sábado, 22 de octubre de 2011

Capítulo Cuarenta: El Canto de las Estrellas

Una mujer de cabello blanco de encontraba bajo el manto de sus hermanas. Todas le mandaban mensajes, aún las que sabían que no le serían gratas sus visiones. Entonces un impulso, una corriente de energía dominó el cuerpo de la estrella terrenal para entonces dar camino a lo que su naturaleza le dictaba.

— Lari nara, sumi deo. Ya ii no ii, baqui noademi nu, yami no kotoni, dame dame dame lumino. Lin rin cho... —su canto era tan extraño, por su lengua natal, como melodioso. Lo malo de ello eran las lágrimas que caían de sus ojos al cantar, el significado de aquel impulso era muy cruento para un ser como ella.

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En el bosque se sentía el rugir de una bestia, un ser lleno de odio y temor. En su cuello brillaba una cadena dorada, su amor, y otra invisible que marcaba su esclavitud. A su lado, sólo un demonio o descendiente de los mismos podría ver la sombra de su ama que reía ansiosa por ver el espectáculo que había estado preparando. Entonces el primer golpe es dado, luego el segundo, la mujer seguía intentando despertarlo. A ese mismo lugar llegan dos personas más, el hombre se transforma en su figura de poder y entonces trata de detener a su hermano poseído por su misma oscuridad. La joven restante acoge a la mujer lastimada aunque esta no podía despegar su mirada de la pelea entre aquellas enormes criaturas. Sentía que era su culpa y quería evitar que Allan saliera lastimado aún así era retenida por su compañera quien no la comprendía.
Los rugidos de los dragones, los fieros golpes y rasguños, ambos tenía poder y ninguno se rendiría sin dar pelea. Pero entonces el de escamas negras y fuego azul se detiene para oír el llamado de su ama. Se aleja en las sombras para regresa en todo su esplendor un bella figura, el demonio más poderoso que jamás verían. Si habían pensado que Aiperus fue difícil, nadie tendría noción de la capacidad de Juliett.
Su aura era tan grande, tan insoportable para resistir que Amuria y Lucía cayeron al suelo, ambas débiles por su nueva naturaleza. Allan resistió pero con un gran esfuerzo, pudo entonces observar como alimentaba a Frank con su esencia, esa noche no podría olvidarla nunca.
El dragón tenía sus ojos color rojo por completo, su cuerpo negro como la noche misma y en su interior brillaban las llamas del infierno. Por un instante, todos, creyeron que lo habían perdido. La mirada fría y la sonrisa cínica de la diablesa les invocó temor, un momento en que las voces del alma se callaron para esconderse de ser robadas. Sólo una no temía.

— ¡Déjalo! ¡Él no te pertenece es de Aiperus! —la desafía su hermana mientras se levanta sobre sus rodillas y sin dar importancia a sus heridas— ¡Déjalo Juliett!

— ¿Aún te atreves a hablar? Eres fuerte Lucía, eso me gusta de ti, pero esta vez estoy en todo mi derecho. Frank asesinó a Aiperus, su alma es mía y haré lo que quiera con ella. —los mira a todos— Fueron tan fáciles de controlar, todos estos años jamás vieron las señales, excepto tu...—señala a Amuria.

Se le acerca pero Allan se interpone, la diablesa la mira con fijación. Entonces su cabeza empieza a dolor, la mujer empieza a gritar de dolor. Juliett le dice seria al dragón.

— Puedo hacerle daño aún sin tocarla, apártate o seguiré y aún si me atacas ella sufrirá.—al salir de su camino toma a la muchacha para subirla y mirarle el rostro— Tu debiste haber caído igual que la idiota de mi hermana, pero no lo hiciste...tu eres más inteligente, y por tanto más valiosa.

Entonces Lucía se levanta con toda su voluntad y se interpone ocultando a la más joven detrás de su cuerpo. La diablesa la atacó con sus poderes esperando porque cediera. Entonces un rugiso, pero no de Allan, se escucha ante aquel acto un lamento de la misma criatura. La diablesa apareció al lado de lo consideraría una "mascota" y con un tono falso de enojo le masculló:

— Tan grande y poderoso, pero tan tonto y sentimental. Pudiste hacer grandes cosas de tu vida pero por enamorarte perdiste todo. Inclusive a la mujer por la que tanto peleaste, la abandonaste como a un pero molesto, ¿ya no soportabas que llorara?¿que te preguntara?¿que te dijera "lo extraño"? Díselo Francisco, dile a tu amada lo que piensas de ella.

El dragón bajó la cabeza mientras se veía en su cuello un hilo de sangre oscura caer, Juliett la tomó en sus manos y se acercó al dragón menor. Entonce le ofreció su mano para enseñarle lo que era su hermano.

— Tú lo sabes, la sangre de un dragón es el reflejo de su alma. Mira, sangre tan oscura como la noche, tu hermano es un desgraciado, ahora un esclavo, por eso Allan. No te enamores.

— ¡Cállate Juliett! ¡Tu no puedes decir eso! ¡No lo digas! —faltó en furia tratando de hacerle frente con todas sus fuerza, al ver los ojos brillosos de Allan supo que le había creído, Lucía sabía que esa vez probaban los dragones su lealtad a su raza.

— ¡¿Qué no diga qué?! —la desafió mirándola a pleno con su ojos tan iguales, le permitió que se levantara, eran el reflejo, una joven otra mayor. Ninguna de las dos contenía esa pasión tan profunda de su ser.

— ¡Tu sabes a qué me refiero! —le dijo pero entonces le dio una seña con la mano a Amuria, entonces Lucía se tira encima de Juliett, ninguna podría hacerse más daño, sólo que la mujer sentía el dolor de su traición al acercarse. Comenzó a gritar pero la detendría con tal de que Amuria escapara.

La joven así lo hizo mientras su dragón la observaba con cuidado dando aprobación con el leve gesto. Allan estaba confundido, no podía atacar a Juliett y sin embargo si era detenida por una simple humana como Lucía. En cuando a Frank, ya no se podía confiar al ver su sangre, tendría que tratarlo como lo que era, un demonio.
Entonces la diablesa al ver amenazada su mayor ganancia llamó a su mascota y le ordenó:

— Frank, ataca a Allan.

Se quitó a su hermana se encima convirtiéndose en niebla y luego reapareció encima suyo. Colocó su pie sobre la cabeza de ella, chasqueó sus dedos y el dragón se dirigió a cumplir con los deseos de su ama.
El dragón menor sintió el peso de sus ataques, nunca había logrado competir con su hermano y ahora debía afrontarlo a como de lugar. Ambos inspirados y llenos de poder, ninguno quería poder. La joven aunque quisiera irse no podía al ver la lucha entre ambos, Allan no estaba dando todo de sí, ella comprendía que aún no lo podía dejar de lado, su hermano. Lucía apenas podía moverse, comenzó a llorar del dolor e impotencia.

— Siempre es igual contigo hermanita, mira. gracias a ti he logrado esto.

Amuria no podía quedar sin hacer nada, salió de su escondite y comenzó a gritar. Gritar era lo único que podría, debía alentar a Allan a usar su fuerza, como aquella vez cuando ella perdió el control.

— ¡¡Allan!! ¡Ataca! No es tu hermano, es por Juliett. ¡¡Debes detenerlo!! —no sabía que hacer, cuando al ver los ojos de Allan sobre ella le dijo— ¡Si no lo haces él seguirá así para siempre!

Juliett aplasta bien a su hermana en el suelo para entonces ir con la pequeña y someterla a sus poderes. Lucía sofocada entre tanto dolor lo sintió, esa sensación en su pecho...era hora.

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La estrella danzante comenzó a hacer de su canto un lamento melodioso, sus ojos se llenaron de lágrimas al poder ver con detenimiento quien sería la víctima.

— No... — musitó antes se ser invadida por su impulso nuevamente, quería dejar de cantar, porque si no alguien moriría. Ese era su destino esa noche humana.

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Frank atacaba sin tener compasión, su oponente no soportaría más ni aún usando toda su fuerza había logrado moverlo apenas. Un hilo rojo se veía pender de su boca, lo había golpeado demasiado, no pudo mantenerse en pie y cayó sin poder hacer nada más. Su cuerpo volvió a ser el de siempre, un humano con sus rasgos principales, sus alar aún intentado cubrirlo mientras intentaba mitigar el dolor de sus heridas. Se desmayaría en cualquier momento de no ser que aprovechó las pocas fuerzas que le quedaban para correr hacía Amuria para sacarla de las garras de esa arpía.
El dragón negro lo observa y va en su caza con su cola filosa y lista para perforarlo como si fuera sólo un insecto.
Entonces alguien intervino, salvando a Allan y a Amuria. Una sonrisa se marcó en los labios de Juliett cuya mirada no tenía precio. Soltó a la pequeña y observó con deleite el escenario.

El interior, el corazón de Frank despertó al sentir la tibia sangre de quien acaba de atravesar. Toda la oscuridad de su ser se desvaneció dejando ver su verdadera forma. Un dragón blanco y lleno de luz renació mientras en sus ojos se podía ver miedo. Se fue transformando mas su cola no le respondía y no podía alejarse de ella. Una vez como hombre, tal cual era su naturaleza dijo con un hilo de voz.

— Lucia...L-lu-cía...—la tomó en su brazos y la miró a los ojos— ¡Estás loca!¡Qué hiciste! Porque...tu...Lucía...Lu..

— No te culpes, yo sabía que esto iba a pasar. — mira hacía su hermana— Decidió cambiar a Amuria por mi, soy más pura aún que ella. Pero no podía darle mi alma sin luchar...—se acurrucó en el pecho de él mientras intentaba seguir hablando. Podía ver su collar aún colgando del cuello de su amado.

El dragón por fin pudo quitar su cola, e intentó cubrirla para intentar sanarla pero ella no se movía de su pecho, sabía que iba a morir así. Lo sabía desde el primer momento en que vio a Frankn en su mente se habían cantado las palabras "Él me matará". Lo miró con sus ojos vidriosos mientras le sostenía la mano con la que intentaba contener su herida.

— ¿Recuerdas cuando te conté que todos teníamos alas?¿Que...—dio un corto respiro—...yo sería capaz de darte las mías?

— Lucía tu...—abrió sus ojos de par en par mientras una luz blanca aparecía en la espalda de ella, él fue relatando la historia que ella le confió mientras sus lágrimas caían una por una al verla morir— To-todos tenemos alas, con ellas...con ellas podemos volar con el alma al cielo cuando dejamos el cuerpo. Cu-cuando un ser se vende, vende sus alas y las ata, por eso...no ...no...

— Yo corté mis propias alas para dártelas a ti... úsalas. —dijo acariciando su mejilla, a medida que su luz se volvía la de Frank, la vida la abandonaba como un flor que se deshoja en el viento— Vive mucho, se muy feliz, Frank...yo te amo más que a nada, aún más que a mí misma...perdón.

— Yo también te amo, más de lo que puedo decir o hacer, pero no debiste...

— ¿Me darías un beso?

El hombre no salía de su asombro, de verdad era la criatura más bella que jamás había visto. No pudo evitar llorar, aún cuando no quería, se acercó y la besó sosteniéndola con fuerza para no separarla más de él. Pero el destino cumplió su deber y el cuerpo de la mujer se desvaneció en una luz que terminó por irse con su propietaria. Frank quedó solo, golpeó sus manos contra el piso mientras se sentía cada vez más vacío.
Amuria y Allan estaban atónitos, había sidos usados para lograr que eso ocurriera, Lucía...

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— Lucía... mi primer encomendada, has muerto en tu propia ley...amor. —su canto se detuvo y sólo se dedicó a llorar en silencio.

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La nipona comenzó a llorar encima de su amado, Allan no sabía a quién debía consolar. Pero pronto aquello se haría claro. El ojiverde miró al cielo tomando su collar en una de sus manos mientras lloraba, luego los miró para decirles:

— Gracias por cuidarla Amuria, tienen suerte, podrían haber terminado como nosotros...yo...no quiero llorar más. Tengo que buscar a alguien.

Fue lo único que dijo. Se transformó en dragón, lleno de luz voló lejos...esa sería la última vez que lo verían.
Allan buscó su ropa y a pesar de estar triste no derramó una lágrima, sólo intentó calmar a Amuria quien parecía no se podía levantar de su lugar. Seguramente creería que era su culpa, pero ambos sabían que lo había hecho para salvar el alma de él. El dragón la miró bien, la tomó en sus brazos aún con sus heridas y se quedó con ella toda la noche.
Al amanecer ambos serían libres y podrían comenzar con su vida...

*Desde ese día se escucha el rumor, que en los bosques de Rusia existe un ser de luz que llora entre los árboles, tratando de olvidar...lo que fue su único amor.*


1 comentario:

Minae dijo...

Me lloré todo TT_______TT
Pobre Lucía, que triste historia que tuvo con Frank Q-Q
Me mató, ash, de enserio no se cómo podes escribir tan bien, tan detallado que puedo armarme todas las escenas e imaginarlo todo, me encanta!
Intrigante el final, "Al amanecer ambos serían libres y podrían comenzar con su vida..." *0*!!!
Me quede como asi re y.y porque es muy triste, pobre Frank, pobre Lucía Y_Y