martes, 27 de septiembre de 2011

Capítulo Treinta y ocho: Odio

En medio de la gran celebración mientras un desesperado buscaba a una despistada, un despistado buscaba a una desesperada y un joven intentaba hablar con una chica bastante mayor la música resonaba tapando todos esos acontecimientos como si fueran una sola acción de un destino común.
Las luces se apagaron de repente y entonces un presentador cubano por su acento dio inició a la secunda parte de la exposición, el baile. En el gran salón se empezaron a juntar las parejas y fue en ese ir y venir de damas y caballeros que sus ojos se encontraron. Al igual que la primera vez, ambos se quedaron mudos dejando a sus cuerpo actuar por instinto.
Se siguieron entre las personas hasta encontrarse en la parte exterior del edificio. Se miraron pero no se atrevían a decir palabra alguna, era como si estuvieran encerrados y no pudieran salir sus voces a flote de ese mar de confusión. En medio del silencio de aquel bello jardín, rodeados por el verde, todo les hacía recordar a las tardes en aquella plaza. Ella con un vestido largo de color negro y él de camiseta y un jean oscuro. Entonces el presentador dio el anuncio de comienzo. Sin poder resistir a su atracción sus manos se juntaron inmediatamente. Sus cuerpos eran llevados por la música uniéndolos de nuevo en aquella pasión. Pronto alguien los vio y otro más y más gente salió a disfrutar de aquel espectáculo. Eran  superiores a todos los bailarines de aquel salón, pues habían seguido bailando por años y al oír la música, aquel tema les era imposible no descargar un poco de tensión en esos compaces.


Cuando Allan y Erin se dieron cuenta que el que estaba maravillando a media muchedumbre era su hermano mayor se tuvieron que contener por disimular su sorpresa. Nunca en la vida se hubieran imaginado que su hermano era capaz de moverse así y expresar tanto aún con sus ojos mudos y crueles. En el otro extremo de la multitud Amuria observaba con atención, sabía que Lucía bailaba y muy bien pero jamás aceptaba invitaciones de ningún hombre a lo sumo le enseñaba a mujeres o la ayudaba a ella.
Todos hipnotizados por la música, pero ese hechizo se rompió por completo para dos de las personas, cuando sus ojos se encontraron. Los ojos celestes de él no pudieron despegarse de ella, quien bajó sus gafas azules para dejar al descubierto su mirada ante el contraste de su oscuro cabello.

— Amuria...—dijo y entonces algo lo detuvo.

En cuanto terminó la música se escuchó un ruido seco y lleno de odio. Al volver su vista al improvisado escenario vio a su hermano sosteniéndose la mejilla mientras su compañera salía con un paso de miedo hacía la salida.
Miró a Erin y este le dijo por lo bajo:

— Si vos entendiste, contame.

— ¿Qué pasó?

— ¿No viste? Tremenda cachetada se tuvo que soportar, pero no entiendo porqué.

— ¿Frank se dejó pegar? ¿Qué le pasa a esa mu...

Intenta volver a ver a esa mujer de lentes azules y nota que ya no estaba. Quizás se lo había imaginado.

Mientras la joven de pelo corto intentaba alcanzar a su amiga hasta que finalmente la voltea del brazo y al verle los ojos brillosos apenas logra preguntar.

— ¿Qué pasó Lucía?¿Por qué lo golpeaste? —pregunta pensando en lo ocurrido.

— Lo siento cariño, se lo merece, tan sólo no me siento bien...será mejor que me vaya, lo lamento Amuria jamás pensé que vendría justo aquí. Es tu noche la arruiné lo siento..lo siento..

La mujer sólo se desliza de su agarre e intenta alejarse, pero Amuria no la dejaría sola, no así. Va a su lado y entonces la abraza aún sin saber el porqué. Siente como le corresponde pero luego la suelta rápidamente y mientras la mira ya seria le dice:

— Tu debes volver y disfrutar, es por ti la presentación. No te preocupes iré a casa y estaré bien, pero por favor regresa. —entonces la besa dejándola paralizada un instante, jamás se sintió tan bien como entonces pero al volver a abrir sus ojos había desaparecido— ...ohh...yo quería que estuvieras conmigo.

Algo cabizbaja hace caso a su pedido y regresa a la fiesta, la cual ya tenía varios chismes sobre los misteriosos bailarines. Frank estaba aún en el jardín, se había puesto a fumar por los nervios del momento y no daba importancia a los comentarios o preguntas a su alrededor. Erin se sienta a su lado y como haciéndose el tonto.

— Esto está muy aburrido, no hay chicas lindas ni nada, ¿quieres que nos vayamos? —era claro que tenía ganas de quedarse ya inclusive había visto alguien interesante pero no quería que su hermano estuviera así, muy deprimido últimamente y más después de ese desprecio.

— Me iré, pero quédate esa chica rubia te está mirando hace rato y créeme es mejor complacer a una mujer antes que verla enojada...y...que te ignore...—casi murmurando lo último.

— Como quieras, me gustaría ir contigo en serio, estás mal lo entiendo aunque no entiendo porqué te golpeó de esa forma y en público encima.

— Digamos que lo merezco y ya. Vete o te sacaré a la fuerza y le diré que bailas como yo. —apenas sonríe irónico mientras lo empuja por la espalda, no quería ponerlo mal.

— Jajajajja claro...—antes de irse le dice— Bailas bien Frank, yo te pensaba un palo vestido nomas.

No le responde, sólo se levanta y antes de salir se cruza con Allan quien caminaba mirando con atención todas las chicas del lugar. Lo toma del hombro y le dice que se irá, luego se verían en el hotel. Este apenas le escucha para luego seguir su búsqueda. Entonces, después de una hora y tanto,  mientras volvía donde estaba el cuadro misterioso se choca con alguien y cae sobre esta a tiempo para no aplastarla se detiene con sus brazos.

— Estuvo cerca. —se escucha la voz deprimida de la mujer que no puede evitar sonrojarse.

— Lo siento, no me fijé. —al levantar la cabeza y verle el rostro se queda congelado, esos ojos, esos finos labios no podía estar tan equivocado. Sintió la mano de ella sobre su pecho, se sonroja como hacía años no lo hacía.

— Levántate. —le ordena casi, con esa voz tan firme como recordaba. Al ver que el hombre no le respondía con un gesto impulsivo le acaricia la mejilla y le pregunta— ¿Estás bien?

Tarda en responder y al sentir en su piel un gran miedo recorrerle el cuerpo, dudo si sería cierto o el destino le jugaba un broma de mal gusto. Pensar en volver a tenerla, en cuando la perdió, todo hizo que sintiera culpa. Fue por él que se había ido, tenerla tan cerca, tan dulce como pocas veces sabía era. Tuvo miedo y rápidamente se levantó y salió apurado hacía cualquier otro lado.
Amuria al verlo, sus ojos, ese color tan familiar, se quedó muda al verlo irse pero entonces lo comenzó a seguir. No sabía porque sintió esa necesidad de hacerlo, de volver a verlo. Entonces ya cansada de correr le grito:

—¡Hey tu! ¡Detente! por favor...—se apoyó sobre sus rodillas y respiró— Esta noche he corrido mucho...—siente un tirón y se endereza rápido para evitar inconvenientes.

Siente ese dolor de nuevo y entonces se toma de la pared con intensión de no marearse pero ya estaba mareada y algo agitada cosa que no ayudó.

— ¡Amuria! —va a su lado y la sostiene contra la pared, tomándola de la cintura con un brazo mientras le sostenía la cabeza con la otra mano— ¿Estás bien?

— Yo pregunté primero. ¿Cómo sabes mi nombre? —dice mientras se aferra a sus hombros y dice mientras cierra los ojos pero sin dejar de estar consciente— Estoy mareada, me estoy recuperando de un accidente, necesito sentarme.

— Claro, ya, este estamos lejos mejor...—se va agachando de a poco mientras la sienta con cuidado en el suelo. Lucía diferente, más delgada y madura, de verdad era como la chica que él conoció. Temía ilusionarse pero al oír que ese era su nombre sólo atinó a  responder— Sólo lo dije, no sabía.

— Gracias, debí haberme ido con Lucía. Qué descortés que eres, me haces caer, no me respondes y ni siquiera te presentas. Al menos podemos decir que eres adivinador. —dijo como reclamo pero sonriendo mientras intentaba que se le pasara el mareo.

— Soy Allan, perdón por lo de antes, no soy bueno en esas circunstancias. Me confundí, creo, dime ¿eres Amuria Himemiya? —no resistió a la emoción, necesitaba saberlo en ese instante, no podía creerlo.

— Ese maldito presentador, ¿dio mi nombre verdad? Yo le dije que no quería que me conocieran, prefiero ser anónima con mis pinturas siempre me avergüenza mostrarlas y la vez que acepto. Ya hablaré con ese tipo.

— No me recuerdas. —dijo él por lo bajo.

— ¿Qué? —abrió los ojos mientras sólo se enfocaba en él— ¿Tu no me conoces por los cuadros?

— No, yo te conozco de antes...te estuve buscando Amuria.

— Me buscaste, pero yo no...—se sintió avergonzada de no recordarlo, podía ver lo triste que se había puesto, no entendía porque ni su nombre se le hacía familiar aunque sus ojos si.— Me gustan tus ojos, pero no hay otra cosa en ti que me haga pensar que te conozco, lo siento...quizás te confundiste.

— Siempre he estado seguro, y tu...—apenas la toma del mentón— desearía no dudar que estoy soñando, pero ha pasado tanto tiempo y verte viva es...

Los ojos de Allan se llenaron de lágrimas, por alguna razón no quería pensar que se había equivocado, sería una fuerte caída de la cual levantarse. Sintió la mano de ella tomar la suya y jugar con sus dedos, finalmente entrelazó sus manos y dijo:

— Si en verdad me conoces, sólo quiero preguntarte algo ¿cuál es el nombre de mi hermano?

— Aiperus como demonio, Daisuke como humano, tu me lo contaste después que te traicionó.

Ella se quedó sorprendida, era cierto, él debía conocerla para saber algo así, ni siquiera Lucía sabía el nombre humano de su hermano. Entonces Allan tomó confianza y tuvo la intensión de besarla cuando siente una presencia detrás de él y al voltearse ve a Erin ya con varias copas encima mirándolo y riéndose de él. El hombre suspira y dedicándole una sonrisa a su dama le dice:

— Espérame, es mi hermano y al parecer no está en las mejores. No te levantes, ya vengo y te ayudo.

Fue a su hermano y entonces mientras lo ayudaba a sostenerse, tenía ganas de matarlo cuando lo siente caer sobre él completamente fundido. Lo maldijo en alemán mientras lo ponía sobre una silla y volvía con Amuria. La levantó y se fueron a ver si Erin estaba en coma o sólo muy borracho. La mujer se le acerca pero se aleja tapándose la nariz.

— Vaya ejemplo, no se puede estar cerca que uno ya sabe que está tomado, ¿Este es Frank? —preguntó sin darse cuenta.

— ¿Recuerdas a Frank?

Se encoge de hombros sin saber porqué.

— Él es Erin, es más chico, por eso el descontrol. —sintió celos al oír que podía recordar a su hermano y no a él.

Amuria lo ayuda a llevarlo hasta afuera y les pide un taxi para poder llevarlo a descansar. Antes de despedirse ella le dejó una dirección.

— Lamento tener que irme pero me necesita al menos hasta que recupere el equilibrio. —la abraza un momento— Ya tendré tiempo de contarte quien soy y cuánto significas para mi.

La suelta y entra al automóvil. Amuria se siente fría al verlo alejarse, él era alguien especial estaba segura. Pero en medio de sus pensamientos y recuerdos sobre su vida pasada siente alguien tomarla de la espalda. no alcanza a voltearse que se siente atrapada contra la pared. Sus manos estaban inmovilizadas y no podía ver con claridad pues sus lentes se habían caído. Siente que esa personas la obliga a besarla y al hacerlo siente mucho dolor hasta que pierde el conocimiento. Al despertarse aún estaba en la fiesta con una enfermera fuera de turno a su lado, según lo que le contaron se había desmayado en la calle y un hombre la llevó para que la atendieran.

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Lucía se desvestía frente a su espejo, intentaba calmar sus nervios de aquel shock al verlo de nuevo luego de veintitrés años. Era tan distinto, pero en el fondo sus ojos eran los mismos de siempre, le causó mucha impresión.
Se quitó el maquillaje y se quedó un rato mirando la foto de su colgante. Un ruido a su espalda, la puerta de su balcón chilló de forma extraña, pensaba que la había cerrado. En cuanto va a cerrarla siente un voz grave y triste desde afuera.

— Lucía.

Era Frank, estaba justo en la parte de afuera de la terraza dónde no llegaba la vista de la mujer, esta se asomó y al verlo supuso que la había seguido. Fue hacía él, sólo se quedó a su lado mientras sostenía su collar. No sabía que decir, un "Hola" no era lo apropiado y menos un "¿cómo estás?" ya que esa pregunta llevaría a una pelea seguro. Sólo lo miraba de reojo mientras la luna llena los iluminaba a ambos. Entonces el dragón se animó a acercarse un poco mientras al mirar la luna sintió un deja vú que su acompañante supo reconocer.

— Fue un noche así, con esta misma luna. —dice ella por lo bajo cuando en un intento por no escuchar su voz le toma la mano con firmeza— No se que hacer aquí, será mejor que te vayas, no quiero verte.

Lo suelta y entra en su cuarto. Pero sin aviso él aparece en frente de ella, al parecer ya lo estaba afectando como a ella el trato de tanto tiempo atrás. Ella siguió caminando cuando escucha una pregunta que logra estremecerla.

— ¿Aún conservas esa foto?

— Siempre está conmigo, ¿qué pasó con la tuya?

— La quemé.

— Ohh...

Al oír esa respuesta no pudo evitar pensar que había sido cruel, insensible y quizás muy débil. Nunca lo podría entender si no le hablaba. Entonces optó por ver si aún tenía un corazón como en sus recuerdos, los buenos.

— Es lo único que tengo para encontrarlo.

— ¿Lo sigues buscando?

— ¿Tu no? —ya estaba al borde del llanto y su respuesta lo sería todo,  un si o un no le darían una visión clara de lo que era ahora.

— Cada día, pero es duro, difícil y a veces pienso en ti.

— Yo también.

Hubo un silencio extraño, incómodo y lleno de melancolía por parte de ambos. Lucía evitaba mirarlo para no quebrarse, él hacía lo mismo. De pronto un ruido en la puerta los sacó de su ensimismamiento.

— ¿Lucía estás despierta? —dice apenas en un tono alto su amiga.

— Si cariño ya voy.

Frank no puede evitar sonreír irónico al oírla así, jamás pensó que volvería a tener cariño por nada después de lo que él le hizo. La vio irse con desdén a su presencia, se sentó en la cama, la esperaría.
En la cocina la mujer ayudó a su niña a desvestirse y la notó muy pálida, al tenerla cerca sintió el olor de alguien conocido y simplemente la ayudó a recostarse para que descansara. Volvió a su cuarto furiosa en su mirar, en cuanto entró no se detuvo ante nada y se abalanzó sobre el dragón mientras sacaba sus uñas clavándolas en los brazos del mismo. Le mostró sus hermosos dientes de demonio y entonces le preguntó:

— ¿Quién te crees que eres?

— Frank.

— ¡No juegues más conmigo! —le arrojó lejos para el lado de su terraza— Si te vuelves a acercar a ella juro que te arrepentirás, no te quiero cerca, ¡largo de mi casa!

— Nuestra.

— ¡Largo!

— La despertarás si sigues gritando y ambos sabemos que es preferible que descanse, digamos que nunca me gustó buscar información de esa forma pero te fuiste muy rápido.

— No te acerques más a mi, eres un mentiroso, un cobarde, un miserable, un tonto.—sus ojos lo miraban desafiante y su furia aumentó al ver su sonrisa asomarse, se estaba convirtiendo en demonio como ella pero le era más evidente que estaba disfrutando de la situación.

— Tu no crees eso de mi, nunca, ni siquiera cuando me fui lo creíste. —su sonrisa se borró como volviendo a su actitud normal— Yo te vi cada día asomada a la puerta, esperando por mi, pero un día ya no saliste y supuse que me olvidaste al igual que a él.

Entonces va hacia él con sus manos echas fuego de sus palabras, intenta golpearlo justo en el rostro. Frank ni siquiera se cubrió o intentó huir, sólo la miraba fijamente, semi sonriendo ya no parecía él mismo. La mujer apenas hizo el intento desvaneció su poder y cayó de rodillas al suele mientras las imágenes de sus últimos días le eran insoportables ante su presencia.

— Tu me dejaste sola, Frank, yo te odio más que a nadie en este mundo. Aún así la tonta soy yo por no poder olvidar, ni a ti, ni a él...ni ninguna de las cosas malas que me pasaron después...todo por tu culpa...

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La joven corría por el bosque, estaba toda mojada y con el cabello cubriéndole la vista le era difícil concentrarse en su camino. Como era previsible se tropezó con un tronco y entonces miró hacía su espalda y lo sintió venir. Se levantó y aún con sus piernas lastimadas siguió con su escape. No tenía velocidad, ya no tenía sus poderes, no podría defenderse si la atacaba de nuevo. Sus lágrimas se derramaban por miedo y desesperación.
Siente unos brazos helados como ella rodearla de la cintura y comienza a gritar, quería no haber elegido ser una humana, espero por oír su voz pero sólo el silencio reinaba en aquella oscuridad. Miró hacía la luna para dar una súplica, jamás fue escuchada por nadie más que su agresor.

— Tráelo de regreso a mi...Frank te necesito.

Su boca fue invadida por una mano y lo siguiente era muy cruento de recordar.

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Lucía se enderezó en su lugar y como en su mente quiso huir de su antiguo amante, aquel que le había fallado cuándo más lo necesito a su lado. Este la detuvo igual que el hombre de aquella noche y su amada intentó gritar pero le cubrió la boca con su mano empeorando su ataque de locura. Varios minutos después cuando se calmó, la soltó y en el suelo ambos la recostó sobre el pecho de él y acarició su larga cabellera ondulada.

— No te culpo por odiarme, pero si me odias es porque me amas, lamento no dar más lugar al Frank que conociste. Como dijiste alguna vez "mis alas me las han arrancado y ya no podré volar como antes, ni aún cuando intente reconstruirlas de buenas acciones..." Lucía estamos condenados y no hay quien nos salve.

— Por ti odio todo, hasta dormir sola.

— ¿Dormir sola?

— Cada vez que despierto sola, sólo logro ver un espacio vacío y en mi mente la sonrisa de aquel infeliz.

— ¿Te hizo mucho daño?

— Me marcó para siempre como suya, tu no lo impediste...tu no estabas. —se estira hasta poder rozar sus labios con el mentón de él— Tu te habías ido esa misma noche y yo estaba indefensa.

— ¿Dónde te marcó?

— No querrás saberlo.

Ella posó una de sus manos en su pecho, la mano de Frank la siguió y mientras las dudas llenaban sus mente sin poder decir más se quedaron dormidos en aquella posición.

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En una habitación de hotel amanecía el sol y junto a él una fuerte resaca logró sacar una gran queja por parte de su víctima.

— ¡¡Dios mi cabeza!! —se cubre los oídos y vuelve a caer en su cama— ¡No grites Erin!

— Si sigues hablando en tercera persona juro que me voy, te dejo borracho y solo y mando porque papá te venga a buscar.

— Erin no hablará más, pero no amenaces con eso, lo asusta. —dice cubriéndose con las sábanas.

— Te costará caro esta hermano, arruinaste un gran descubrimiento. Ahora tómate esto y deja de quejarte, si te gusta beber soporta la resaca también. —mira hacia una cama vacía— Vamos, Frank no regresó, debemos ir a buscarlo.

En lo termina de decir la oración sienten la puerta abrirse, entra un zombie, no más bien su hermano mayor. Tenía un aspecto terrible y sus manos temblaban a la par que se le notaba le costaba mucho caminar. Se acercó unos metros pero antes siquiera de poder buscar una silla o llegar a la cama se sintió sostener contra la pared y cerró los ojos desvaneciéndose por completo. Allan escuchó el ruido al caer, fue rápido a ver qué había pasado era increíble verlo de esa forma. Era de preocuparse, él era el más fuerte de los tres pero desde la pelea con Aiperus algo había cambiado en su interior que lo había vuelto más débil y poco estable. Lo levantó, tuvo que pedir ayuda a Erin, el mayor era el más grande y pesado de todos. Con esfuerzo lo pusieron en una de las camas, estaba pálido, sus labios estaban azules, Erin no pudo evitar cerciorarse que estuviera respirando porque no parecía en toda su condición. Frank se mueve apenas y toma a Erin por la camiseta para susurrarle.

— No me dejen salir más.

— ¿Frank?

Vuelve a caer inconsciente, al decirle a Allan lo dicho este se queda confundido, sentía que su hermano estaba empeorando en lugar de mejorar. Toma su abrigo y se lo pone, con una mirada seria le dedica unas palabras al menor mientras sale con prisa:

— Cuídalo, si algo ocurre llámame, esto no puede ser coincidencia.

Sus ojos celestes jamás de fijaban en alguien en vano, recordaba los rostros perfectamente, debía buscar a esa mujer con la cuál bailó porque no tenía más motivo para ir a ese lugar que no fuera verla, algo tenía su hermano con esa bailarina y lo debía averiguar. Aunque...
Se detuvo en seco, estaba Amuria, si pasaba por el hotel no estaría para recibirla y quizás perdiera la oportunidad de hablar con ella. ¿Por qué no lo recordaba? Inclusive a Frank lo tenía en cuanta y sólo lo conoció unos días, se sentía echado de menos. No podía rendirse, se colocó un gorro para ocultar su identidad y comenzó a caminar, en cuando percibiera el aroma de su hermano sabría dónde había pasado la noche y con algo de suerte qué le había sucedido.

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En una casa alejada del pueblo, apenas con una habitación, dos jóvenes se encontraban con un demonio. Había un contrato en medio, una diablesa y un demonio desconocido esperaban por sus firmas.

— Piensen que es lo mejor, ya no deberán cargar con la culpa por haberlo creado de esa forma. Será feliz y no tendrán que cambiar nada en sus vidas. —por dentro la diablesa sonreía perversa, sabía que en cuanto firmaran lograría separarlos para luego recoger sus almas al tiempo que estuvieran llenas de odio y rencor por lo ocurrido.

— Te convertirás poco a poco, tu serás mi sirviente, ella, sólo será para la colección de Juliette. Plantaré una semilla de maldad en tu interior, es un precio justo, de no ser porque ella me convenció preferiría hacerte mi vasallo ahora mismo. —el íncubo sólo lo miró con decisión— Si no lo aceptas lo más quieres pagará las consecuencias de su descuido, además Juliette tiene razón, nada cambiará además de su partida con los humanos.

— ¿Podremos volver a verlo?

— Claro, pero deberán encontrarlo solos, no podemos decir su paradero. Deberán buscarlo antes de tener que pagar su deuda. ¿Aceptan entonces?

Ambos jóvenes se abrazaron con la criatura entre ambos, sus ojos jamás denotaron tanta tristeza o amargura. Asintieron los dos y entregando el niño a la diablesa hicieron un corte en sus manos y dejaron caer su sangre al piso, despreciando así su lazo con Dios, vendiéndose al mal, de ese elipsis se alimentaron los demonios y cumplieron su parte. Esa noche, nació un humano...

CONTINUARÁ

1 comentario:

Minae dijo...

Simplemente... OMG!!!!!!!!!!!
Pasó de todo!!
Se rencontraron todos :'DDDD
No, no nono!!!!! Me mató la canción que bailaron Frank y Lucía! Me los re imagino, eso es lo mejor B)
Intrigante la situación de Frank, y a la vez me desespera D: pobrecito! Y y y y y el final! Ese final dice muy poco pero a la vez dice muchisimo!
Espero con ancias el próximo capítulo *0*!!