lunes, 24 de enero de 2011

Capítulo siete: La entrega

La tarde caía, la ansiedad disminuía, intentaba mantenerme calma. Quería que todo pasara rápido y así poder ser libre finalmente.
Ya era de noche, Utena-sama nos ordenó ponernos los yukatas, obedecimos sin objetar nada. Ambos notamos lo fina y delicada que era la tela, Aiperus vestía de blanco, yo de rojo. Después de unos años pude entender el significado de aquellos colores.
Fuimos con nuestra sensei, no habíamos hablado con nadie en todo el día, pero si había alguien allí para desearnos suerte. Onix y Nana nos esperaban afuera, mi maestro de ojos verdes no emitió palabra alguna, dejando a la pequeña darnos un discurso de apoyo. Una vez que listos, Utena-sama abrió el portal al infierno, era diferente a cómo la hacía la yuki-onna de hacía tanto tiempo. Mi hermano tomó mi mano y cruzamos sin mirar atrás. El calor, el sentimiento de pertenencia a ese averno, la inseguridad...todo era igual a la primera vez que entramos a ese mundo. Los íncubos, súcubos, arpías, onis, todos, nos observaban con detenimiento y perversión en sus ojos. Sabían lo que pasaría y le causaba satisfacción, nos convertiríamos en uno de ellos.
Nuestra maestra iba seria, si kimono plateado reflejaba el orgullo por haber logrado nuevamente crear dos demonios dignos de su aprobación. Al llegar al gran palacio de Abalan se detuvo y nos dijo:

_ Desde aquí deben valerse por sí mismos. Pasen este último desafío y serán independientes de él. -tomó a Aiperus de los hombros y la abrazó, hizo lo mismo conmigo. Ese fue el primer y único gesto amable que había tenido hacía nosotros, tan efímero pero en parte grato- Comenzarán su vida como han'gôs reales, no me hagan quedar mal.

Dio media vuelvas y se retiró. Sentí la mano de mi hermano temblar, lo sostuve aún con más fuerzas. Pusimos una mano en la puerta y sin más la empujamos para entrar. Miramos el interior, la misma decoración extravagante, el mismo trono de sombras, el terrible deseo de desaparecer de ese espacio tan pesado y lúgubre. La puerta de cerró a nuestras espaldas, las antorchas se encendieron y una sombra enorme apareció en el medio de la habitación. De esta la figura de Abalan se hizo presente, sentí como un escalofrío me recorría por completo. Aiperus se puso enfrente mio y le dijo al gran íncubo:

_ Utena-sama nos ha...-sintió como la presencia del demonio lo obligaba a callarse-.

_ Ya hablé con Utena, y será mejor que no osen refutar nada de lo que diga, aún me pertenecen. -sus ojos brillaban contrastando con su blanca cabellera, seguía igual de cautivador.- No se preocupen, eso cambiará esta noche. - chasqueó los dedos y una súcubo salió de la oscuridad de su trono-.

_ Hacía tiempo que no llamabas -dijo la mujer con una voz seductora y dirigiéndose a él lo besó por un instante-.

_ Verás querida, tengo que pedirte un favor.-la sostiene del mentón sin importarle nuestra presencia, le desvía  el rostro hacía Aiperus, ella sonríe maliciosa- Conozcan a Baleru, mi concubina predilecta.

La miramos con detenimiento, tenían los mismo rasgos, el mismo color de pelo aunque ella tenía el rojo de sus ojos levemente más claros. Bien podrías ser parientes, abrimos los ojos, parecían....hermanos...Los dos se rieron de nuestra reacción, pero pronto volvieron a sus expresiones frías y serias. Abalan hizo aparecer el manuscrito que llevaba de nuestro trato y fingió que lo leía, pese a saber de memoria cada palabra impresa.

_ ¿Están preparados para convertirse en demonios? - evaporó el papel y se acercó a nosotros, Baleru también lo hizo-.

_ Si. -contestó Aiperus con voz firme-

_ ¿Amuria? -exclamó la súcubo, no se porqué pero escuchar mi nombre en su boca me causó repugnancia-.

_ Si. -dije con voz segura, debía ser fuerte, como lo odiaba.-

_ Entonces..-dijeron los demonios al unísonos- Ven conmigo. -Abalan me ofreció la mano y Baleru a mi hermano.-

Yo lo acepté y empujé a Aiperus. Él me miró con preocupación, no quería separarse de mí. Apenas le sonreí para relajarlo y le solté la mano. Ahora debía concentrarme en el íncubo que me llevaba a su lado. Tenía que afrontarlo sola, tenía un tomo de ilusión de poder ilesa de esa situación, y como dije...fui ilusa.
Vi a la mujer alejarse con mi hermano y entrar por una de las miles de puertas que nos rodeaba. Me quedé sola con Abalan y este sin consideración me condujo hasta la puerta contraria, abrió la puerta y me tiró dentro.
Dentro había unas velas en el piso, una sábana blanca a un costado y el aire tenía un olor particular, te estremecía y fascinaba en mismo tiempo. El temor se apoderó de mi, fue cuando vi el escenario que caí en cuenta de lo pasaría. Sentí al íncubo desatar el obi de mi yukata, me di vuelta y como reflejo lo tiré lejos de mí. Me dedicó una sonrisa torcida y se acercó sereno hacía donde estaba, comencé a evadirlo, no había entrenado para nada.

_ Lo podemos hacer de la forma fácil o...de la forma dolorosa. -su voz era de ultratumba y sin sacar ninguno de sus rasgos se teletransportó a la espalda de ella.-

Amuria reaccionó a tiempo y se volteó, pero no logró detenerlo y la aprisionó en la pared, la besaba con lujuria y brutalidad. La joven le mordió ferozmente el labio y sacó sus alas para sacarlo de su cuerpo. Notó como su vestimenta se abría dejando al descubierto lo que intentaba ocultar. Como torpeza hizo un movimiento para intentar cubrirse y Abalan aprovechando esto se le acercó y tomándola de los hombros comenzó a dominarla con su esencia pura, ese poder para hacer caer a cualquiera en la lujuria y el adulterio. La chica se asustó y emitió un pequeño grito de temor, intentó levantarse pero no pudo, algo parecía controlar su cuerpo, haciéndola vulnerable y dispuesta a hacer todo lo que su amo le ordenara. Lo peor de todo era que su mente seguía consciente y estaba aterrada, pensó en que no era tan fuerte y su corazón comenzó a latir con intensidad por la impotencia.
Abalan disfrutaba cada gesto y emoción de la joven debajo suyo, pasó su larga lengua por sus labios, la deseaba con pasión. Con una manos sostuvo sus brazos encima de él, tenía que esperar a tenerla completamente bajo su voluntad, la besó sobre los labios mientras no dejaba de mirarla. Amuria tuvo ganas de llorar, era tan cruel, se sentía sometida y no podía defenderse.... Oniz decía la verdad...

_ Eres un monstruo. -un hilo de voz, unas palabras que rozaron contra los labios de su amo. Se sentía cada vez menos fuerte y con menos control. Él en cambio tenía una gran ansiedad, el dulce olor de su inocencia lo excitaba cada vez más y más...entonces lo sintió. Sintió que ya la podía soltar.-

Liberó sus brazos, ella no podía moverse, el calor del cuerpo de él la ponía nerviosa y entonces se quebró. Una lágrima se deslizó por su rostro, era de color claro, y entonces sintió como él la saboreaba pasando la lengua de una forma agresiva. La sostuvo un momento del rostro y le susurró en el oido.

_ Llora y será más placer para mí, escoria. -Al escuchar esto, Amuria se puso lo más seria que pudo, no, no podía dejarlo ganar de esa forma. Juró que no lloraría, que no caería tan bajo.-

Abalan desvió su boca hacía el cuello de ella, sentía los latidos de su corazón, le temía. La besaba y mordía sin recelo, su piel era tan pura y delicada, él debía arreglar eso. La joven, a la fuerza, comenzó a emitir pequeños gemidos, aquellas duras caricias le causan sensaciones desagradables y confusas. Sintió una mano deslizarse por su ropa, le abría la yukata y la acariciaba de forma tosca, sus aún precoces senos, su suave abdomen. Era diferente a otras, ella, realmente parecía humana en su cuerpo. El cabello sobre su cara solo le permitía verlo a él, no tenía salida alguna, al verle la expresión...ya no tenía ilusiones de salvarse de aquel castigo.
Ella se desespera por dentro, se sentía invadida, desprotegida y con un calor que la estaba perturbando. Unos pocos minutos después al no oírla, el demonio decidió hacer las cosas más "interesantes".

_ ¿Eres muda? Yo te haré hablar. -la besó, jugando insaciable con su lengua, asfixiándola. No resistió mucho y rozó su pecho con él en un intento por separarlo y lo sintió poner una de sus piernas entre las de ella. Su respiración era agitada y violenta. Al notar su nerviosismo abrió su propio kimono para ella viera lo que la esperaba, se sonrojó por completo, nunca había visto a nadie desnudo fuera de su hermano.- Abre tus piernas un poco más. -le ordenó clavando sus rojos de fuego sobre ella-

Amuria estaba esforzándose por no hacerlo, y por un momento lo logró, esbozó una leve sonrisa...lo que enfureció a su aún amo. La sostuvo con fuerza y la incitó aún más, en cuanto tuvo un pequeño espacio, sin aviso ni nada, apenas vio el pánico de su rostro no dudó en nada se puso sobre ella y lo hizo...si...lo hizo.
De la joven con el corazón partido lágrimas de dolor surgieron de sus ojos que se volvían rojos conforme el despiadado tomaba todo lo que ella tenía. Gritaba pidiendo por que se detenga, pero solo lograba que lo hiciera de forma más abrupta y agresiva. Se sostuvo de las sábanas con fuerza mientras las lágrimas salían de ella, sentía algo rompiéndose y fluir por sus piernas, un dolor agudo en el abdomen y mucha vergüenza por no sostener su juramento. Había perdido todo y se sentía devastada.
La cara de él reflejaba satisfacción y placer al probarla de esa forma tan cruel, al escucharla pedirle compasión, era lo que quería. Prosiguió así, malvado y pervertido, hiriéndola hasta sacar el último grito que podría darle. Amuria lo miraba con furia, sentía que se desmayaría en cualquier momento, no le importaba, solo quería que se acabara ese suplicio. Lo sentía dentro suyo, sin consideración, sin misericordia, golpear contra su piel y sonreír siniestro en su interior. No había placer alguno en el cuerpo de ella, solo dolor y humillación.

(...)

Una vez que él termino, la dejó tiraba mientras se levantaba para salir de allí. Los ojos de Amuria parecían ocultar su sufrida alma, el brillo de sus lágrimas secas y la transpiración en su piel, parecía haberse ido a otro mundo para evitar ser más lastimada. Abalan la miró con desprecio y la levantó, apenas podía sostenerse, aunque ya no le importaba al demonio. La sacó de allí y la tiró contra el piso de la habitación principal, ella levantó la vista y con algo de dificultad sintió que su cuerpo volvía a obedecerle. Un mechón de pelo blanco se posó a su costado, el aliento seco del íncubo le dijo:

_ Ahora eres una súcubo, disfrútalo. -le tiró la cabeza para abajo y posó una de sus manos en su cuello mientras le dejaba su marca en su piel. Ella hizo una pequeña mueca de dolor pero ya no le quedaba voz alguna.- Cada vez que te alimentes, te acordarás de mí.

Un pentáculo invertido en su cuello brilló con un resplandor oscuro, él se alejó y desapareció en las sombras. Ella se abrazó con sus brazos, quería ver a su hermano. Se limpió el rostro con sus manos y se arrodilló con cuidado. Se comenzó a cubrir con los lazos y el obi que tenía cerca y una vez lista, tomó un listón que había puesto en interior de su manga y se ató el cabello. Le había dicho a Onix que si lo lograba, esa sería la señal de su libertad. Entonces una de las puertas se abrió, Aiperus la miró y corrió hacia ella, la sostuvo. Amuria lo miró, su apariencia no era para nada similar a la de ella, claro, él era un hombre.
Se aferró a su pecho y al borde de hablar cuando él al interrumpió.

_ Lo siento, por favor, perdóname. -su voz era quebradiza, comprendía lo sucedido, pero no pude notar el egoísmo de sus palabras y terminé por ser yo quien lo consolara-.

_ Te perdono, estoy bien. -con la piernas temblorosas me levanté y le dediqué una sonrisa mientras sentía su calor, igual al mio.- Quiero irme de aquí. -susurré ya más seria-

Me ayudó a salir, volvimos al mundo de los humanos, aún era de noche. Caminamos bajo la luz de la luna, en un momento me tropecé con una piedra y caí, mi hermano me levantó y notó un hilo de sangre que manchaba mis piernas, yo lo miré y no dijo palabra alguna.
Al llegar a la residencia de Utena-sama, me despegué de él, ya me sentía capaz de seguir por mi cuenta y no permitiría que me vieran mal.
Todos dormían, Aiperus abrió la puerta y entró pero yo en cambio me dirigí a otro lugar. Iba a paso lento y mirando la tierra bajo mis pies.
Una vez en el río, entré a la helada agua sin siquiera desvestirme, me sentía sucia de una forma particular. Deje que el agua se llevara todo, el dolor, mis emociones, las manchas de aquella noche persistieron...porque no estaban en mi cuerpo, sino dentro mio. Pasado un largo tiempo, vi una sombra detrás mio, no me inmute creyendo que era mi hermano pero al oir la voz quedé sorprendida.

_ Vamos Amuria-san, ya es muy tarde y te hará mal. -sonaba deprimido,me voltee, sus ojos de esmeraldas me daban a entender su empatía conmigo. Pero no, él nunca me comprendería, aún así le di una oportunidad-.
_ Ayúdame a salir, aún estoy algo...-"dolida", me voltié y entonces al ver sus ojos me sonrojé, me estaba mirando de forma diferente. Alcé una ceja como esperando por su respuesta.-

_ Por supuesto. -se acercó a la orilla y sin siquiera prestar atención a su ropa mojada la levantó. Se mojó todo pero aún así la sentó en tierra, y le acarició la mejilla.- Te traje una toalla, hace frío para que andes así. -se volteó para no mirarme y vi la tela a un costado-.

Me desvestí y me cubrí sin decir nada y entonces, con la toalla atada a mi torso me acerqué a él y le dije:

_ Gracias, pero...¿Por qué me ayudas? -le pregunté con recelo, no podía creer que hubiera estado esperándome, algo debía querer a cambio.-

_ Porque, yo me preocupo por tí, desde el primer día en que me miraste supe que no eras como las otras.-entonces se volteó y me tomó el rostro con las manos.- Jamás podré aliviar tu dolor, y sería falso decir que sé como te sientes...solo quiero acompañarte si me lo permites.

_ ¿Tu quieres estar conmigo? No quiero que me tengas lastima, pero eres honesto al menos...-lo miraba fija, sabía que mis ojos eran marrones de nuevo pero sentía que debía hacerlo, quería ver más allá de lo Onix mostraba. Él hablaba con sus ojos, pero yo no supe reconocer ese sentimiento-

_ No es lástima. -sonrió a media y me tiró el pelo para atrás- Eres muy hermosa, pero también muy joven aún. -parecía que deseaba besarme, pero no como antes. Estaba exponiendo algo que nunca antes había visto en nadie.-

Me alejé de él y caminé lejos, no sabía porqué, pero me asustó...no quería que sintiera nada por mi. Aunque si pensaba así quería decir que ...¿yo pensaba que sentía algo por mi?

Desde esa noche, me volví fría y aún sigo siéndolo, pero lo más extraño fueron las cosas que cambiaron. Ya no importaba sufrir, ya no me importaba lo que sentía, no quería volver a ser como antes. Tomé mi naturaleza y me aferré a ella, solo sería y actuaría como una súcubo, como humana solo lograba lastimarme.
Me llevó tiempo acostumbrarme a ese estilo de vida, las cosas que ello implica, y en un punto...fue de esa forma que crecí y me perdí al mismo tiempo.

Conforme todos quedamos libres, partimos de aquel lugar, juntos, los seis (Amon nos acompañó por petición de Utena-sama y Onix). Nos situamos en Osaka, una ya ciudad, pasamos allí años, la guerra, las dificultades de valernos solos. Aunque al apoyarnos mutuamente era más llevadero, el "alimento" escaseaba, para tener relaciones como las nuestras era muy complicado, Japón era conservador y discriminaba a ese tipo de cosas. Por mucho tiempo Amon y yo fuimos vistas como prostitutas, Nana era más inocente, y también más discreta con su encanto. Los hombres en cambio nada, era machista la sociedad, y siempre era el varón sobre la mujer. Y fue la razón de porque empecé a aprovecharme de ellos, quería vengarme, tenía tanto odio a la cómoda posición que tenían....años de torturas a víctimas, me sentía mejor...pero era muy efímero la sensación.

"Pasados ya cuarenta y seis años, decidimos que deberíamos abandonar esa isla, no había oportunidades buenas para gente como nosotros. El día que lo pensábamos, nos cruzamos con una anciana, Suzuki, ella nos miró sin reconocernos y solo exclamó unas escasas palabras:


_ Los demonios no viven en manadas, sean sensatos. -sonrió con su calidez y se marchó-.


Eso nos trajo algunas dudas, y como en la mayoría de los casos, Nana y Ember nos dejaron a los demás elegir que hacer. Nadie desafiaba a decir nada, y quizás no lo hubieran hecho...pero una carta me impulsó a abandonar esa tierra, porque ya no había nada por lo cual quedarse. Fui una tonta, nunca debí haber abierto ese sobre, hubiese sido mejor que lo ignorara. "

lunes, 17 de enero de 2011

Capítulo seis: Ansiedad

[ Contenido Lime- mayores de 13]

Todo parece fácil, todo parecía ir bien, pero ese era el problema...ninguno de nosotros pensaba en el mañana, solo en el hoy, tan pronto como nos volvimos unidos terminamos dándonos cuenta que ya habían pasado seis años más. Estábamos preparados, listos, para pagar nuestra deuda.

Onix, como no era de sorprenderse, fue el primero en ser liberado por Utena-sama. Tardó unos cuantos días, su demonio progenitor vivía en un pequeño pueblo muy alejado de nuestra residencia. Habíamos acordado irnos todos juntos, a fin de cuentas es mejor estar acompañados que solos.
Al volver, su mirada había cambiado, sus ojos verdes se veían rojos. Pero algo en él se sentía diferente también, como si hubiera perdido algo...
Al llegar intentó disimular, él no podía engañarnos, lo conocíamos demasiado. La discusión ahora era, ¿Quién hablaría con él? Optaron por dejarlo a la suerte, los palillos, el que sacara el más corto hablaría con el ojiverde.
Ember que era el más confiable, los mezcló y una vez listos cada uno sacó uno. Los fueron mostrando de a poco, fue justo a mi a quien le tocara... Me sonrieron, seguro pensaron, no puede decir nada fue un juego limpio. Y tienen razón, no podía decir nada.
Entrenamos, calló la noche y con ella mi no tan indirecto intento de hablar con Onix. Una vez que Aiperus se durmió, salí al corredor, pero en cuanto me aseguré que no había nadie el demonio aparece detrás de mi causándome un infarto.

_ Amuria-san, debo hablar contigo. -me dijo serio al oído-

_-yo me sobresalté pero no llegué a emitir sonido alguno, me voltié despacio y tratando de respirar le dije- Bien, yo también, vamos a tu cuarto.

Me tomó del brazo y en silencio comenzamos a caminar por la casa. No fuimos a su cuarto, salimos hacía afuera y en el árbol más cercano nos sentamos. Tenía una mirada confundida, como si no supiera qué decir o cómo. Eso me dio el paso libre.

_ Onix-san, estás raro desde que viniste de tu pueblo. No es que insinuemos nada pero si nos llama la atención. -le di a entender que hablaba por todos- ¿Sucedió algo?

_ Amuria-san ¿Cuánto darías por ser un demonio? -me dijo de la nada, ignorando mi pregunta-

_ Yo quiero seguir como estoy, no quiero volverme súcubo aún. -contesté con sinceridad, estaba bien así.-

_ Pero...para salir de aquí tienes que cumplir con el contrato que firmaste. ¿Tienes idea de lo que tiene que dar para eso? -miraba hacia la nada, parecía arrepentido.-

_ No, cuando lo firmé no sabía leer, pero es lo mismo no tenía otra opción que venir a este lugar. -miré hacía el cielo.- Igual no está tan mal, al menos vi que no soy la única "niña demonio" en Japón. No cambies el tema, ¿Por qué actúas de esta forma Onix-san?

_No cambio el tema, Amuria-san, no quisiera haberlo hecho. -me miró fijo- Y no quisiera que tu o Nana pasaran por eso tampoco, dime débil, pero es que no me imaginé que fuera tanto..

_ -lo miré, había temor ¿Por nosotras?, él era el más fuerte de nosotros. Lo que consiguió fue infundirme un miedo- ¿Cuál es el precio? -mi voz tenía un ligero temblor-

_ No quisiera ser yo quien te lo diga, no tiene que ver con nadie, es algo que tenemos nosotros mismo....bueno yo ya no. -entonces, como nunca, apoyó una de sus manos en mi mejilla- No me importa por mi, pero las mujeres no se lo merecen.

_ No soy buena con las indirectas Onix-san, ¿Qué es lo que te han quitado? -sentí como acariciaba mi rostro, se sentía raro, el único que era cariñoso conmigo era mi hermano.-

_ Es lo único que te hace pura físicamente, es darles lo único que te hace una niña aún. -lo dijo de una forma sutil, yo abrí los ojos sorprendida, sabía a que se refería.- Lo siento.

_ -estaba shockeada, no, no podía darle eso a Abalan, era mi padre ¿Cómo podía? Había pensado en eso....estaba nerviosa, y esa disculpa no me hizo sentir mejor- ¡Cállate! -dije nerviosa y entonces me abalancé sobre él, había quedado encima suyo y por alguna razón eso me gustó.Tomé su rostro en mis manos y lo besé de forma apasionada- Yo no le daré eso a Abalan, prefiero dártelo a ti.

_ -abrió los ojos sorprendido de aquella proposición- ¡Espera!¡Espera Amuria! -me sujetó con fuerza, y entonces me miró de forma más suave- Si lo haces antes de ellos, te castigarán y nunca serás libre de él. Lo lamento, en serio, no puedes hacer nada contra ello.

_ -lo miré frustrada y volví a besarlo- ¿Te gusta no? No quiero ser su víctima Onix.. -susurré su nombre en el oído de él haciéndolo estremecer- Enséñame. -le rogué con una voz que nunca antes había escuchado en mi-

Onix no sabía que hacer, solo se levantó y parado me miraba con seriedad. El viento de otoño soplaba entre nosotros, hacía mucho calor, el cielo era tan despejado como pocas veces lo he visto.

_ Yo te ayudaré, pero ni una palabra de esto a los demás. -Aiperus me mataría pensó para si- Creo que podría hacerte más desinhibida con el tema, se nota que estás asustada. -estaba triste, quizás no era tan fuerte, quizás no debió haber hablado de eso conmigo,ya estaba hecho-.

_ Y no ha sido lo más agradable que he oído, aún así gracias. -seguía en el piso, me senté de nuevo en el árbol.-

_ -él se agachó a mi altura y me dijo- No mezclemos las cosas, yo solo digo que no te mereces eso, pero no  insinúo nada. -entonces de forma fría me besó sobre los labios- Aprende esto, no debes sentir algo así, solo un beso, no le des significado.

Yo lo escuché, tenía razón, si quería ser una súcubo debía aprender a ser fría con los sentimientos. Pese a eso, me sentí bien, Onix sería un buen maestro. Él más que nadie sabía lo que era ser un demonio, ahora más que nunca.

----------------------------------------------------------------------------------------

Así fue que empecé a recorrer un camino del cual nunca he salido. El camino sexual, el físico más bien. Yo sabía que Abañan quería verme sufrir, que era tan infeliz que mis gritos le darían placer y era eso lo que quería evitar a toda costa. Quería destruirlo en su propio juego, hacerlo sentir tan miserable como nosotros cuando estábamos solos y tuvimos que acceder a sus propuestas por miedo. Algún día me vengaría de esa escoria, pero por ahora debía asegurarme de que no pudiera herirme más y por eso, Onix sería mi maestro.
Antes que todo, me enseñó a controlarme, ser indiferente y no ser tan pasional. Varias sesiones tuvieron que pasar hasta que dejara mi nerviosismo al contacto físico. Después aplicó un dicho, que nunca olvidaré, "Si quieres conocer el cuerpo de otro, primero debes conocer el tuyo."
Era sencillo, si conocía cómo estar preparada, si conocía la situación me sería más fácil enfrentarla. Él me hizo verme, encontrarme, no dejaría que nadie me tratara mal.
Utena-sama me enseñó las armas, pero fue Onix quien me enseñó a usarlas.
Sus entrenamientos eran duros, crueles y en cierto punto violentos conmigo, solo así aprendería a controlar la presión.

_ -aparece detrás de ella y la tumba al piso- Vamos, debes reaccionar más rápido.

_ Si, vamos de vuelta. -debía atenerme a sus reglas, debía hacerme más fuerte.-

_ Debes prestar atención, incluso cuando me teletransportó el aire se tensa intenta sentirlo. -me toma de los brazos, pero en lugar de teletransportarse se acerca y me besa tirándome hacía atrás. Era una trampa.- ¡Eres tonta o qué! -me insulta, pero sabía que era para provocarme- ¡Defiéndete! Con esas actitudes lo más seguro es que te asustes con solo ver a Abalan. -entonces se abalanzó y me puso frente a un árbol, yo saqué mis alas y lo tiré para atrás. El se levantó tenía sangre en el labio, lo había mordido. - Eso es lo que quiero ver.

Esto es solo una muestra de lo que eran, del otro tipo de entrenamiento no pienso mencionar porque debería ser muy explícita y por ahora prefiero gastar tinta en describir otras cosas...
A todo esto, mi hermano no tenía ni idea, aunque me llamaba la atención de que no se percatara de mis huidas nocturnas. No fue hasta la noche de nuestro cumpleaños que él decidió preguntarme, había sido un día normal, pero al irnos a "dormir" fue que por fin lo dijo:

_ ¿Hoy también te escaparás? ¿O solo debo esperar a parecer dormido para saberlo? -sonaba molesto-

_-yo no podía decirle que era mentira, no lo tomaría de tonto- ¿Desde cuándo?

_ Hace cuatro noches ¿Por qué sales? -se levantó de la cama y se acercó a mi-

_ Este...yo... -no podía decirle, tampoco podía mentirle, pero entonces ¿Qué debía hacer?- No puedo decírtelo, pero no es nada malo si es lo que piensas.

_- me obligó a mirarlo, y muy dulce dijo- Te creo, solo ten cuidado.Ya nos falta poco y podremos largarnos de este infierno.

Mis ojos brillaban, debería decirle, no debía, si debía, no debía, si, no, si, no.....mejor lo olvido. Fue la primera vez, olvidé mis sentimientos y sin más me alejé de él, sería mejor así. Mis lecciones estaban funcionando, solo que demasiado bien...me volví algo insensible, o eso aparenté por mucho tiempo. Debía aprender rápido, era la palabra de Utena-sama quien decidiría cuando nos mandaría a la boca del lobo. El problema era que yo me enfoqué de una forma tan impropia que al final lo arruiné.

------------------------------------------------------------------------------------------

Ya llevaba unos cuantos meses entrenando cuando recibimos la noticia, estaba ayudando a Nana-chan con unas técnicas de control del fuego cuando Aiperus apareció sonriente y me dijo:

_ Amuria-chan, ya estamos listos. -mi miró con alegría- Ahora solo nos sobra saldar nuestra deuda y estaremos libres de este lugar.

Me quedé callada unos segundo, era muy pronto, fingí alegría por mi hermano y luego pedí un momento. Fui al bosque y en medio de un claro sentí como la ansiedad llenaba mi cuerpo, me sentía insegura. Me bajé un poco el kimono y me pasé las uñas por el pecho, sentía que me estaba lastimando pero me aliviaba al mismo tiempo. Estuve un rato hasta que sentí que empezaba a sangrar y me detuve. Oculté las marcas bajó mi kimono, para mañana no tendría marca alguna.
Era de noche, la joven no podía dormir, con solo saber que mañana sería el día, su corazón se precipitaba. Sintió que el cuarto era muy pequeño, sintió que respiraba cada vez con más dificultad. Estuvo a punto de tener un ataque de pánico cuando alguien apareció en frente de ella. Onix se teletransportó y quedó encima de ella en la cama. Ella lo mira con desconcierto y le sonríe torcida, lo toma del cuello y se teletransportan al bosque.

Una vez allí caminaron en silencio, llegaron al mismo claro donde Amuria se había descargado con la noticia. ¿Cómo supo? Él la recostó en la base de un árbol y le desprendió el kimono, miró las marcas y entonces desvió la mirada a los ojos de la han'gô. No había nada, ni vergüenza ni miedo, había aprendido bien...aún así Onix quería evitar que se entregara.

_ Dime, ¿Aún quieres hacerlo? -deslizó uno de sus dedos por las herida de ella-.

_ Después de todo el trabajo que me costó, además de TENER que hacerlo, no puedo tirarme para atrás. -le respondió apreciando la suavidad de su trato-.

_ Entonces, déjame enseñarte algo más esta noche. -bajó su rostro y besó su cuello, saboreando el sabor de sus herida, fue bajando cada vez más besando cada centímetro de su piel. En cuanto escuchó el primer gemido se detuvo y volvió a su rostro- No esperes a que los demás te complazcan, solo tú podrás hacerlo.

Tomó la mano de ella he hizo que se rozara las piernas, hasta colocarla en medio de las mismas. Amuria ni se movió, solo la miraba con atención, sabía a que se refería. Él demonio de ojos verdes la besó con intensidad, pero sin tocarla. Ella movió la mano de entre sus piernas con cuidado, era la primera vez que hacía algo así. Sintió un gran calor invadiéndola, le gustaba...quería más. Con su mano libre tomó del cuello a Onix y lo sostuvo mientras sus boca jugaban a dominarse mutuamente.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Se despertaron con el rose del amanecer sobre sus rostros. Amuria se sentía muy bien, esa noche había sido para relajarse y había funcionado bastante bien. El demonio la había despertado, se veía algo cansado, él había renunciado a sus necesidades por enseñarle a ella como buscar el placer sola.

_ Ve al río y báñate, te hará bien. Yo iré a mi cuarto antes de que alguien note que no estoy. -dijo y desapareció-

La diablesa hizo lo que le aconsejó. En el río se dejó despertar por la dulce corriente que pasaba por su cuerpo. Se sentía bien, hasta que recordó que día era y no pudo recobrar sonrisa alguna.
Volvió a la residencia y se cambio de kimono por una yukata, aún sentía calor en el cuerpo. Pero ya era muy tarde para lamentarse, se puso seria y levantó a su hermano. Este se vistió y entonces se miraron suspirando, ella sabía lo que vendría y sería mejor que no dijera nada o sino sería él quien la detendría.
Fueron con Utena-sama, ella solo les hizo una seña y los llevó a una habitación parecida a un simple templo de té por la decoración. De un mueble cercano sacó un par de bolsas de seda y se las ofreció a los mellizos. Estos las abrieron eran yukatas como las que llevaban.

_ Son para un ritual de iniciación, deben ponérselas esta tarde al bajar el sol e iremos con Abalan. -sonrió maliciosa pero lo oculto al instante-

Ambos asintieron y se dirigieron a su cuarto, ya no tenían que practicar nada, solo quedarse a esperar que el tiempo pasase. El íncubo miró a su hermana, la serenidad de su mirada lo inquietaba.

_ ¿Nee-chan estás bien? -le dijo con tono bajo- ¿Tienes miedo?

_ Si y no onii-san. -respondió mirando por la ventana- Solo que ...no lucharé contra algo que es inevitable. Sería inmaduro de mi parte.

_ Entiendo. -dijo sorprendido de esas palabras- Haz cambiado mucho, estás más madura es cierto, pero aún así me cuesta verte así.

_ Para ti siempre seré una niña. -le aclara con paciencia- Nunca me podrás ver como algo más, porque aún me llamas nee-chan, el día que dejes de hacerlo será cuando aceptes que mi cuerpo va con mi mente. Tenemos 20 años ya, mi cuerpo es muy mentiroso con eso, aunque en mi interior ya no veo las misma cosas.

Aiperus me vio con atención, era cierto, apenas había crecido desde que habíamos llevado 13 años antes. Nuestra apariencia era de adolescentes, nadie creería que teníamos dos décadas. Me abrazó por la espalda y se recostó sobre mí, yo me alegré de eso, me gustaba que me acariciara de vez en cuando.
Me voltié y le dediqué una sonrisa juguetona, me aferré a su cuello y lo besé sobre los labios. Solo por él me convertí en seguidora de Abalan, ahora solo por él ya no tenía miedo..

Recuerdo que el atardecer de ese día fue el más angustiante de mi vida, no solo yo cambié, sino también todo lo que conocía. 
El mundo se mostró ante mí, yo lo enfrenté con confianza y valentía, pero aún así me derrota era eminente.






sábado, 8 de enero de 2011

Capítulo cinco: Lecciones y envidia

Todos trabajamos duro para lograr alcanzar el nivel necesario pero lo de ahora era totalmente diferente. En lugar se usar nuestro cuerpo debíamos valernos de nuestra mente e instinto. Inclusive Utena-sama notó que si nos fue difícil antes, esta vez los menos diestros teníamos la oportunidad de sobresalir.
Y así fue, mi hermano y yo avanzamos mucho, incluso Onix estaba bastante parejo con nosotros y eso que era el más hábil hasta ahora. Aiperus era muy bueno con las transformaciones, en una semana ya dominaba la forma demoníaca y la humana. Yo en cambio fui buena con la manipulación de mentes, sueños y control sobre el fuego, aunque tarde mucho en perfeccionarlo.
Por fin nos sentíamos a la altura de lo que esperaban de nosotros, Nana me pedía consejos, cosa que nunca nadie me había pedido. Me sentí halagada y mi confianza aumentaba.
Mi hermano y Onix hacían competencias, mientras Ember era más ameno a las habilidades psíquicas. Incluso Utena-sensei estaba de mejor humor, claro, en esa instancia no era necesaria su guía, Aiperus mostraba la transformación y yo el dominio, como que le sacamos trabajo de encima.
Estábamos todos más unidos como equipo, eso era en parte bueno pero como siempre nuestra sensei nos recordó que no debíamos formas lazos. Debí hacerle caso.
A pesar del buen humor de todos, había una persona que estaba inconforme y a la vez tenía una mirada distinta. Amon, la más parecida a los vampiros, tenía algunos problemas....y se negaba a que la ayudasen, varias veces tuvimos que obligarla a dejar por temor a que se hiciera daño. Fue ella la que menos convivía con el resto, claro, con una vanidad como la suya es difícil tratar de acercarse.

Un día estábamos con las transformaciones a demonios, ya casi no faltaba nada para lograr mantener y controlar esa forma. Hay denominaciones o nombre para cierto tipo de alas o cuernos, porque no todo tienen las mismas características.
Aiperus y Ember eran el clásico, los cuernos de cabra y alas de murciélago, Nana y Onix eran los "caídos" Sus alas eran como se águila, ella de color verde y él grises. Sus cuernos en cambio eran curvos y delicados, como de un antílope. Amon aún tenía varios inconvenientes, tenía una forma complicada, a veces lograba sacar las alas pero casi nunca podía conservar la forma. Parecían las alas como de un ave huesuda, eran particulares...en cuanto a la otra parte aún no lograba mostrarla.
Bueno, ese día, todos estábamos practicando. Era mi primera vez entonces no creí que me saliera a la primera. Tan solo hice como mi hermano me indicaba, me concentré imaginándome como mi energía externa se manifiesta para forma la apariencia de súcubo. Amon me observaba con atención, ella solo esperaba a que me equivocara.
Yo juro no haberlo hecho a propósito, como la mayoría pensó, fu en serio un accidente por así decirlo. Pero en cuanto mi hermano me dejo para seguir con Nana, abrí los ojos y al ver la expresión de Onix me asusté.-

_ Lo logró...- dijo con un tic en el ojo- Aiperus mira..

_-él volteó pensando que era una broma, pero al verme quedó sorprendido- Pero ¿Cómo? Es la primera vez que lo intenta.

Amon se levantó fúrica de donde estaba sentada y atentó contra mí, al principio intenté quitármela por las buenas pero la pelea se ponía cada vez más seria. Nos golpeábamos, estábamos en llamas literalmente y no dejábamos de insultarnos. Ember y Nana se miraban entre sí, ninguno de los dos tenía mucho tacto con esas situaciones.
Aiperus me tomó por los brazos, Onix hizo lo misma con Amon y nos separaron finalmente.

_ ¡Es imposible que lo haya logrado tan fácilmente!¡Algo hizo! -me acusaba con su voz de funeral y los ojos llenos de ira.-

_ ¡No es cierto y lo sabes! Solo te molestas porque soy mejor que tú. -le gritaba aún más fuerte.-

Y continuamos hasta casi quedarnos afónicas, entonces fue cuando de una árbol salió la sombra de Utena-sama. Hizo una seña con la mano y los chicos los soltaron, pero entonces sentimos el poder de Utena sobre nosotras y solo pudimos quedarnos quietas y con la cabeza gacha frente a ella. Nos tomó por el pelo y entonces tirando un poco nos dijo:

_ A menos que tengan una buena razón, no quiero volver a ver que se ataquen de esa forma o serán castigadas....y ambas saben a que me refiero. -nos miró a penas y nos tiró contra el suelo- Aún así es impresionante que hayas mejorado tanto, tu Amon deberías aprender de ella.

Una vez que se retiró, nos levantamos con dolor en la cabeza. Yo me calmé y le ofrecí la mano en son de paz pero ...

_ Me las pagarás Amuria. -dijo y entonces caminó hacia el bosque donde se internó el resto del día-.

Ninguna de las dos violaría la orden de Utena-sama, sus castigos eran los peores, restricción de comida, pasar días afuera, tener que permanecer la noche en el río mientras te congelas, sufrir quemaduras de tercer grado en la espalda...nada grato. Al ser mitad demonios, sanábamos más rápido pero el dolor se sentía igual, y nadie quería caer en manos de la sádica sensei.
Al ver mi forma de demonio, no era parecida ni a Aiperus ni a Nana. Mis alas eran más amplias que las de una murciélago, además de tener como escamas, y mis cuernos tenían la punta doblada hacia atrás. Nana me miró con determinación y declaró:

_ Es como...un dragón. -dijo con certeza- Pensé que no existían..

_ Si existen, y ya que lo dices tienes razón, Amuria-san es muy similar a un dragón. -acotó Onix, él siempre andaba estudiando, era un poco mayor que la mayoría y por lo tanto le creímos- Es un poco inusual que una súcubo tenga esa forma, pero quizás es por eso que te salió tan rápido la transformación, es diferente...no me malentiendas... -aclaró con seriedad-

Así quedamos, seguimos con todo y al caer la noche nos fuimos a descansar. Esa noche tuve un sueño extraño, era uno de esos en los que sabes que están en una pesadilla pero no logras despertar. Tenía la sensación de que algo malo pasaba pero no podía despertarme...

---------------------------------------------------------------------------------

A la mañana siguiente sentí como mi hermano me zarandeaba para levantarme. Abrí los ojos con pereza y noté que estaba algo nublada mi vista, no le di importancia.

_ Vamos, Amuria-chan, tenemos tiempo de bañarnos antes de desayunar. -me miró casi molesto- No te hagas la vaga y acompáñame.

_ Esta bien, agárrame. -le dije tendiéndole la mano y me levanté..el mundo se movió en mis pies. No debía ser nada, me dije, caminé detrás de él-

Llegamos al río y nos desvestimos, si aún nos bañábamos juntos, costumbres. El agua en mi cuerpo, algo estaba distinto, me sentía floja, desequilibrada, y ni siquiera estaba segura de qué me pasaba. Una vez que terminamos, salí del río y al vestirme me sentía cada vez peor. Como si las fuerzas se desvanecieran y me costara moverme.
Me costaba vestirme y lo hacía con lentitud, ya me había puesto el Nagajuban, pero al intentar atarme el kimono sentía que las pierna me fallaban, mi vista se nublaba de nuevo. Estuve a punto de caerme cuando Aiperus me tomó por la cintura.

_ Deja de jugar Amuria. -sonaba molesto, varias veces me hacía la enferma para safar de las prácticas pero nunca lograba engañar a Utena-sama-

_-tomé aire y me aferré a sus brazos- Me siento mal onii-san.. -cerré los ojos y me desvanecí por completo-.

El íncubo al escuchar la voz de su hermana abrió los ojos con sorpresa, no estaba mintiendo. La sostuvo y comenzó a llamar a los demás. La apoyó en el suelo y miró su rostro, estaba pálida, nunca la había visto así.
Ember llegó primero y la tomó de la mano, entonces su monótona voz se hizo oír como pocas veces.

_ Está muy débil, ¿Qué le hiciste? -preguntó con duda en su rostro-

Antes de que Aiperus pudiera responder, de las sombras apareció Utena, con solo verla quedó callada y se acercó. Conocía ese olor...

_ Onix llévala adentro, será mejor que descanse. -le ordena y entonces vuelve a desaparecer.-

Todos quedaron confundidos, nadie tenía idea de lo que había pasado, pero que de un día a otro una han'gô fuerte como lo era Amuria se hubiera debilitado tanto era para sospechar lo peor. Mientras los chicos pensaban en mil y un posibilidades, la joven de mala suerte y cabello claro tenía sus propias teorías.

Varios días pasaban y Amuria seguía recostada sin poder moverse. En su interior tenía una gran rabia, por fin las cosas le salían bien y ahora estaba postrada sin poder hacer nada.
Su cuerpo estaba débil y no lograba levantarse sin ayuda, se sentía una inútil, algo que siempre la enfermaba.
Aiperus intentaba animarla, cada dos horas la iba a ver, la cuidaba como todo un hermano, pero a pesar de todo el tiempo que estaba a su lado no lograba saber que le ocurría. A pesar de que comía y no hacía esfuerzo alguno no conseguía cambiar su estado. Utena-sama dijo que podía ser por haberse sobrestimado y quizás el cansancio se le había acumulado, aunque al verla su mirada decía otra cosa.

-----------------------------------------------------------------

En medio de la noche, una sombra aparece sobre el pecho de la súcubo, esta se posa sobre su rostro y se queda unos instantes. Al separarse de ella se asoma a su oido y musita:

_ ¿Aún te crees tan fuerte? -el susurro sonaba como el veneno de una serpiente-

Se retira en silencio y desaparece.

-----------------------------------------------------------------

El íncubo siente algo en el pecho, se despierta a menos y ve a su hermana a su lado completamente pálida y fría. Él se dio cuenta, ella había ido hasta su cama y lo estaba abrasando, tenía el sueño muy profundo seguramente no la había escuchado llamarlo.
Aiperus la sostuvo en sus brazos y la calentó con su propio calor, entonces la joven se tomó de su cuello y plasmó un dulce beso en sus labios. Estaba sonrojada y de sentía el impulso por hacerlo...sin saber la verdadera razón.
Él solo la aceptó, pensando que solo fue un error, porque aún se sentía como su hermano pese a los comentarios de Utena-sama. Pero al separarse de ella..

_ Déjame probar un poco más.. -tomó el rostro de él, su apariencia había mejorado-

_ Pero como..-entonces al tenerla tan cerca no resistió y terminó por darle aquello que le pedía. Podía sentir un leve cosquilleo en los labios, como si le sacara algo de su interior. Después de un tiempo se la quitó de encima y al verla estaba mucho mejor...- Amuria-chan, te ves bien.

_ Me siento bien. -le dice algo soñolienta aún- yo...-se da cuenta de lo que había hecho- ..lo siento, no quise, yo no se que me pasó. -bajó la cabeza-

_-la levanta la mirada y le dice- Somos hermanos, está bien Nee-chan. -le sonríe y entonces sintió algo raro dentro de él.-

Onix entra sin tocar en la habitación, y encuentra la escena algo rara.

_ ¿Todo está bien? -les pregunta con una expresión de confusión-

_ Si. -se apresura a decir Aiperus y entonces se levanta- Amuria-chan está mejor, es más la vez está despierta, incluso ya me estaba molestando como siempre. -miente y entonces le tiende la mano-

_ Si tiene razón. -toma la mano de su hermano y se levanta con cuidado, se sentía ella misma de nuevo.- Será mejor que me vista, he perdido mucho tiempo.

_ ¿Estás segura? ¿Y si te vuelves a desmayar? -le dice el ojiverde mientras la mira algo preocupado- Hasta ayer no podías ni levantarte.

_ Estoy bien, y eso no pasará de nuevo, ahora si me disculpan. -los tira afuera del cuarto-

_ Tengo un hambre. -exclamó el íncubo, sentía un pequeño vacío, quizás había sido el beso pero...no, sería una locura. - Vamos Onix-san.

_ Como quieras. -le responde y lo sigue-

Mientras en el cuarto, la joven intenta recordar lo ocurrido la noche anterior, hubiera jurado que había alguien en la habitación aparte de su hermano y ella. Tenía dudas, incluso ese impulso por besar al primero que tenía en frente que la atacó al despertar era extraño. ¿Qué demonios había hecho? Se vistió con rapidez y se prometió no volver a hacerlo, Aiperus era su hermano.

Al entrar en la cocina todos quedaron sorprendidos, Nana fue y la abrazo con una sonrisa.

_ ¡Al fin te levantaste! -le dijo emocionada-

_ Si, ya estoy mejor. -se la quita de encima con una sonrisa torcida, odiaba que la abrazara de esa forma.-

_ Que bien. -dijo sarcásticamente Amon mientras terminaba su comida- yo me voy al río un rato, cuando empiecen llámenme.

Salió de la cocina, todos la ignoraron, el carácter de ella era difícil de doblegar. Amuria apenas vio la comida en la mesa, no pudo evitar escuchar el sonido de su estómago, cansado de sopas. Pero a la par de ella también Aiperus parecía hambriento ese día en particular. Los dos comieron todo lo que tuvieron al alcance y a pesar de ello, seguían insatisfechos. El resto del grupo solo pensó que era una de esas coincidencia de los mellizos.
Ember tenía una mirada perdida, pero más que de costumbre, en la práctica tuvo que repetir todo como cinco veces hasta que logró concentrarse para hacerlo.
Los mellizos en cambio estaban sintonizados, haciendo lo mismo y con el mismo resultado. Inclusive tenían eso que ponía incómodo a cualquiera hablan a la par.

_ ¡Nana-chan ten cuidado! -gritaron y se tiraron hacía la joven de cabello claro quien al intentan un ataque de fuego había incendiado su mismo kimono-

_ Arigato, no me había dado cuenta. -les dijo a ambos sintiéndose algo tonta-

_ De nada. -al unísono- Solo ten más cuidado.

_ ¡Me tienen harta! -gritó en un momento la Amon con sus ojos negros al borde del colapso- ¿¡Les parece gracioso!? -nuevamente se alejó, estaba sensible ese día, Nana pensó que sería porque Amuria se había mejorado..y bueno...los días anteriores había tenido mejor humor debido a su ausencia.-

Al caer la tarde, los dos hermanos, ya se habían cansado. Amuria se rindió primero, pero en vez de irse sola le pidio a Nana que la acompañara. Tenía algo que decirle..

-----------------------------------------------------------------------
La luna iluminaba la habitación de Amuria, ella dormía con cansancio, aún no estaba en óptimas condiciones. La misma hora, la misma sombra pero algo pasó...alguien atrapó a la sombra.

_ Ya verás. ¡Amuria Aiperus despierten! -dijo una voz chillona-

_ Ehh ¿Qué pasa? -dijo la súcubo y al ver la escena, Nana con una bolsa intentando atrapar a alguien que era dos veces más grande que su arma- ¡Nana! ¡Te dije qeu buscaras algo más grande! -la regaña pero aún así va y la ayuda a retener al extraño-

Lo tiran contra la pared y le atan las manos y los pies. Aiperus se levanta y al ver el cuerpo en el suelo queda sorprendido.

_ Llama a Utena-sama. -le pide Amuria mientras sostenía a la persona-

_ Sii.. -llega a responder y entonces se teletransporta hacía la habitación de su maestra-

_ ¿Desde cuándo sabe hacer eso? -dijo sorprendida-

_ Ayer Utena-sensei nos lo enseñó. -le responde Nana-

_ ¡Demonios! Me las pagas.-le dice al bulto frente a ella-

En unos pocos minutos Utena había entrado, seguida por los otros tres...faltaba alguien.
Toma a la persona en sus manos y le quita la bolsa, era Amon, está mira con desprecio a la demonio más pequeña.

_ Mmm, al final tenía razón. -dijo la mujer mientras la soltaba para que callera al suelo- ¿Desde cuando? -pregunta apuntándola con la uña de su dedo índice-

_ Desde que se desmayó en el río. -le responde por lo bajo, entonces siente cómo la levanta del cuello y la golpea contra la pared- Eres una insensata, ¿Tienes idea de lo que podrías haber ocasionado? Amuria no me pertenece sin embargo debo entregarla como la recibí. Vuelve a hacerlo y te arrepentirás de por vida. -la amenaza y la toma del brazo mientras la arrastra hasta encerrarse con ella en su habitación-

Se escucharon unos gritos después de eso, nadie se atrevía a mencionar palabra alguna. Fue Onix quien rompió el silencio.

_ Ya veo, tiene sentido. -dice como para sí mismo-

_ Tu entiendes lo que pasó, porque yo no. -dice Aiperus desorientado-

_ Amon estaba alimentándose de la energía de Amuria. -le dice con naturalidad pero al ver la cara de wtf de todos se golpea la frente y exclama- ¡Es que ninguno lee! ¡Quieren ser íncubos y no saben ni siquiera que es lo que hacen para alimentarse!

_ Yo si se, pero explícalo tú. -dijo la voz de tumba de Ember-

_ Bien... -suspiró resignado- Los demonios de nuestra especie se alimentan y hacen más fuertes con la energía vital de las personas, la energía sexual más que todo. Si para vivir tiene que cojer...-dijo en forma vulgar para que lo entendieran- Amon lo debió haber descubierto antes pero no dijo nada para poder aprobecharse de Amuria sin qeu sospechermos.

_ Espera...¿Amon cómo hizo para... -Nana estaba colorada al escuchar eso, y por primera vez tuvo un pensamiento algo pervertido-.

_ No no no -contestó rápido- Debió haberla besado mientras dormía y así le quitaba energía sin que se diera cuenta, lo que explica el estado de Amuria. -la mira de reojo-

Nadie dice nada por unos segundos, solo la miraban a ella como si fuera un bicho raro, ella se sonroja y al ver sus miradas acosantes le grita:

_ ¡Dejen de mirarme demonios! -los aleja y saca de su cuarto-

Se recuesta un momento, necesitaba tranquilizarse, era demasiado. Quitar energía con un beso, sonaba extraño...beso...beso...
Se volteó, su hermano la miraba con tristeza, le había hecho lo mismo a él. Ella se levantó y se le tiró encima, no quería que pensara eso. Entonces lo abraza fuerte y con la voz más sincera que tuvo le dijo:

_ Yo no sabía lo que hacía, perdóname, ven si quieres hazme lo mismo. -levanta el rostro y lo mira avergonzada-. Jamás te haría daño Aiperus-chan.

_ No creo eso, tan solo me siento un tonto por permitir que eso te pasara, yo estuve aquí todo el tiempo y no.. .-calló, él debía haberlo notado primero. Era japones, para él las palabras valían mucho.- Yo debo pedirte disculpas, prometí protegerte.

_-Amuria sintió una punzada en el alma, ¿Cómo podía recordarlo? o peor aún ¿Por qué ella también lo recordaba?- Está bien, onii-san, no es tu culpa. -hunde su pecho en él- De no ser por tí, no hubiera tenido la fuerza para levantarme.

Aiperus la contiene y entonces apoya su cabeza sobre el cabello de ella.


Ese día nació algo entre nosotros, pero lamentablemente solo Aiperus no pudo ver hasta dónde lo llevaría y yo era muy débil para enfrentarlo, para destruir sus ilusiones....vaya hermana que resulté ser...
Aún así, no me avergüenza el haberlo besado, él en esos días, era lo único que tenía para seguir viviendo...


jueves, 6 de enero de 2011

Capítulo Cuatro: Suzuki y otros demonios

Amanecía, la fuerte luz del sol casi nos cegó al ser abruptamente despertados entre los gritos de la cafre de Utena-sama. Era evidentemente una mujer con un fuerte carácter y los reclamos de una vieja de setenta años, gruñona, desatenta, cruel y miserable...si creo que eso la definiría bien.
El primer día nos puso a trabajar como esclavos, limpiamos toda la casa, y nos amenazó que si no lo hacíamos nos moriríamos de hambre. A duras penas y varios reclamos logramos hacer lo que nos "pedía" y al caer la tarde nos llamó y con voz más serena nos ordenó:

_ Tengan estos yukatas, vamos a ir a visitar a alguien importante y deben verse decentes. -estaba fumando y entonces mientras da una gran bocanada al fumo nos dice- será mejor que se bañen, vayan al río...

_ Este...-estaba refrescando y era seguro que nos congelaríamos con aquella agua de montaña-

_ Hagan lo que digo. -tiró una de sus miradas asesinas y entonces no nos atrevimos a decir más-

Tomamos las ropas y nos dirigimos al río. Al llegar a la orilla me saqué el kimono sin cuidado y me metí en el agua, entonces noté que Daisuke se había volteado y aún estaba vestido. Yo me acerqué a él y desde el río le dije:

_ Vamos onni-san no está tan fría...-le tiré de la manga-

_ No es eso nee-chan, me da vergüenza, es que mi cuerpo no es como antes. -apenas me mira por encima de su hombro- y el tuyo tampoco. -se sonroja por lo bajo-

_-yo lo miro algo extrañada- Pero somos hermanos, no hay nada malo en ello. -salgo del río y lo abrazo del cuello- Además si nos tardamos, Utena-sama se enojará...-le susurré y como si nada le fui deslizando el kimono hasta sacárselo-

Él desviaba la mirada hacía mi, pero al final se relajó, tenía razón éramos niños pese a la apariencia física que habíamos adoptado. Fue ese día que mis actitudes de súcubo empezaron a salir, digo, no muchos se animan a desnudar a un chico a los siete años. Pero no era nada pervertido, solo quería ayudarlo a entender que no habíamos cambiado...al menos no aún.
Una vez que terminamos, nos vestimos y volvimos a lo de nuestra insolente sensei. Pero antes de irnos como tenía problemas para peinarme, tomó unas tijeras y me cortó el pelo del mismo largo que mi hermano. Yo quedé en shock un momento, ¡Qué demonios! Se me humedecieron los ojos, yo quería mi pelo, era una niña y ahora parecía una ...una.. ¡Una chica de pelo corto!
Vi en el reflejo del espejo la sonrisa siniestra de Utena-sama y entonces eso me motivo a no llorar, ya me vengaría después.
Salimos del cuarto y Daisuke me miró con cara de sorprendido, yo le sonreí apenas, no era la gran cosa aunque aún gritaba por dentro. Seamos honesto, era pequeña y esas cosas me parecía importantes.

Caminamos montaña arriba y nos detuvimos en un pequeño puesto que lucía como una choza abandonada. La joven de ojos amarillos nos miró con ansiedad y nos dijo:

_ Aquí deben entrar solos, cuando terminen vuelvan aquí. -nos dedicó una última mirada y nos tiró hacia el interior de aquella barraca-

Había solo una vela sobre una mesa baja y redonda. Al frente una anciana de cabello corto y plenamente blanco, creímos que era un fantasma por su deplorable aspecto pero al escuchar su voz era muy diferente.

_ Acérquense, soy Suzuki y a diferencia de Utena-sama no necesito gritar en mi trabajo. -su tono era sereno y a la vez cálido. Algo tímidos caminamos hacía ella y nos sentamos mirándola con atención. - Son mellizos, deben tener en cuenta que parte del alma de uno vive en el otro, pero eso solo importa si alguno decide por convertirse en una especie definida. -no dijimos nada por no interrumpir- Daisuke y Etsuko, él nació primero así que te daré tu nombre primero.

Ambos nos miramos, "nombre", era nuestra identidad como han'gôs, a eso se refería. Entonces tomó la mano de mi hermano y trazo una especie de trazos sobre su palma. Abrió sus ojos, parecían hechos de agua y entonces dijo:

_ Eres un espíritu de fuego, tu nombre es Aiperus, la llama del deseo. -sonrió por lo bajo- Tu serás alguien particular, cuidado con tus ambiciones.

Lo soltó y me pidió mi mano. Su tacto era cálido como ella, se sentía bien, hizo trazos similares y con una expresión extraña exclamó:

_ Tu, en cambio, eres un ser de tierra, Amuria, la ceniza en la oscuridad.-tragó saliva y continuó- Recuerda que de tí puede crecer cualquier cosa, pero para ello debes abrirte a tu interior.

Hablaba de forma enigmática pero después de varios años, muchos años, pude comprender aquellas palabras que parecían vacías.
Nos quedamos unos minutos más, solo por lo agradable del ambiente hasta que Suzuki se levantó y nos pidió que nos fuéramos. Al salir la diablesa nos miró bien y preguntó:

_ ¿Y bien? ¿Cómo se llaman? -parecía no prestar atención-

_ Aiperus. -dijo mi hermano mirando bajo-

_ Amuria. -respondí también seria-

_ Mmm -nos toma del brazo como siempre y comienza a caminar- Desde ahora serán tratados y entrenados como su Amo -refiriéndose a Abalan- me lo ha ordenado, así que nada de compasión y prepárense, está es su última noche como humanos. -en su mirada había determinación, era claro porque nos había llevado con esa mujer-

Estábamos cansados, helados y muy soñolientos. Nos tiramos a la cama sin siquiera desvestirnos. No tenía idea de lo mucho que me costaría aprender a ser un demonio, más una súcubo. Para ser honesta, muchas veces me arrepiento pero luego al ver algunas cosas...no puedo evitar agradecer por elegir ese camino.

-------------------------------------------------------------------------------------

_ ¡Arriba pequeños engendros! -gritaba a las cinco de la mañana Utena-sama-

_ ¡Ya me levanté Utena-sama! -le grite algo irritada por sus llamados. Corrí hacía la cocina y cuando llegué me llevé una gran sorpresa, que suerte que no tenía problemas cardíacos en ese entonces, porque era uno tras otro descubrimiento.- Hola...-dije nerviosa-

_ Desde ahora Utena-sensei, Amuria-chan, ellos son parte del grupo al cual decidí integrarlos para su entrenamiento. -

_ -entra Aiperus aún dormido y saluda como si nada, se sienta y recién entonces pregunta- ¿Quienes son todos estos Utena-sensei?

_ Son nuestros compañeros onii-san. -le dije pero entonces todo se rieron de mí- ¿Qué les pasa?

_ Es que ya no pueden decirse así Amuria. -la regaña su maestra- Veras, los demonios no tienen familia, Aiperus es solo un compañero, ahora basta de charlateo y a comer.

Los demás niños tenían nuestra edad en apariencia, pero igual nos sentíamos algo chicos. Todos eran serios, excepto uno, el más alto. Ese miraba de forma diferente y sus ojos verdes eran diferentes a los de Utena... ¿Quién era?
Yo no era para nada disimulada con eso, lo miré sin recelo y él me respondió con una media sonrisa. Ni me inmuté, solo comí en silencio y de vez en cuando lo miraba, él me respondía.

Pasado eso, comenzó lo realmente duro, el entrenamiento. Primero fueron las reglas básicas de comportamiento:

1º Ningún demonio tiene familia, ni hermanos, ni padre ni madre, nada. La cuestión afectiva era inadmisible en un ser cruel como debíamos ser.

2º No existe la compasión con ningún ser vivo que interfiera con nuestros propósitos, no importa el medio solo el resultado.

3º Se debe atacar ante cualquier duda, no se debe tener confianza en nadie, solo en uno mismo.

4º No se pueden establecer vínculos con nada ni con nadie, solo entorpece el curso de nuestra vida.

5º La única conciencia o moral la dicta nuestros instintos, no debemos hacer caso a la culpa o el arrepentimiento.

6º Un demonio respeta las jerarquías de poder, sino será castigado con la sentencia de tortura.

Estas eran las más importantes, claro la última era precisamente para que no intentáramos desafiar la autoridad de nuestros maestros u Amos. Odié esa regla hasta el último día en la residencia.
Era todas prácticas físicas drásticas, no distinguían al género, era crueles y varios de nosotros terminábamos lastimados o exhaustos, lo que traía como consecuencia la ira de nuestra inflexible sensei. Fueron muchas las veces que dormimos afuera o nos morimos de hambre por no lograr completar las exigencias de la maldita diablesa.
Correr, trotar, escalar, esconderse, golpear, patear y todo lo que se les ocurra, TODO, lo debíamos hacer en un día. Pero con el tiempo notamos que nuestros cuerpos se hacían fuertes, que de verdad, lo éramos. Un día el más alto, cuyo nombre aún no preguntaba, derribó un árbol con solo un puñetazo, todos quedamos admirados.
La fuerza y agilidad aumentaba, junto con esto también la soberbia y el ego característico de los íncubos y súcubos. De repente olvidamos el sufrimiento y la soledad que sufríamos, poco a poco dejábamos nuestra humanidad atrás. Todo el trabajo llevaba a hacernos actuar como monstruos sin sentimientos, algo horrendo para algunos pero normal para nosotros. Incluso llegamos a olvidarnos de nuestra familia, de nuestra madre...

-----------------------------------------------------------------------------------

Los años pasaban, muchos progresaron de forma asombrosa y rápidamente saldaban sus deudas para convertirse en sus propios amos.
Aiperus y yo tardamos más, había una diferencia, la mayoría tenía entre cuatro y seis años más que nosotros. Aunque las cosas tomaron otro curso cuando dejamos la parte física de un lado y aprendimos el arte de los poderes demoníacos. Para llegar a ese punto tuvimos que pasar por mucho, había noches en que me azotaba la melancolía y el temor, llorando a escondidas nadie notó nunca mi soledad. Ni siquiera mi hermano me vio derramar una lágrima, ni orgullo era muy grande para compartir aquello.
Pasaron cinco años hasta que por fin estuvimos en una situación algo estable en medio de aquel averno. Nos habían agrupado en el último grupo de han'gôs para aprender más allá de lo físico, evidentemente eramos la escoria, un conjunto algo disfuncional.
Éramos seis, tres chicos y tres chicas.
Aiperus, Ember, Onix -el chico alto-, y por otro lado Amon, Nana y yo. Claramente teníamos una gran deficiencia, de allí ser los últimos en conseguir alcanzar ese nivel. Fue un día de otoño que comenzamos con Utena-sensei a descubrir la parte más oscura de nuestra naturaleza.
La impotente mujer de ojos amarillos nos ordenó en un fila y al frente de todos nos sonrió de forma desquiciada y exclamó:

_Bien, miserables, hoy verán su verdadera forma. -de pronto de su kimono se desplegaron dos alas de murciélago, una cola puntiaguda y dos cuernos parecidos a los de una cabra. Todos quedamos con la boca abierta. - ¿Qué? Pensaban que las historias que les contaban de pequeños eran mentiras, somos demonios y ustedes deberán aprender a controlar la transformación, una vez que lo logren y desarrollen sus habilidades...entonces podrán terminar con el contrato que hayan firmado.

La última parte captó la atención de todos, era claro que nadie deseaba seguir a la disposición de esa arpía. Pero aún nos faltaba mucho, sería cuestión de tiempo y resistencia.

_ No se crean que se la haré fácil. -la diablesa sentía la tensión en el ambiente- No solo es la apariencia. -entonces desapareció un momento y apareció en frente de Ember quien fue víctima de un inadvertida beso por parte de ella. Al separarse él cayó al suelo, desmayado.- Sino también la actitud, esto es lo que deben aprender.

Nuestra especie se alimenta de otros para poder vivir, teníamos que ser crueles y despiadados. Utena era la persona perfecta para enseñarnos algo como eso, alias, la odiábamos.

Antes de comenzar a describir lo que sucedió después contaré un poco sobre mis "compañeros".

Ember era un demonio mudo, de vez en cuando se le escuchaba uno que otro quejido pero en realidad no creo que nadie lo llegase a conocer en serio. Completamente introvertido. Onix, el chico alto, nunca podré olvidarme de su primera impresión. Él era muy abierto, cálido y sumamente expresivo, su mirada en mí era algo que me parecía dulce. Era raro para ser un han'gô, siempre sabía más cosas de las que uno creía.
Amon, la de colmillos, parecía un vampiro pero no solo en apariencia sino también por su gran dominio del sarcasmo y la manipulación. Con su mente se podría separar a toda una familia en solo un mes, o quizás convencer a un esposo devoto de asesinar a su esposa. En una palabra siniestra. Y la última pero no menos importante, Nana, hacía honor a su nombre porque mujer con mala suerte como ella no he visto aún. Pero también fue por muchos años nuestra referí personal, la mejor en arreglar problemas, menos los suyos.
Creo que con esta pequeña descripción de imaginarán lo complicado que fue avanzar, sin mencionar a la gritona de nuestra sensei....quisiera haberla matado cuando pude.

CONTINUARÁ

~~~~~~~~~~~

Algo corto lo sé, pero ya en el próximo hay mucho entonces por eso, hay que equilibrar las entradas xP jajjajajja