jueves, 6 de enero de 2011

Capítulo Cuatro: Suzuki y otros demonios

Amanecía, la fuerte luz del sol casi nos cegó al ser abruptamente despertados entre los gritos de la cafre de Utena-sama. Era evidentemente una mujer con un fuerte carácter y los reclamos de una vieja de setenta años, gruñona, desatenta, cruel y miserable...si creo que eso la definiría bien.
El primer día nos puso a trabajar como esclavos, limpiamos toda la casa, y nos amenazó que si no lo hacíamos nos moriríamos de hambre. A duras penas y varios reclamos logramos hacer lo que nos "pedía" y al caer la tarde nos llamó y con voz más serena nos ordenó:

_ Tengan estos yukatas, vamos a ir a visitar a alguien importante y deben verse decentes. -estaba fumando y entonces mientras da una gran bocanada al fumo nos dice- será mejor que se bañen, vayan al río...

_ Este...-estaba refrescando y era seguro que nos congelaríamos con aquella agua de montaña-

_ Hagan lo que digo. -tiró una de sus miradas asesinas y entonces no nos atrevimos a decir más-

Tomamos las ropas y nos dirigimos al río. Al llegar a la orilla me saqué el kimono sin cuidado y me metí en el agua, entonces noté que Daisuke se había volteado y aún estaba vestido. Yo me acerqué a él y desde el río le dije:

_ Vamos onni-san no está tan fría...-le tiré de la manga-

_ No es eso nee-chan, me da vergüenza, es que mi cuerpo no es como antes. -apenas me mira por encima de su hombro- y el tuyo tampoco. -se sonroja por lo bajo-

_-yo lo miro algo extrañada- Pero somos hermanos, no hay nada malo en ello. -salgo del río y lo abrazo del cuello- Además si nos tardamos, Utena-sama se enojará...-le susurré y como si nada le fui deslizando el kimono hasta sacárselo-

Él desviaba la mirada hacía mi, pero al final se relajó, tenía razón éramos niños pese a la apariencia física que habíamos adoptado. Fue ese día que mis actitudes de súcubo empezaron a salir, digo, no muchos se animan a desnudar a un chico a los siete años. Pero no era nada pervertido, solo quería ayudarlo a entender que no habíamos cambiado...al menos no aún.
Una vez que terminamos, nos vestimos y volvimos a lo de nuestra insolente sensei. Pero antes de irnos como tenía problemas para peinarme, tomó unas tijeras y me cortó el pelo del mismo largo que mi hermano. Yo quedé en shock un momento, ¡Qué demonios! Se me humedecieron los ojos, yo quería mi pelo, era una niña y ahora parecía una ...una.. ¡Una chica de pelo corto!
Vi en el reflejo del espejo la sonrisa siniestra de Utena-sama y entonces eso me motivo a no llorar, ya me vengaría después.
Salimos del cuarto y Daisuke me miró con cara de sorprendido, yo le sonreí apenas, no era la gran cosa aunque aún gritaba por dentro. Seamos honesto, era pequeña y esas cosas me parecía importantes.

Caminamos montaña arriba y nos detuvimos en un pequeño puesto que lucía como una choza abandonada. La joven de ojos amarillos nos miró con ansiedad y nos dijo:

_ Aquí deben entrar solos, cuando terminen vuelvan aquí. -nos dedicó una última mirada y nos tiró hacia el interior de aquella barraca-

Había solo una vela sobre una mesa baja y redonda. Al frente una anciana de cabello corto y plenamente blanco, creímos que era un fantasma por su deplorable aspecto pero al escuchar su voz era muy diferente.

_ Acérquense, soy Suzuki y a diferencia de Utena-sama no necesito gritar en mi trabajo. -su tono era sereno y a la vez cálido. Algo tímidos caminamos hacía ella y nos sentamos mirándola con atención. - Son mellizos, deben tener en cuenta que parte del alma de uno vive en el otro, pero eso solo importa si alguno decide por convertirse en una especie definida. -no dijimos nada por no interrumpir- Daisuke y Etsuko, él nació primero así que te daré tu nombre primero.

Ambos nos miramos, "nombre", era nuestra identidad como han'gôs, a eso se refería. Entonces tomó la mano de mi hermano y trazo una especie de trazos sobre su palma. Abrió sus ojos, parecían hechos de agua y entonces dijo:

_ Eres un espíritu de fuego, tu nombre es Aiperus, la llama del deseo. -sonrió por lo bajo- Tu serás alguien particular, cuidado con tus ambiciones.

Lo soltó y me pidió mi mano. Su tacto era cálido como ella, se sentía bien, hizo trazos similares y con una expresión extraña exclamó:

_ Tu, en cambio, eres un ser de tierra, Amuria, la ceniza en la oscuridad.-tragó saliva y continuó- Recuerda que de tí puede crecer cualquier cosa, pero para ello debes abrirte a tu interior.

Hablaba de forma enigmática pero después de varios años, muchos años, pude comprender aquellas palabras que parecían vacías.
Nos quedamos unos minutos más, solo por lo agradable del ambiente hasta que Suzuki se levantó y nos pidió que nos fuéramos. Al salir la diablesa nos miró bien y preguntó:

_ ¿Y bien? ¿Cómo se llaman? -parecía no prestar atención-

_ Aiperus. -dijo mi hermano mirando bajo-

_ Amuria. -respondí también seria-

_ Mmm -nos toma del brazo como siempre y comienza a caminar- Desde ahora serán tratados y entrenados como su Amo -refiriéndose a Abalan- me lo ha ordenado, así que nada de compasión y prepárense, está es su última noche como humanos. -en su mirada había determinación, era claro porque nos había llevado con esa mujer-

Estábamos cansados, helados y muy soñolientos. Nos tiramos a la cama sin siquiera desvestirnos. No tenía idea de lo mucho que me costaría aprender a ser un demonio, más una súcubo. Para ser honesta, muchas veces me arrepiento pero luego al ver algunas cosas...no puedo evitar agradecer por elegir ese camino.

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_ ¡Arriba pequeños engendros! -gritaba a las cinco de la mañana Utena-sama-

_ ¡Ya me levanté Utena-sama! -le grite algo irritada por sus llamados. Corrí hacía la cocina y cuando llegué me llevé una gran sorpresa, que suerte que no tenía problemas cardíacos en ese entonces, porque era uno tras otro descubrimiento.- Hola...-dije nerviosa-

_ Desde ahora Utena-sensei, Amuria-chan, ellos son parte del grupo al cual decidí integrarlos para su entrenamiento. -

_ -entra Aiperus aún dormido y saluda como si nada, se sienta y recién entonces pregunta- ¿Quienes son todos estos Utena-sensei?

_ Son nuestros compañeros onii-san. -le dije pero entonces todo se rieron de mí- ¿Qué les pasa?

_ Es que ya no pueden decirse así Amuria. -la regaña su maestra- Veras, los demonios no tienen familia, Aiperus es solo un compañero, ahora basta de charlateo y a comer.

Los demás niños tenían nuestra edad en apariencia, pero igual nos sentíamos algo chicos. Todos eran serios, excepto uno, el más alto. Ese miraba de forma diferente y sus ojos verdes eran diferentes a los de Utena... ¿Quién era?
Yo no era para nada disimulada con eso, lo miré sin recelo y él me respondió con una media sonrisa. Ni me inmuté, solo comí en silencio y de vez en cuando lo miraba, él me respondía.

Pasado eso, comenzó lo realmente duro, el entrenamiento. Primero fueron las reglas básicas de comportamiento:

1º Ningún demonio tiene familia, ni hermanos, ni padre ni madre, nada. La cuestión afectiva era inadmisible en un ser cruel como debíamos ser.

2º No existe la compasión con ningún ser vivo que interfiera con nuestros propósitos, no importa el medio solo el resultado.

3º Se debe atacar ante cualquier duda, no se debe tener confianza en nadie, solo en uno mismo.

4º No se pueden establecer vínculos con nada ni con nadie, solo entorpece el curso de nuestra vida.

5º La única conciencia o moral la dicta nuestros instintos, no debemos hacer caso a la culpa o el arrepentimiento.

6º Un demonio respeta las jerarquías de poder, sino será castigado con la sentencia de tortura.

Estas eran las más importantes, claro la última era precisamente para que no intentáramos desafiar la autoridad de nuestros maestros u Amos. Odié esa regla hasta el último día en la residencia.
Era todas prácticas físicas drásticas, no distinguían al género, era crueles y varios de nosotros terminábamos lastimados o exhaustos, lo que traía como consecuencia la ira de nuestra inflexible sensei. Fueron muchas las veces que dormimos afuera o nos morimos de hambre por no lograr completar las exigencias de la maldita diablesa.
Correr, trotar, escalar, esconderse, golpear, patear y todo lo que se les ocurra, TODO, lo debíamos hacer en un día. Pero con el tiempo notamos que nuestros cuerpos se hacían fuertes, que de verdad, lo éramos. Un día el más alto, cuyo nombre aún no preguntaba, derribó un árbol con solo un puñetazo, todos quedamos admirados.
La fuerza y agilidad aumentaba, junto con esto también la soberbia y el ego característico de los íncubos y súcubos. De repente olvidamos el sufrimiento y la soledad que sufríamos, poco a poco dejábamos nuestra humanidad atrás. Todo el trabajo llevaba a hacernos actuar como monstruos sin sentimientos, algo horrendo para algunos pero normal para nosotros. Incluso llegamos a olvidarnos de nuestra familia, de nuestra madre...

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Los años pasaban, muchos progresaron de forma asombrosa y rápidamente saldaban sus deudas para convertirse en sus propios amos.
Aiperus y yo tardamos más, había una diferencia, la mayoría tenía entre cuatro y seis años más que nosotros. Aunque las cosas tomaron otro curso cuando dejamos la parte física de un lado y aprendimos el arte de los poderes demoníacos. Para llegar a ese punto tuvimos que pasar por mucho, había noches en que me azotaba la melancolía y el temor, llorando a escondidas nadie notó nunca mi soledad. Ni siquiera mi hermano me vio derramar una lágrima, ni orgullo era muy grande para compartir aquello.
Pasaron cinco años hasta que por fin estuvimos en una situación algo estable en medio de aquel averno. Nos habían agrupado en el último grupo de han'gôs para aprender más allá de lo físico, evidentemente eramos la escoria, un conjunto algo disfuncional.
Éramos seis, tres chicos y tres chicas.
Aiperus, Ember, Onix -el chico alto-, y por otro lado Amon, Nana y yo. Claramente teníamos una gran deficiencia, de allí ser los últimos en conseguir alcanzar ese nivel. Fue un día de otoño que comenzamos con Utena-sensei a descubrir la parte más oscura de nuestra naturaleza.
La impotente mujer de ojos amarillos nos ordenó en un fila y al frente de todos nos sonrió de forma desquiciada y exclamó:

_Bien, miserables, hoy verán su verdadera forma. -de pronto de su kimono se desplegaron dos alas de murciélago, una cola puntiaguda y dos cuernos parecidos a los de una cabra. Todos quedamos con la boca abierta. - ¿Qué? Pensaban que las historias que les contaban de pequeños eran mentiras, somos demonios y ustedes deberán aprender a controlar la transformación, una vez que lo logren y desarrollen sus habilidades...entonces podrán terminar con el contrato que hayan firmado.

La última parte captó la atención de todos, era claro que nadie deseaba seguir a la disposición de esa arpía. Pero aún nos faltaba mucho, sería cuestión de tiempo y resistencia.

_ No se crean que se la haré fácil. -la diablesa sentía la tensión en el ambiente- No solo es la apariencia. -entonces desapareció un momento y apareció en frente de Ember quien fue víctima de un inadvertida beso por parte de ella. Al separarse él cayó al suelo, desmayado.- Sino también la actitud, esto es lo que deben aprender.

Nuestra especie se alimenta de otros para poder vivir, teníamos que ser crueles y despiadados. Utena era la persona perfecta para enseñarnos algo como eso, alias, la odiábamos.

Antes de comenzar a describir lo que sucedió después contaré un poco sobre mis "compañeros".

Ember era un demonio mudo, de vez en cuando se le escuchaba uno que otro quejido pero en realidad no creo que nadie lo llegase a conocer en serio. Completamente introvertido. Onix, el chico alto, nunca podré olvidarme de su primera impresión. Él era muy abierto, cálido y sumamente expresivo, su mirada en mí era algo que me parecía dulce. Era raro para ser un han'gô, siempre sabía más cosas de las que uno creía.
Amon, la de colmillos, parecía un vampiro pero no solo en apariencia sino también por su gran dominio del sarcasmo y la manipulación. Con su mente se podría separar a toda una familia en solo un mes, o quizás convencer a un esposo devoto de asesinar a su esposa. En una palabra siniestra. Y la última pero no menos importante, Nana, hacía honor a su nombre porque mujer con mala suerte como ella no he visto aún. Pero también fue por muchos años nuestra referí personal, la mejor en arreglar problemas, menos los suyos.
Creo que con esta pequeña descripción de imaginarán lo complicado que fue avanzar, sin mencionar a la gritona de nuestra sensei....quisiera haberla matado cuando pude.

CONTINUARÁ

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Algo corto lo sé, pero ya en el próximo hay mucho entonces por eso, hay que equilibrar las entradas xP jajjajajja

1 comentario:

Minae dijo...

Me encanta!!.. Onix <3, así se llama mi piedra (la de capricornio)
Me gustaron las descripciones de los personajes, me siento un poco identificada por Nana -la mejor en arreglar problemas, menos los suyos-
Tengo listo el dibujo de Amuria.. me encantaría verla como demonio :F
Jaja, Muy bueno Sa-chan.. seguila ;D