miércoles, 1 de diciembre de 2010

Capítulo Uno: El Principio

Mi historia comenzó en un pequeño y tradicional pueblo onsen de Japón, Jozankei, ahora un lugar de turismo pero yo lo conocí cuando aún era un simple sitio de pocos habitantes.
Allí vivía mi madre, Ryoko Himemiya, una mujer solitaria por lo poco que recuerdo. No era bien vista en nuestra sociedad, le costó mucho ser hija única porque fue tratada como la desilusión de su familia, un gran clan de hombres se batalla. Por esos motivos fue dejada de lado y tuvo que abrirse camino por su cuenta en un mundo donde las solteras no tenían ni la mitad del apoyo que ahora.
Resulta interesante que sepa todo esto, más aún por lo temprano que empezaron a tratarme a mí de la misma forma que a ella.
Bien, ya saben quien era mi madre, ahora se preguntarán...¿Mi padre?
Esa es otra cuestión, un tema más delicado, lo único que sé con certeza es: una que no era humano y dos que su nombre es Shiro Kasawa. Un íncubo que tuvo la suerte, por así decirlo, de toparse a mi madre en una de sus crisis de depresión en medio de una celebración. Como en todos los momentos así, una cosa lleva a la otra y sin darse cuenta terminaron teniendo sexo en medio de los árboles que rodeaban el río Toyohira.
Fue en ese encuentro que mi hermano y yo fuimos concebidos...en una relación de una noche por lástima y necesidad. Quizás por eso salimos como salimos, totalmente confundidos y diferentes a las personas normales.

Según me contaron, nacimos en un día frío y de nevada constante. El 12 de febrero de 1873, sin ayuda de nadie, sofocando los gritos entre las sábanas así fue que Ryoko nos vio nacer. Era de esperarse que al enterarse de su embarazo sería vista como una deshonra en su familia y la dejaron sola.
La historia dice que al tenernos en sus brazos lo único que pudo ver fue un amor que nunca antes había sentido, por nada ni por nadie. Fue por nosotros que dejó de malgastar su vida y empezó a esforzarse para lograr algo. De verdad nos amaba y gracias a ello fue feliz.
Después de un tiempo, tres meses desde nuestro nacimiento, nos puso nombre.

_ Tu.. -señaló a mi hermano- serás Daisuke para que seas un niño bueno y en cuanto a ti... -me miró con dulzura- serás Etsuko, porque eres un regalo del cielo..-sonrió con delicadeza-
Su amor hacia nosotros fue incondicional, en parte por lo mucho que sabía que nos iban a marginar por no tener padre y también porque gracias a nuestras vidas la suya cobró sentido.

Las memorias de mis primeros años de vida son escasos, la verdad lo poco que recuerdo es nuestra pequeña casa algo separada de las demás y el enorme jardín donde jugábamos hasta el cansancio con mi hermano.
Ya a los seis años puede relatar con más precisión, cuando mi madre trabajaba nos dejaba en lo de una amiga suya, una de las pocas que nos tenía paciencia, y fue gracias a aquella conexión con el mundo exterior que la gente comenzó a mirarnos. Muchas mujeres y hombres que por esa casa pasaban se quedaban sorprendidos al vernos, los mellizos no eran muy comunes y en todo eso tampoco tan parecidos como Daisuke y yo. Al verlos les era imposible determinar si nos parecíamos a algún hombre del pueblo por lo que varios rumores circularon sobre nuestro progenitor, uno de ellos fue cierto.
Los demás niños eran buenos compañeros con nosotros, excepto las niñas que se dejaban llevar por lo que sus chismosas madres o tías les decían, lo que causó muchos problemas, en especial conmigo. Así fue que crecí muy apegada a mi hermano y los chicos, siendo una niña extrovertida y algo directa para lo que se esperaba de las niñas en ese entonces. Varias personas comenzaron a criticar a mi madre sobre cómo me educaba y fue por ello que a la edad de seis años, créase o no, me envió con una maestra para que me ayudara con mi conducta.
Evidentemente las cosas no eran como mi sensei quería, mucho menos yo quería, nuestra relación fue en definitiva "problemática" en una palabra. Algo muy distinto a lo que pasó con mi hermano... buen mi hermano.
El solo recordar aquellos tiempos hace que en mi despertar cierta melancolía digna de una persona depresiva. Pero es que en realidad si hay persona que logró hacerme sentir bien cuando no tenía nada fue él.
Éramos la pareja de hermanos más unida, similares y cariñosos que he visto. Como todos al principio solo jugábamos entre nosotros, compañeros de travesuras y desventuras que solo podrán vivir en mi memoria desde ahora.
De niña pese a mi mal carácter frente a los adultos era sensible y llorona como cualquier niña normal de seis años...y era Daisuke mi príncipe de las lágrimas, quien me consolaba y daba apoyo cuando me sentía sola o herida por las cosas que me rodeaban. Quizás esa fue la época más inocente y querida que he tenido.
Mi madre no hacía caso a los comentario, solo se ocupaba de trabajar y cuidarnos, la verdad solo ahora que soy mayor puedo valorar el esfuerzo que hacía por nosotros. Ella siempre intentaba enseñarnos a ser responsables, no tener miedo de lo que los demás dijeran, y tan solo buscar ser mejores por nosotros mismos. De allí saqué mi orgullo y confianza que me sirvieron en muchos momentos duros y confusos.
En cambio Daisuke fue siempre alguien tranquilo, en parte sumiso pero muy pensador y reflexivo. Yo era emocional y expresiva, lo contrario, pero fue gracias a eso que podíamos estar horas juntos y estar a gusto, no buscábamos razones para pelear y si las había no eran la gran cosa.
Yo lo defendía de los insultos que sus compañeros le decían o los abusos que soportaba, y él me tranquilizaba cuando mis sentimientos era muy dolorosos para soportarlos sola. Era una dependencia que en parte excluía a nuestra madre. Pero esto era solo una parte, había una duda en Ryoko que le era difícil olvidar, la sombra de nuestro padre.... Había una inquietud al vernos, recuerdo que siempre se quedaba con nosotros hasta quedarnos dormidos y luego nos miraba un rato. Yo me hacía la dormida porque me gustaba sentirla cerca. De allí nació una pequeña obsesión en mí por las personas dormidas.
Era como si ocultara algo, como si supiera algo que no quería admitir.
Lo malo de no hablar es que al final todo se sabe, de una u otra forma la verdad sale a flote...como pasó con nosotros..
Una noche de otoño, muy cercana a mi séptimo cumpleaños fue que sucedió, un suceso que cambiaría todo, absolutamente todo lo que conocía y era hasta ese momento. El día que mi camino tomó otro curso, uno más oscuro, difícil y complicado que el de cualquier humano. Fue cuando supe que no era alguien común.

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Era una noche sin luna, la oscuridad reinaba en el pueblo, nada interesante pasaba y ningún animal emitía sonido alguno. Un silencio inquietante, algo iba a ocurrir... algo malo, podía presentirse, el templo de oraciones estaba lúgubre y se sentía su energía alterada, los sacerdotes estaban en vela.
Incluso se dijo que un viento helado parecía ser el mismo Dios de la muerte que se paseaba entre los árboles de la escabrosa escena de desolación.
Recuerdo no conciliar el sueño, algo me mantenía despierta entonces de repente y sin previo aviso comencé a sentir un calor insoportable. Llamé a mi hermano pero en cuanto lo toqué lo sentí aún más caliente que yo, tuve miedo que estuviera enfermo entonces le levanté e intenté avisar a nuestra madre pero algo me detuvo. Caí al suelo con un terrible dolor en el pecho, comencé a llorar y a pedir ayuda a gritos.

_ ¡Okasan!¡Okasan! -me voz era chillona y casi no podía continuar cuando la ví llegar-

Me tomó en sus brazos y me abrazó fuerte, rápidamente me llevó con Daisuke y comprobó que estábamos igual, solo que él intentaba no llorar. Empezó a desvestirnos y con esmero nos preguntaba que nos sucedía pero no podíamos hablar, solo quejarnos y sollozar.
Entonces se fue unos segundos, Daisuke tomó mi mano fuerte e intentó decirme algo, yo tenía los ojos cerrados pero aún así le entendí..

_ Tranquila Etsuko-chan, yo estoy aquí. -lo miré a penas y me sentí protegida. De allí es que tuve una confianza ciega hacia él, lo que era bueno y también malo. -

Al regresar nuestra madre traía unos trapos y un recipiente con agua helada. Empezó a cubrirnos con ellos para intentar bajar la supuesta "fiebre". Nada parecía funcionar, en un momento parecía que Ryoko lloraba a la par nuestra. Después entendí que era la impotencia lo que nos pone en desesperación.
Pasaron varias horas, ella seguía cuidándonos y tratando de aliviar nuestro dolor, pero todo era en vano. No supo que más hacer nos tomó a ambos en sus brazos e intentó calmarnos hablando y rezando a los Dioses porque no nos alejaran de ella, porque estuviéramos bien... yo cerré los ojos y luego no recuerdo nada, ni mis sentimientos ni mis sensaciones... ¿Había muerto?

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A la mañana siguiente recuerdo despertar aturdida, como si el espacio que me rodeara no fuera el mismo, o el piso se estuviera moviendo. Miré a mi alrededor, era mi cuarto de siempre, algo se escuchaba detrás de la puerta. Me asomé apenas, era mi mamá y estaba llorando desconsoladamente ¿Qué ocurría?
De inmediato volví a entrar al cuarto y miré hacía mi cama (la compartía con mi hermano) y veo a un chico alto y mayor en ella. Pegué un grito de susto y entonces este se despertó y al verme también grito.

_ ¿Etsuko? -dijo finalmente entonces miró sus manos y tocó su rostro lo que fue seguido de una cara de horror- ¡¿Qué nos pasó?!

Fue allí que al verme casi me desmayo de la impresión, estaba más alta y crecida en algunas partes. Me sonrojé por completo y noté que apenas podía cubrirme, igual Daisuke. Ambos gritamos nuevamente, nos cubrimos con unas sábanas y salimos a buscar a nuestra madre.

_ ¡¡Okasan!! -le dijimos al unísono, ambos asustados-

Ella nos miró como si de un fantasma se tratase, casi no podía moverse, se levantó del piso y nos abrasó con fuerza.
Luego de buscarnos algo de ropa nos sentó en la pequeña mesa de la cocina, quería decirnos algo importante.

_ Anoche creía que los había perdido, en un momento ambos dejaron de respirar y pensé que habían muerto. -su mirada se tornó preocupada y con tristeza- Aunque al verlos ya no se qué creer...-bajó la cabeza como avergonzada-

_ -ambos nos mirábamos sin explicación alguna- Pero entonces ¿Cómo? ¿Por qué? -estábamos sintonizados ese día, no lo pudimos evitar-

_ Es que..-dudó un minuto y luego solo hubo tristeza en ella, yo lo podía sentir- Lo siento, lo siento tanto. -unas lágrimas se deslizaban por su rostro-.

Daisuke se separó de mí y la abrazó, yo en cambio solo me quedé paralizada. Ver llorar a tu mamá por miedo es lo peor que había experimentado hasta ese entonces, la veía tan fuerte y en ella apoyaba mi seguridad. Pero al notar lo débil que era yo también sentí miedo, eso solo logró empeorar las cosas.
En ese instante una nueva parte de mí salió a flote, una sombra en mi buen corazón, aquella que se haría más grande con el correr de los años.
Me levanté y salí de su presencia, creo que fue esa la primera aparición de la súcubo que tenía dormida. Tan solo me encerré en mi cuarto y en medio de la oscuridad comencé a pensar, cosas extrañas pasaban por mi mente, algo estaba creciendo, y era mi instinto. Daisuke fue tras de mí y al abrir la puerta encontró otra persona en mi lugar... ya no volvería a ser la misma.

A veces deseo nunca haber pasado por ese día, fue cuando comenzaron los verdaderos problemas.

CONTINUARÁ

1 comentario:

Minae dijo...

O.O ... Increible, está genial!!!.. Está muy bueana e intrigante, se me hace insoportáble tener qe esperar mas rato para leer el proximo capitulo, pero se que va a ser pronto ;).. Como siempre, un exito Sa-chan ^-^