sábado, 6 de agosto de 2011

Capítulo Treinta y uno:

En una tierra muy lejana, en medio de la nieve y el desconcierto de la mayoría de las personas existía un pequeño pueblo perdido. En él, había una iglesia, magnífica por su sencillez. Apenas en la entrada de la misma, cubierta solo con una sábana blanca se hallaba una joven con el cuerpo frío e inconsciente. El monje, a punto de dar la misa, recorre su hogar cuando al ver a la desconocida acude rápidamente a su ayuda. Nota que estaba desnuda y con el frío de aquel lugar no era nada bueno. Llamó a sus mojas compañeras y estas la abrigaron y cobijaron mientras intentaban salir de su asombro. No era del pueblo.
Entonces mientras la recostaban en una de las camas de la sala de amparados, la puerta de la iglesia se abrió de par en par. Una figura femenina se hizo presente, su cabello enrulado sobre salía de su abrigo, sus brillantes ojos carmesí daban lugar a su imperial presencia. Se dirigió a donde las mojas con la joven y abriendo la puerta sin la más mínima señal de respeto las miró y exclamó:

— Ella viene conmigo, la he estado esperando por mucho. —dice y entonces el monje la mira con preocupación— Tranquilo padre Pedro, ella no es de "ese" tipo.

— Menos mal mi niña, ya hemos tenido bastante problemas con ellos. ¿Quién es?

— Una buena persona y con eso deberá conformarse, porque más no puedo decir. Sólo vístanla y me la llevaré en auto a mi casa para atenderla. Lo que tiene no es nada físico, así que mi ayuda es la única útil ahora.

Todos asintieron a su orden, su voz era tan autoritaria como un sargento y su mirar tan frío como la nevada del exterior.
Las monjas obedientes hicieron lo pedido y ayudaron a llevar a la joven a su vehículo. La mujer les agradeció y apenas sonrió, antes de irse les dijo:

— Estará bien, confíen en mí. —dio un leve saludo con la mano y arranco el auto sin ni siquiera ver hacía adelante-

Esa mujer era rara, todos pensaban eso, pero nadie cuestionaba ni sus órdenes ni sus presentimientos. El respeto que le tenían era muy grande, aún más que las dudas que inspiraba su actitud tan distante.

--------------------------------------------------------------------------------------------------

Un aroma a rosas, una suave y cálida sensación en su cuerpo. La joven abre los ojos levemente, todo se ve blanco luminoso, ¿qué es eso? ¿una burbuja?¿dónde estaba?
Entonces una voz suave le susurra, mientras ve una mano que se mueve a ella y le toca apenas la nariz.

— Una baño tibio te vendrá bien, tranquila, no te haré daño. —era dulce y entonces se pone enfrente para que la mire— Ahora te cuidaré.

Ella aún así se asusta y se mueve con torpeza, estaba en una bañera, pero sin importar cuánto tratara no podía hablar. Su cuidadora la sostiene con cuidado y entonces con la mano le tira un poco de agua en el rostro y le quita el pelo del rostro para que la viera bien. Esta sonríe y entonces le aclara.

— Soy Lucía, no podrás hablar por unos días hasta que tu ser esté pleno, eso toma tiempo. Ahora solo cálmate y disfruta, debiste pasar mucho frío hasta llegar aquí y no me gustaría que te enfermes.

La termina de bañar y entonces drena el agua para envolverla en una toalla. Sabía que le costaría recuperar el control en su cuerpo, en parte porque era como si hubiera nacido en uno nuevo, pero pronto ese sería el menor de sus problemas. La secó y le colocó un piyama grueso para mantenerla caliente, la llevó a una habitación para recostarla. Al taparla solo le besó la frente con cariño mientras acariciaba su largo cabello.

— Era cierto lo que decían, eres alguien encantadora Amuria. —al decir su nombre vio cierta reacción por parte de la joven— Descansa, mañana hablaremos.

Dicho esto se levantó y apagó la luz para dejarla sola y en silencio así podía dormir como se lo tenía merecido.
El cuerpo inmóvil de la joven contrastaba con sus alborotados pensamientos. ¿Qué hacía en ese lugar?¿Quién era Lucía?¿Por qué la llamaba de esa forma? Sintió un peso en su pecho, algo que la hizo sentir muy triste, no sabía que había ocurrido, con suerte recordaba su nombre, Amuria, pero todo lo demás era como un gran lago lleno de niebla. Algo imposible de ver, de recordar.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

En un lugar, cerca y lejos a la vez, un pelirrojo sin mirada alguna se acerca a su padre y entonces, con una voz seca y sin ánimo alguno le dice:

— Quiero pelear, ir con Frank y Galf a defender nuestro clan y nuestras tierra.

— ¿Por qué hijo mío? Eres muy joven para emprender a tal peligro, si me das una buena razón, pese a mi temor te dejaré ir.

— Porque ya no sé qué hacer, no tengo razón para pelear más que protegerlos a ti, a mamá y mis hermanos menores. Estoy...buscando algo que pueda llenar un vacío y pelear es lo único que puedo hacer para evitar pensar en ...—guarda silencio mientras mira hacía la nada, su rostro estaba tan serio, ya nadie lo reconocía de sus amigos o familiares, como si fuera otro.

— Bien Allan, te dejaré ir, pero debes prometer que volverás en cuanto llenes ese vacío. Sabes que no nos gustaría tener que cavar una segunda tumba.

— Lo sé, gracias papá.

Entonces sin expresión aún en su rostro, el joven se trasformó en dragón y comenzó a volar hacía su destino. Mientras era observado de lejos, con nostalgia, por aquellos que no lograban ver su sonrisa y preocupados estaban.

"¿Qué te pasó Allan?"

Era la pregunta que todos se hacían a su espalda, algo lo cambió y ahora ya no reía, ni miraba, ni parecía pensar como antes. Aquella guerra donde iría, tampoco era la solución o al menos eso creían todos; aún así   en la mente del mestizo solo cabía lugar para un objetivo: olvidar.






-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


En una pequeña habitación, una niña pequeña revisaba entre las miles de cajas que se encontraban a su alrededor. Entonces alza una roja y pequeña y exclama con entusiasmo:


— ¡Aquí estas! 

La abre con cuidado y de su interior saca un colgante, una cadena de plata con un talismán blanco, ella sonríe, como también el hombre que la espiaba desde la puerta. 


— ¿Qué haces? — pregunta él saliendo de su escondite.


[...]


*-*-*-*-*-**-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-**-*-*-*-*-*-*-*-*

Empezamos con la tercera y última parte, ahora se viene las explicaciones en el segundo capítulo :P

1 comentario:

Minae dijo...

Que genial!!!!!!!!
Ella comienza de nuevo, no recuerda nada..
Allan la encontrara? Q__Q yo quiero que si D:
Ah nee-chan.. te OBLIGO! a que termines esta historia y la publiques en un libro :')
Me encanta la idea, me intriga mucho esta tercera parte.. quiero saber lo de la niña, ay que emoción!