión. Ya lo tenía cansado y pensó que sería fácil pero era más resistente de lo que creía. En un momento él la atrapa en sus brazos y la tira contra el suelo. La súcubo no tenía más trucos, entonces decide usar un poder que nunca había practicado. La esencia de su naturaleza.
Se concentra y la deja salir de sus poros, un aroma puro y seductor, la parte de humana de Onix reaccionó y se detuvo, hipnotizado con ese perfume conquistador. Entonces de repente un puño choca con su cabeza dejándolo inconsciente. Su hermana lo mira un tanto confundida, cuando de pronto ve algo raro en la mirada de él, y ve como se le acerca y al levantarla le planta un besó apasionado. Al principio ella se sorprendió y luego recordó lo de su esencia, debía ser por eso se dijo y solo lo correspondió.

_ Amu, tu piel es deliciosa. -le dijo en un momento y la besó pasando levemente su lengua-

_ Tenemos que llevarlo a casa. -dijo refiriéndose a ojiverde y algo sonroja por eso- Deja de jugar, y ayúdame.

_ Bueno pero cuando llegamos nos vamos al cuarto. -dijo susurrando en su oído-

_ Demonios, esto sirve demasiado bien. -dijo por lo bajo y entonces ambos tomaron al desmayado y lo teletrasnportaron juntos-.

Al llegar a casa lo dejaron en su cuarto y se fueron al suyo. Amuria estaba perdida en los ojos rojos de su hermano. No sabía porqué, pero se sentía más atraída a él que de costumbre, lo que hizo que olvidara la presencia de Nana en la casa.
En el cuarto comenzaron a besarse de forma desesperada, había un aroma rodeándolos, llamando el cuerpo del otro. La ropa parecía estar de más, entonces Aiperus la acarició por debajo de su remera, quitándosela, su hermana lo imitó mientras lo veía cada vez más perdida en aquel extraño impulso. Un pequeño golpe se escuchó en la puerta pero estaban muy distraídos para darle importancia. Seguía con su juego, cada vez más y más pasional. La diablesa se colocó encima de él, y abrazando su pecho contra en de él, entonces a punto de quitarle el brasier...cuando la puerta se abre con apuro...

_ ¡¿Pero que le hicieron a On..... -abre los ojos como platos, mientras se sonroja y se cubre los ojos- ¡Cómo pueden hacer algo así! ¡Son hermanos! -dijo un tanto molesta y sale corriendo-.

Entonces Amuria siente a su consciencia regresar y se separa de su hermano. Por alguna razón, sintió que la pequeña súcubo tenía razón, ¿Qué estaba haciendo? Sin pensarlo salió tras de ella, Aiperus la llamó pero al ver que se iba solo se recostó en su cama para calmarse.
La diablesa alcanzó a su amiga y la sostuvo contra ella, aún no estaba lista para separarse de su dulce presencia, pero quizás...ya era tarde...

_ ¡ Suéltame! ¡No quiero que me toques! -dijo histérica intentando escapar de aquel abrazo-

_ No entiendes, Nana-chan, nosotros no herimos a Onix ...-hizo una pequeña pausa, usó su voz más suave- Y lo que viste, solo fue un error, no pasa nada....-intentaba calmarla-

_ ¡No! ¡No es cierto! -le decía apoyando sus manos sobre el pecho de ella y casi al borde de las lágrimas com cada vez que intentaba hacerle frente a alguien- ¡Tu heriste a Onix! ¡Y lo hiciste apropósito! Me desilusionaste onne--....Amuria.

_-abre los ojos sorprendida y la mira llorar- No, no entiendes, yo solo quería evitar que siguiera tras de mí. Porque yo no quiero estar con nadie. -dijo y le limpió las lágrimas con sus manos, aún así la joven no dejaba de llorar-

_ Ni siquiera conmigo ¿Verdad? -exclamó con pena y se alejó unos pasos- Amuria, tu eres la que entiende. Yo pensé que eras alguien de quien podría aprender, alguien bueno...y considerado..como esa noche...-la miró directo a los ojos- Pero eres una egoísta, fría y miserable. Tu nunca me quisiste, como a Onix, solo te gusta jugar con los sentimientos, ¡Yo te creía diferente!

Entonces se dio cuenta, al ver en sus ojos, las esperanzas que Nana había depositado en ella. Amuria tenía dos opciones,  decirle la verdad y tomar el riesgo de lastimarla o seguir con su plan y sacarla de su vida. Entonces sus ojos se tornaron rojo intenso y con voz segura más una sonrisa siniestras le respondió:

_ ¿Y recién te das cuenta? Veo que no eres tan tonta como creía. -su sonrisa se hizo más ancha y río fingiendo- Me encanta que me amen, pero yo no amaré nunca a nadie, pensé que te darías cuenta. Tienes razón, jugué con Onix hasta que me aburrió, y bueno...tu eres un buen entretenimiento también.

La pequeña cubrió su rostro al oír estas crueles palabras y largo un llanto de dolor. Incluso Amuria pudo sentirlo, y aunque su interior se retorcía de culpa, no podía renunciar a esa altura. Se volteó para ir a su cuarto y vio al ojiverde frente de ella. Este la miraba con desprecio y desagrado, jamás la había mirado de esa forma, como si le clavara una estaca en la conciencia. Ella tragó saliva pero no bajó la vista y le sonrió con malicia. La forma en que actuaba era admirable.

_ Yo también me equivoqué contigo. No vale la pena que sufra por alguien como tu, Amuria. -le dijo con voz seria y la paso de largo para abrazar a Nana-

La diablesa no los miró, solo sintió una leve brisa a su espalda. Ambos desaparecieron, y nunca más regresaron.
De a poco, aquella casa antes llena de movimiento se volvió sombría, los cuartos de aquellos demonios seguían intactos y parecían deprimentes con solo mirarlos tan vacíos. Amuria sintió la pérdida, pero ya era incapaz de mostrar ese dolor, su pecho le dolía por horas y solo podía consolarse viendo las habitaciones vacías y suspirar con pena. En su interior, sintió que era lo correcto, pero aún así la culpa carcomía su corazón....y poco a poco...olvidó como era ese cariño.
No olvidaba, solo evitaba recordarlos. Tiró todas sus cosas, suspiró hasta el cansancio, se distrajo con todo lo que pudo. Todo para recibir la vida que debía llevar desde ese día, la vida solitaria de una súcubo.
Aiperus la ayudó, más de lo debido, consolándola con caricias e dejándose llevar por impulsos. Las noches con él era lo único que le quedaba, su hermano era lo único que nunca dejaría de querer. Y por mucho tiempo así fue. Incluso abandonó a Juliette, quien pese a que una gran ira la invadió supo comprender el motivo de Amuria y solo la despidió con unas palabras que le quedarían para siempre.

_ Si sigues así, mi niña, serás capaz de convertirte en un demonio poderoso, incluso podría buscar venganza por tu "humillación".

Ella sabía a que se refería, y quizás eso debería hacer...

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Pasaron cincuenta años pasaron, viviendo, o al menos eso pensaba. La única persona que quería a su lado se estaba alejando, Aiperus tenía otros intereses y poco a poco fue cambiando.
Amuria no quiso ver, o aceptar aquello, tan solo lo evitó y siguió con su pensamiento de nada me importa. Su actitud era fría, desanimada, como si toda aquella pasión que alguna vez la impulsó hubiera desaparecido en la soledad que reinaba en su corazón. El amor de su hermano era un consuelo, pero desde que empezó a juntarse con otros íncubos las cosas cambiaron. Ya no le hablaba, no dormía con ella, ni siquiera le preguntaba si estaba bien cuando pasaba el día encerrada en su cuarto. Tal era su necesidad de estar con él, que ignoró todas sus críticas y tan solo permaneció allí como un adorno más...
Con el tiempo, recibió una visita de su antigua maestra, la diablesa de gran crueldad. Extrañamente quería verla, advertirle algo.

_ Amuria, antes que cumplan 200 años deberán tomar una decisión. -hizo una pausa y continuó- Un ser como los han'gôs comienzan a sufrir una serie de cambios, tendencias hacia una de sus naturalezas, y si no se deciden a una de ellas pueden perder el control de si mismos. Del grupo de ustedes solo faltan ustedes por decidir, y ya no les queda mucho....tan solo unos 70 y créeme, pasarán rápido.

Se levanta y sale por la puerta, aunque se detiene y le susurra.

_ Recuerda lo que Suzuki les dijo, los hermanos son algo complicados con eso, tan solo te aconsejaré que tengas cuidado. -le sonrió, algo muy raro y desapareció-.

La diablesa pensó en ello, no quería elegir una raza, estaba cómoda de esa forma. Pero al contarle a su hermano, él le dejó bien en claro su decisión.

_ Ya no importa, Amuria, yo seré un demonio. -hizo una pausa y la miró a los ojos- Este Domingo será mi iniciación, lamento no haberte contado pero no me pareció importante.

_ -entonces la pasión volvió a sus ojos, la furia y desinterés de él la habían cansado- ¡Claro a mi no me importa que harás de tu vida! ¡Por eso me quedé a tu lado! -le dice con sarcasmo y golpea la mesa-. ¡Estoy harta de vivir así!

_ ¡Entonces vete! -le respondió molesto y salió por la puerta- En todo caso búscate una vida y deja de estar como si fueras mi sombras. -le dijo hiriente y cerró la puerta de un portazo-.

La diablesa quedó sorprendida y triste. Comenzó a suspirar, siempre lo hacía cuando estaba mal, entonces decidió tomar una decisión por si misma. Necesitaba tiempo, para si misma, debía pensar bien las cosas y además era como que ya no se sentía contenida por su hermano quizás un tiempo solos no les vendría mal. Era mejor eso a terminar peleados en serio.
En dos días juntó un poco de ropa y buscó algún instituto donde pudiera infiltrarse. Varios demonios hacían eso, y cansada de las fiestas continuas no le pareció mala idea. Lo habló con Aiperus quien no le prestó la más mínima atención.

Fue así que llegó al instituto Adirf Olhak, una mansión pérdida en medio de uno de los bosques  más extensos  limite entre EE.UU. y Canadá. Así que eran varias horas de viaje, pero bueno, ya no tenía mucho de qué quejarse. Solo esperaba que su hermano la fuera a visitar, aunque claro ella no se lo pediría.
El tiempo pasó y nadie nunca volvió a estar cerca de ella, solo se la pasaba con cualquiera, ya se había armado cierta reputación. La soledad no le gustaba, además de la ausencia de su hermano, pero no admitiría ninguna de las dos....
Su vida ya no tenía sentido alguno, no quería ser un demonio, tampoco una humana, no quería estar con nadie pero tampoco estar sola. Todo era una gran contradicción en su cabeza, y quizás hubiera seguido así....de no ser porque el destino le envió a una persona que la cambiaría y finalmente podría renacer de aquellas cenizas en las que se había convertido.

~ Fin de la  Primera Parte~

1 comentario:

Minae dijo...

Oh, Amuria consiquió lo que quería..
Bueno, no tanto, consiguió lo que creia mejor para todos..
Es triste, pensar en que la soledad la haya manipulado.
Se pelearon en el lugar donde iban a "rascarse" xD
Quién será esa personita que la cambiará? :O.. ese final queda muy abierto.
Muy buen trabajo nee-chan!! ^^