sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo Treinta y siete: La Pasión Prohibida

~Ojos verdes a lo lejos~

Mientras aquel bello romance se desenvolvía en las sombras, las personas comenzaron a soltar rumores, miles de ellos sobre la sospechosa sonrisa del rey de piedra, Francisco Nadolph.
Su padre comenzó a sospechar, inclusive una noche hubiera jurado haber detectado el olor de esa demonio en su casa pero nunca la llegaba a encontrar. Para no asustar a su esposa y sus dos hijos más pequeños, no dijo nada sin tener prueba alguna. Los ruidos en el cuarto de su primogénito le eran de desconfiar, jamás lograría hacerlo entrar en razón, al igual que cuando él conocía a Stell, Frank estaba cegado por ese bello hechizo que es el cariño.
Lucía prefería estar con Frank en los callejones, el parque pero últimamente para no caer en la rutina iba a visitarlo una que otra vez a su cuarto. Aún con el riesgo del gran dragón de su padre ella no medía los peligros y siempre se ocultaba bajo su piel humana. Una noche, mientras se besaba apasionadamente encima de la cama del ojiverde un niño pequeño y asustado entra y al verlo en una posición comprometedora se queda mudo y deja caer su osito de felpa al suelo.

— ¿Allan? —dice a la par que se levanta y le cierra la blusa a su compañera mientras la mira y susurra— Es mi hermano menor.

— *Flancisco ¿qué están haciendo? —dice confundido mientras su carita denotaba curiosidad— ¿Quién es ella?

— Este, Allan verás yo...nosotros..sólo estábamos. —titubea mientras intenta inventar algo que no traumara al pequeño.

— Estábamos besándonos. —dice tranquila Lucía mientras le ofrece los brazos y el chiquito tan dulce y confiado va con ella. Lo sienta en la cama en medio de ambos y sonriendo le contesta— Me llamo Lucía.

La joven tiró su rizado cabello hacía atrás y admiró la inocencia del pequeño. Se preguntó si Frank había sido igual de lindo de niño. Sus ojitos celestes le daban a entender que sería alguien muy especial. Le revolvió el cabello a lo que este mira a su hermano y vuelve a poner la cara de susto con la cual había entrado.

— Tuve una pesadilla helmano y no puedo dolmil. —dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

— Aww pobrecito, ven quédate con nosotros un rato hasta que te de sueño. —exclamó conmovida la han'gô mientras lo abrazaba contra ella y se tiraba en la cama. Le tiró de la camisa a Frank para que los acompañara.

Después de un tiempo hablando y contando historias con el pequeño, este finalmente logró dormirse entre ambos mientras abrazaba a su oso son una sonrisa en su rostro. Lucía se levantó y fue hasta la terraza para irse, siente a su novio retenerla y tomarla por la cintura, apoyó su mentón en el hombro de ella y le dijo:

— No creí que fueras así con los niños, Allan suele ser desconfiado pero le has caído bien. —le besó la mejilla, sintió como ella sonreía.

— Es muy dulce como su hermano mayor, sólo por eso fui amable con él. —le responde el beso de la misma manera y luego se esfuma como niebla.

Frank la ve a lo lejos saludarle, siempre debían ocultarse de esa forma, aunque Allan les había cortado el momento les dio una noche bastante calma y relajada a diferencia de las demás llenas de temor y nerviosismo por ser encontrados. Fue al lado de su hermano apenas lo abrazó con un brazo y se quedó dormido a su lado. 

A la mañana siguiente, el dragón se despertó y entonces al mirar a su lado vio que Allan había desaparecido. Se levantó algo asustado y lo buscó por el cuarto, no estaba. Salió por la puerta y entonces escuchó la voz de su madre:

_ Francisco, hijo, el desayuno está listo. Si estás buscando a Allan, ya lo fui a despertar yo.

El dulce aroma del desayuno logró relajarlo,  por un momento se había asustado. Vio a Galf entrar al baño y amenazarlo con su cepillo de dientes.

— Si te levantas tarde, no te quejes si llegas tarde. No molestes. —aún estaba dormido.

Frank hizo una sonrisa torcida, si, llegaría tarde a la escuela, ese chico siempre se tardaba media hora. Su cabello ondulado era indomable y sin contar su perfeccionismo con el mismo para quedar decente.  Se golpeó la frente con la mano, esperó hasta que su hermano por fin liberó el baño y se metió. 
Una vez alistado y listo bajó para encontrarse con la mesa lista y su madre ya sirviendo. Esta sonreía, siempre sonreía mientras le servía a sus tres "hombrecitos". Se sostuvo su vientre ya bastante crecido y se sentó.

— Mamá me hubieras pedido ayuda, como estás no debería hacer tanto tu sola. 

— Tranquilo, ya he pasado tres veces por esto, además este es más tranquilo de lo que fue Allan jajaj —río un poco, tomó su taza y luego de un sorbo le dijo— Galf se levantó hace rato y puso la mesa así que no hice mucho tampoco.

— Claro, yo no duermo hasta las once como otros. —mira a su hermano mayor sonriendo irónico.

— Maldito enano...—murmura por lo bajo cuando a su lado aparece su padre, Frank se pone serio como siempre y sólo toma una tostada para disimular su cansancio.

— Lo siento Flancisco, fue por hacelme companía que se quedó hasta talde. Tuve una pesadilla. —cuenta apenado Allan mientras movía la cuchara de su taza.

— Hubieras venido con mamá, sabes que él debe dormir mucho o si no se pone de mal humor. —apenas le acaricia el hombro a su hijo serio y le sonríe— Me alegra que lo hayas cuidado, ahora sólo me falta ver que pasen un día sin pelear con Galf. 

— Lo siento, al menos no te despelté.

— ¿Cómo aún estaba despierto? —dice el padre mientras mira de reojo a Frank, él siempre revisaba cada uno de los cuartos y estaba dormido cuando pasó por el suyo.

— Sip, él estaba besándose con Lucía pelo no hubo ploblema y me quedé con ellos un lato hasta que me dolmi.

Los padres se quedaron mudos mientras miraba a su hijo tan fijamente que pudieron haberlo atravesado, Galf sólo lo miró un momento mientras pensaba "este se metió en problemas" y entonces se terminó su tostada de una mordida. Allan miraba a todos, quizás había dicho algo malo o pronunciado mal por su problema con las "eres". No se entendía nada. 
En ese momento Frank sintió como el poco té que había tomado le calló como una bomba mientras su corazón casi se sale de su pecho por el nerviosismo. Se levantó lo más rápido que pudo, salió de la cocina e intentó irse por la puerta. Siente la fuerte mano de su padre contiendo su brazo y entonces lo tira hacía él. Su mirada demostraba enojo, decepción, era tal cual se lo esperaba.

— ¿Qué estabas pensando al traer esa cosa a nuestra casa?¿Estás tratando de provocarme verdad? No tienes idea de cuánto lo dude, de cómo intenté contenerme por tu madre como está ahora no debe pasar por un momento como el de recién. ¿Crees que le gusta saber que una chica extraña entró a casa, estuvo a tu cuarto, y no pensar nada malo en cuanto a eso? ¡Francisco contéstame! —lo sacudió y contra la pared esperó por que su esposa no se arrimara por el pasillo y las cosas se pondrían peor.

El joven apenas podía pensar, sabía que no le creería, que pensaría que Lucía lo había hipnotizado o engañado. Sólo lo miró tan frío como siempre y le dijo con la voz más firme que encontró.

— Ella me ayudó con Allan, no pasó nada serio, un beso no es nada malo. Y aunque te lo he tratado de decir no me crees, ¿qué caso tiene hablar contigo cuando ni siquiera me escuchas?

— ¿Y tu me escuchas? ¿Qué hay de tu madre?¿Te parece bien lo que has hecho? 

— Yo siempre te escucho, inclusive dudo mucho por lo que repites mil veces, porque compruebo todo lo contrario en ella. Yo no quise nunca ocultarle nada a mamá pero simplemente no confío en ti y por eso lo escondí, nos escondimos para estar juntos. Yo la amo. —en ese instante lo ojos verdes de él se quebraron un momento.

— Deja de decir tonterías hijo, el daño que le estás haciendo a tu familia y tu diciendo tales cosas. No lo ves aún pero ella es un demonio, en cuanto vea la oportunidad se aprovechará de ti como todos y entonces volverás pidiendo por mi ayuda. Y yo...no te la daré por terco si sigues así. Ahora  inventa algo rápido porque lo único que no voy a aceptar de ningún modo es que pongas mal a tu madre.

— Claro, pero igual...—se libró de su agarre— Nunca te pediré tu ayuda, no te tengo confianza.

Esas palabras fueron como una daña en el alma del viejo, él sólo intentaba proteger a quienes quería, pero nunca tuvo esa sutileza o tacto para el trato. Por eso se casó con Stell, una mujer tan dulce y delicada que logró ver esa carencia de él y confortarlo. Se pasó la mano por la nuca y se quedó pensativo un tiempo. 
En la cocina  Frank volvió y convenció a todos que fue un mal entendido, que estaba viendo una película y que Allan sólo no supo expresarse. Como que hablaba de la película, no de él, algo dudoso se quedó Galf pero su madre ingenua le creyó. Después habló con Allan a solas y le pidió que no volviera a mencionar a esa amiga suya, él como era muy obediente de su hermano mayor lo hizo. En cuanto a su padre se dio cuenta que no podía seguir estando tan cerca de su amada, debían volver a verse en la calle y esta vez tener más cuidado. Ahora lo tendría más vigilado que nunca. 

Dos semanas después, una noche que con suerte de todos los Dioses convenció a su familia de que iría de campamento con unos amigos, logró estar con Lucía tranquilos. Ella tenía una pequeña vivienda en un pueblo cercano. Su hermana no estaría, así que sería todo perfecto, sólo los teletransportó a ambos hacía allí y ya caída la noche comenzaron a desatar su parte más pasional.
Él acariciaba sus piernas con lentitud, ella apenas rozaba su espalda con sus dedos, sus besos ya no eran sólo buenos, si no también llenos de deseo. Entonces él notó un calor en su entrepierna y un tanto asustado se alejó de ella y se sentó un momento. Estaba nervioso ante eso, hacía mucho tiempo que la conocía, que quería estar con ella, pero siempre estaba tan cerca y eran interrumpidos. En ese momento su propio miedo lo detuvo.

— ¿Qué pasa Frank? —dice ella mientras se acerca a él y nota aquella reacción en sus pantalones— ¿No quieres que..

— Si quiero, sólo estoy algo nervioso es todo. —intenta sonar frío como su costumbre pero le era imposible ante ella, se sonroja fuertemente.

— ¿Tu nunca has hecho esto? —se le acerca y le besa un costado del cuello mientras sentía su corazón latir con intensidad.

— Eres la única chica que he besado, creo que basta con decir eso. —él apenas la mira y entonces siente como le desata el pelo y apoya su mano en su nuca haciendo que le diera un escalofrío.

— Yo tampoco he estado con nadie, tengo miedo igual aunque...quiero. —lo mira con sus ojos llorosos, nunca había pensado que pasaría así.

— ¿Tu? —la mira y supo que no mentía, lo había elegido, a él. No lo podía creer, que confiara así. Tomó su rostro con sus dos manos y la besó de forma tierna mientras la volvía a recostar en la cama y al separarse le dijo— Te amo.

Ella le devolvió las palabras con la mirada y apenas sonrió cuando al notar las caricias de Frank sobre su piel empezó a sonrojarse a pedirle dulcemente que siguiera. Él estaba decido a demostrarle su amor, aún cuando él no pudiera disfrutarlo, o estuviera confundido en cuanto lo que sentía, sabía que Lucía lo entendería y aunque sólo disfrutara ella, él sería feliz.
Se amaron toda la noche.

A la mañana siguiente Frank se despertó y miró a su amada dormida sobre su brazo, había sido un noche especial. Le besó la frente y se quedó a su lado mientras la abrazaba. Entonces la siente quejarse apenas, pensó si aún estaba dolida, siente como le tira de un mechón de pelo y abre sus ojos carmesí con sorpresa. Lo ve un segundo y luego sin decir nada se levanta apenas y sube encima de él mientras se acuesta sobre su pecho. Él se queda estático, al sentirla tan cerca como antes, tan cálida y su cuerpo desnudo sobre el suyo. La joven lo abraza con sus brazos y abre sus piernas debajo de él. Siente como se rozaban, le sonríe pícara y entonces ya con una voz confiada y segura le dice:

— Lo peor ya pasó, ahora quiero que te guste también.

— Yo estoy bien, no es que no me haya gustado solo que...—siente como ella se levanta dejando al descubierto todo su cuerpo, él la mira sin recelo y entonces le acaricia la cintura a lo que ella hace un gemido que logra ponerlo nervioso— Lucía no es necesario que...yo no sé si es placer o no por mi condición pero me gus..

Es interrumpido por los labios de ella y entonces al verle los ojos se da cuenta que ya no había temor. Siente sus suaves manos tocarlo, por alguna razón también empezó a sentir que quería más y más de ello. Al notar su impaciencia la joven lo mira y pegando sus frentes le dice:

— Esto es placer Frank, quiero escucharte...dime ¿qué quieres? —su voz lasciva desapareció cuando sintió los labios de él, su lengua invadirla de forma abrupta, luego las manos de él tomaron las suyas y poniéndose sobre ella logró responderle.

— Yo te quiero a ti. 

Ella sonrió al oírlo, porque sabía que siempre estaba pendiente de sus sentimientos, pero ella nunca tuvo oportunidad de retribuirle y quería por lo menos una vez, que pudiera sentir como un persona normal. Que viviera, que deseara estar así tanto como ella la noche anterior. Porque bien sabía que esa noche fue suya, entonces esa mañana sería para él. 

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 Luego se ese día que compartieron juntos, le era una tortura estar separados, así que se veían más seguido que nunca. Se necesitaba, se querían tanto y confiaban tan ciegamente que ni siquiera Frank se molestó en discutir más con su padre y simplemente se escapaba de noche él a costa de la opinión ajena. Sus hermanos comenzaron a notar su ausencia, su madre comenzó a preocuparse, pero pensando que era normal en él decidió no preguntar. Una noche Allan asustado de nuevo fue al cuarto de Frank y se encontró con que estaba vacío, entonces desanimado se fue con Galf. Este lo recibió en su cama sin problema, apenas tenía seis años y a pesar de no entender mucho aún se notaba que el niño de ojos celestes sabía algo. Su hermano mayor solo lo acobijó bien y le tarareó una canción, entonces mientras este se quedaba dormido le sintió decir:

— Flancisco se fue con Lucía ¿verdad?

— Lucía es de una película, no existe Alli. —le contestó su hermano mientras intentaba no quedarse dormido él.

— No le digas a nadie. —le advierte y al ver como le asentía le confiesa— Lucía existe, es una chica de veldad y estaba con Flancisco. Ella lo llamaba Flank y fue muy amable conmigo, pelo él no quiele que diga nada polque si no papá se enojalá con él.

— Allan no te preocupes por eso, no es nada malo, pero no debes meterte en sus problemas. Algún día entenderás que papá sólo nos quiere proteger, aunque Francisco está muy enganchado al parecer. Tú sólo duerme que yo arreglaré todo de alguna forma. —le dice para consolarlo y al sentirlo dormirse encima de él dice por lo bajo— Esto no va a terminar bien.

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Una tarde, al regresar a casa, ya muy tarde el joven con sus ojos aún emocionados se encuentra a una sorpresa esperándolo en el sofá media dormida. Al parecer su madre estaba allí, en medio del invierno,  con un libro sobre su gran panza de embarazada y una seña en su rostro que detonaba preocupación. Claro, su esposo se había ido a sus "peleas" y ella debía asegurarse de cuidar a sus hijos, al ver la ausencia de Frank sólo le sobró quedarse a esperar que regresara para retarlo y ver que estuviera bien. El pelirrojo se le acercó y entonces abrazándola como nunca intenta levantarla. Apenas le susurra al oído.

— Mamá, te hará mal si tomas frío, ven te llevaré a dormir.

Siente entonces los brazos de la mujer abrazarlo con fuerza. La sintió sollozar encima de él. Asustado se separó apenas y viéndola al rostro le pregunta angustiado:

— ¿Pasa algo?¿Te sientes mal?

— Es la primera vez que me abrazas así...

Dice ella emocionada y lo vuelve a abrazar mientras intentaba no apoyarlo sobre su pecho. Frank se sorprende ante esto, ¿sería cierto?¿él nunca la había abrazado? Se sintió algo triste ante esa reacción, de verdad había sido tan cerrado tanto tiempo que nunca pudo decirle cuánto la apreciaba, cuánto...

— Te quiero mamá.

— Ohh mi hijo, lo sé, lo sé pero...hace bien que lo digas de vez en cuando. —se lo saca con delicadeza e intenta secarse las lágrimas, lo miró bien a su niño y besándole la frente le dijo— Veo que estar enamorado te ha hecho más dulce de lo que eres, no sabes cómo me alegra que me hayas abrazado. Te amo.

Lo besó un par de veces más y luego se levantó sosteniendo su cuerpo ya bastante pesado y ayudada por su hijo fue al cuarto para acostarse. Se recostó y Frank la cubrió con las sábanas, se quedó un rato a su lado tomándole la mano para que no se sintiera sola. Siempre lo hacía cuando su padre se iba porque sabía bien lo que ella se preocupaba. Pensó entonces en la molestia que le había ocasionado, al irse así sin avisar, se debió haber asustado. Se recostó apenas a su lado y mientras la miraba pensó que ella, sus hermanos y Lucía eran las únicas personas a las cuales nunca querría lastimar. Sólo le hubiera gustado pensar también en su padre, pero nunca lo sintió así.
Sin darse cuenta, el calor de su madre y la tranquilidad del ambiente fue su mejor aliado para poder conciliar el sueño.

A la mañana siguiente despertado por un fuerte tirón en su coleta. Miró a su derecha cayéndose de la cama, al ver al enano frente de él le reclamo enojado:

— ¿¡Hay mejores formas para hacer que te quiera sabes!?

— Lo sé, pero la cuestión es que últimamente te odio Frank. —dijo serio y con gran énfasis en el apodo.

— ¿Por qué me llamas así? —se sobó la espalda.

— ¿Si esa mujer puede porque yo no?

Abrió sus ojos verdes pálidos y tomándolo del brazo salieron del cuarto. Se arrodilló a su altura y lo miró entre enojado y sorprendido. Vio los ojitos de Allan asomarse por el sofá y entonces bajó la mirada como entregado a saber quién fue su delator.

— Si sabes lo que te conviene, y eres muy inteligente, no dirás ni una palabra.

— Oh claro, escápate con tu noviecita, mientras aquí quien cuida de mamá somos Alli y yo. Además ¿tienes idea de cómo estuvo anoche? No debe estar mal, al menos no por tu culpa, eres un tonto.

— Hablas igual que papá. —respondió casi en queja— Anoche me descuidé pero la convencí que no se preocupara, no entiendes enano, y no asunto tuyo.

Allan estaba a punto de llorar, odiaba verlos discutir, claro entre un adolescente y un niño de trece años siempre había rivalidades por lugar;aunque esa vez se sentía más tenso que de costumbre.

— ¿No es asunto mio? ¿Qué hubiera pasado si le pasaba algo a mamá o a Allan? ¡Yo aún no sé que hacer! y me da miedo pensar en eso...—agregó al último serio mientras lo desafiaba con sus ojos más oscuros.

— No va a pasar nada, sólo no te metas en mis problemas, además yo siempre estaré para cuidarlos. No debes...—intenta tomarle el hombro pero Galf lo evita y sólo se encierra en su cuarto— Galf...

Frank bajó la mirada al suelo, sentía que lo había decepcionado, se sentó en una de las sillas de la sala y entonces se sostuvo la cabeza con la mano. Pensó por un tiempo, cuando sintió un sollozo débil provenir del fondo del cuarto. Se acercó a uno de los muebles y vio a su hermano menor llorando e intentado ocultarlo. Lo toma por la espalda y entonces este se queda callado. Frank se sienta y lo pone encima de su pecho para consolarlo.

— No volveremos a pelear Allan, no frente de ti, todo estará bien. —le repetía una y otra vez mientras sonreía para que no lo viera tan mal,entonces el pequeño se acurrucó en él y por fin dejó de llorar— Te prometo, jamás volverás a escucharme gritar o ponerme mal, sólo cálmate.

— ¿En selio?

— Si.

— ¿Incluso con papá?

— Incluso con papá, sólo deja de llorar.

— Esta bien, ¿Flank?

— ¿Si?

— ¿Me prepalas algo? Tengo hamble.

— Claro, ve a cambiarte. —lo baja al suelo y él se levanta para ir a la cocina, hoy cocinaría él, dejaría a su madre descansar.

Frank a veces olvidaba, lo responsable que debía ser a veces, con Allan le era fácil porque este siempre lo buscaba y le pedía las cosas. Galf era tan distinto, siempre queriendo hacer solo las cosas y casi nunca podían hablar sin pelear. Debería solucionar ese problema con él, tenía razón de no tener que causar más momento de angustia para su madre. Entonces decidió ser honesto con ella, no en todo, pero para que no se asuste.
Le contó que tenía novia, ella al principio pensó que le estaba jugando una broma, claro que sabía que andaba enamorado, se notaba pero una chica debía ser muy especial para alguien como su hijo. Luego de hablarle un poco de ella, quedó en que quería conocerla aunque al joven no le pareció buena idea y sólo intentó evitar esa parte.

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Hubo un alejamiento, ya no lo buscaba, ni siquiera la había visto por el parque. No sabía porque, quizás tenía cosas que hacer o necesitaba arreglar algún asunto pero luego de unos días Frank comenzó a preocuparse por la ausencia de Lucía.

Una tarde de lluvia mientras el joven de ojos verdes hacía un mandado vio entre las sombras de la calle una figura de una chica que entraba en un callejón al instante en que pareció verlo a él. Olfateó el aire y con toda seguridad fue detrás de ella.

— ¡Lucía! ¡Lucía! ¡Soy Frank! —le gritó como mil veces pero esta parecía ignorarlo.

La vio detenerse y apoyarse en una pared, antes de decir nada ella ya estaba arrodillada en el suelo. Frank se apresuró a buscarla y entonces la abrazó contra él para evitar que se cayera. La nota muy delgada a antes, sin dudarlo un segundo la toma y la carga encima de él. Mientras caminaba pensó por un instante, su padre no estaba en casa, podría aprovechar y llevarla allí. Debería ser muy cuidadoso, aunque sin Galf por su reunión en el club de "Star War" sería casi posible que su madre lo dejara ayudarlo sin necesidad de ocultarla. Animado por esa idea se apresuró junto con las compras y su novia en brazos para llegar.

Una vez en casa, al abrirle la puerta la dulce Stell no pudo resistir ayudar a esa pobre niña, sabiendo claro que era la novia de su hijo. No era bueno mintiendo Frank, casi nunca lo era.
La recostaron en el sillón y entonces su madre le tocó la frente con cuidado.

— No tiene fiebre, debe ser que anduvo sin comer o algo así, en cuanto despierte le prepararé algo. — se levanta y entonces sólo mira a su hijo—  Cuídala, estaré en la cocina, mientras llama a Allan, ese niño es una marmota durmiente.

— Claro mamá.

Se quedó al lado de ella y entonces la sintió quejarse y apenas abrir los ojos. Le sonrió al verla bien pero su respuesta no fue la que esperaba. Ella se levantó de golpe y sintió de nuevo esos mareos, se sostuvo de él y notando que estaba en su casa le dijo:

— Debo irme no debería estar aquí...— sintió cierta presión en el estómago.

— Tranquila mi padre no está y mi madre no tiene idea sólo cálmate. Lu...

—  Necesito ir al baño.

—  Ya te llevó.

La ayudó por si se caía y la dejó sola, entonces sintió el agua del lavado abrirse y un ruido extraño. Estaba vomitando era obvio, Frank se asustó, estaría enferma, por eso lo evitaba. Al abrir la puerta notó lo pálida que estaba la abrazó. Entonces se siente un suspiro desde el pasillo y al desviar sus ojos de ellos mismo se encontraron con la mama de Allan mirándolos con un taza en mano.

— ¡¡Mamá!! —se quejó él y entonces sin soltar a Lucía le dice— perdónala, es curiosa por demás.

— ¡Lucía! —dijo Allan desde el cuarto y salió a saludarla pero mientras la abrazaba notó que Frank no la soltaba y entonces se quejó— ¡Ahora me toca a mi abrazalla!

— Allan...—dijo a modo de regaño mientras lo miraba de reojo.

Lucía y Stell rieron a la par por sus actos. La llevaron al sillón donde estaba ante y entonces tomó apenas un poco de té caliente. Eso logró ponerla de mejor aspecto.

— Asi que Lucía, te ves mal niña ¿cómo te sientes? —dijo la mujer mientras le tocaba la mejilla y le daba un pequeña caricia.

— Mejor pero sólo es un pequeño desmayo, ya estaré en condiciones para volver a mi casa. Gracias. —sonrió por lo bajo, al sentir la caricia recordó a su propia madre y por un extraña razón los ojos se le llenaron de lágrimas— Lo siento, ando muy sensible últimamente...no es nada en particular sólo...

Comenzó a llorar por lo bajo mientras intentaba cubrirse. La mujer también se puso sensible y Allan casi llora también, ahí él único que no lucía triste sino sorprendido era el ojiverde. Él la rodeó con sus brazos y sólo la contuvo hasta que estuvo mejor. A su madre se le escapó un segundo suspiro pero luego pasó.
La joven se despidió de la mujer y el niño, agradeció la hospitalidad y con su mejor sonrisa los convenció que estaría mejor al llegar a su hogar. Pero el dragón no se quedó del todo seguro, en cuanto su madre se quedó dormida no resistió y siguiendo el olor de ella consiguió por fin encontrar su casa. Estaba cerca de uno de los pueblos limítrofes, entonces entró y encontró a su hermana. La conocía pero nunca le cayó bien. Esta se levantó y caminó hacia él, le pegó una cachetada y sonriendo maliciosa le dijo:

— Has arruinado tu vida idiota. —se desvaneció en el aire.

—¿Pero qué demonios fue eso? —se quejó mientras se tocaba la mejilla algo roja, le dio con ganas.

Siente ruido desde la habitación de su novia y va a ver, la encuentra en el baño haciendo lo imaginado. Al verlo no puede sino intentar alejarse de él.

— ¿Qué haces aquí? Tu..tu..tu debes irte..—intenta empujarlo pero se sentía lo débil que estaba y ni siquiera logra moverlo de su lugar.— ¡Vete!

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué no quieres que esté contigo?

— Porque voy a arruinarte la vida...yo soy una idiota.

Entonces supo en seguida quien le había dicho eso.

— No hagas caso a tu hermana, ella no sabe nada. —intenta besarla pero ella lo impide.

— Me vas a odiar, yo no quiero que estés conmigo porque fue mi culpa.

— ¿De qué hablas?

— Frank yo...

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En una celebración al arte, una presentación especial, un cuadro de una novata. Un gótico paisaje donde una mujer desnuda con marcas en la espalda de sus antiguas cadenas, ahora restos en el piso, ella alzaba su mano al cielo dónde otra la estaba esperando para llevarla consigo a la luz de un nuevo despertar. Algo bello y claro, emocionante para su autora quien lo miraba asombrada mientras era abrazada con orgullo por su amiga.

— Es muy hermoso Amuria.

— Gracias Lucía.

Mientras, alguien había quedado paralizado en la otra parte de la sala, un joven de ojos celestes que al ver el cuadro sintió su corazón salirse de su pecho. Entonces su hermano mayor lo toma de los hombros y un tanto sorprendido también le dice al oído:

— ¿Es lo que creo que es?

— Espero.

— ¿Qué hacen ahí en medio como si nada? Vamos, quiero ver que más hay. —se quejó el más chico mientras los tiraba de sus camisetas a ambos.— Ya después vemos los cuadros, tardamos cuatro horas en llegar y no he comido nada. Exijo comida.

— Yo voy contigo Erin, deja de actuar como un niño. —exclamó el mayor mientras empujaba a Allan hacía el lado contrario— Ve a ver si dicen que quién es.

El dragón aún algo shockeado le levantó el pulgar en señal de afirmación y se acercó a esa pintura. Era tan parecida a las misma marcas que portaba Amuria, no podía ser coincidencia. Siente una mano sobre su hombro se voltea esperanzado y sólo encuentra a una mujer de rulos mirándolo con algo de duda. Le parecía conocida.

— No hallarás la firma, es anónimo. —le sonríe y entonces se retira— Diviértete Allan.

— Claro, gracias.

Tan concentrado estaba en lo de la pintura, que no se percató, que la mujer lo había llamado por su nombre.
La música en el ambiente llamaba a la alegría y el conocimiento, miles de personas estaban de un lado al otro viendo las obras o escuchando a las bandas en el exterior del edificio. Nadie nunca se imaginaría que estaban tan cerca, tan cerca...

Se quemarían.




1 comentario:

Minae dijo...

Llevo ya tiempo leyendo esta novela y por fortuna te informo que cada vez me sorprende y me atrapa mas y más.
Me imagino millones de probabilidades que pueden derivar luego de este capítulo.. me encanta, me gusto mucho!
Seguila asi que esta re entrete la cosa :DDD