viernes, 29 de julio de 2011

Capítulo Treinta: Juicio

— Yo elijo el juicio. —exclamó con todas sus fuerzas y entonces sus partes de juntaron y la luz la envolvió.


— ¡Maldita sea!¡Dios maldigo tu nombre mil veces! —gritó el demonio mayor mientras bajaba sus manos del emblema y la dejaba a su suerte— Supe que lo sabría, yo no tengo porqué quedarme si sobrevive mátala y si es súcubo castígala. Aiperus, no tengas compasión.


El íncubo solo asintió con la cabeza, su padre desapareció, ya solo le cabía esperar
El juicio, la tercera opción, la menos conocida. Claro era lo que todos los han'gôs elegirían de conocerla, porque no es tomar una decisión, sino recibir lo que se merecen sin pena alguna. Era tal cual se oía, un juicio, donde el corazón es puesto a prueba y se decide cuál será la raza dominante sin deseo del híbrido expuesto. 
Mientras el joven se imaginaba cómo debería de ser eso, pudo escuchar unos leves gritos desde otra parte muy alejada del bosque. "Un lobo debe de estar herido", pensó sin preocupación y siguió esperando.


La fuente de esos lamentos se hallaba un dragón furioso aún intentando salir de sus ataduras, no podía conservar su forma por mucho. Cayó de rodillas al suelo y solo golpeaba la tierra con tanto enojo que parecía que se rompería las manos. La impotencia no era algo a lo cual estaba acostumbrado y aún no se rendiría. A pesar de las heridas en sus muñecas y tobillos, él aún lo intentaba.
Ember lo miraba con tristeza, cada unos minutos le pedía que se detuviera, que no tenía caso aunque era inútil ante los sentimientos de Allan. Sabía muy bien que al terminar tendría que buscar otro huésped y huir, seguramente lo mataría por hacerle eso. en un momento pensó en ir él a ver que sucedía, las luces del ritual aún se sentían en el ambiente ¿qué ocurría?
Estaba concentrado intentando descifrar lo que pasaba a su alrededor cuando un voz lo saca por completo de su mente.


— Si tu también la quieres, ¿por qué permites esto Ember?


El joven se le acercó y le levantó el rostro para que lo mirara. Estaba sucio, lastimado y enojado por su culpa, aún así le habló con la misma amabilidad de siempre. 


— Porque yo no soy ella, ni su consciencia, ni su corazón. Y como la quiero, respeté y prometí que sería su amigo, pese al costo de verla transformarse en algo así.


— Pero yo...si soy parte de ella..y no puedo permitir que eso suceda. Suéltame, por favor.


— Lo siento A-chan, no hay más porqué luchar, yo me rindo con ella y tu deberías hacer lo mismo.—cerró los ojos resignado.


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En un plano completamente diferente al físico, a la realidad como muchos lo llaman, se encontraba el alma de la joven luchando por una identidad. Entonces a su lado aparecieron dos representantes de sus razas. De un lado su enemiga, súcubo como ella, Amon; y del otro, su tan misterioso ángel, Azrael. Ella no podía decir nada, el juicio proseguía sin importar su voluntad, aún así con los representantes que le había tocado sabía que el resultado del mismo no podría ser muy bueno.
Una luz brillante la envolvió, Amon y Azrael se separaron y de ellos salieron hilos grises, cada hilo simbolizaba una acción buena o mala que haya hecho. Estos hilos se unieron a las muñecas de la joven, eran más las de Amon. Algo esperable.
Entonces pasaron a la segunda parte, los hilos rojos, éstos simbolizaban a las personas que la conocían y los deseos de ellos por su elección. El de su padre y su hermano de un lado, eran gruesas y firmen, casi parecía que le cortaran la circulación sanguínea; y luego comenzaron a aparecer muchas más pero de Azrael...el ángel como buen orador nombró a cada una de las personas que aparecían:


_ Ryoko,Onix, Nana, Ember, Juliett...—se sorprendió mucho al oír ese nombre, ¿por qué ella?—...Mao, Daisuke y Allan. 


Al decir este último se hizo presente un hilo rojo intenso y aún más poderoso que los demás. Ambas partes de ella tiraban como si fuera un juguete hasta que finalmente se decidió. Y entonces, la cara de ella mostró miedo, mucho, no era como había esperado.
La luz se desvaneció y una parte de ella murió.


— Tu nombre será Amuria y te acompañará por el resto de tus días. —exclamó una voz en su interior.


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Se sintió un temblor, no uno real, uno que sólo la energía puede producir. Allan y Ember miraban hacía la misma dirección, ambos ansiosos por saber el resultado. Entonces a la nariz de Allan llegó un fuerte aroma a azufre, tuvo miedo y no lo pudo evitar, bajó la cabeza y solo rezó.


En el punto del ritual, Aiperus esperaba impaciente por que terminara y al sentir toda esa energía liberarse supo que era hora. Al sentir el olor creyó que había conseguido su objetivo, pero al ver el reflejo del cuerpo oculto tras la luz se quedó espantado, era muy poderoso.
Se siente un grito en seco, un grito masculino, por lo que dragón y han'gô se asustan. Ember lo desata por fin y comienzan a correr hacía el lugar. Pero cuando llegan sólo ven a Aiperus tirado contra un árbol y se sentía como no le quedaba energía para moverse. El íncubo se acercó con cuidado e intentó preguntarle que había ocurrido.


— Es una maldita siempre lo fue...—fue lo único que logró articular antes de desmayarse por completo.


— Juro que de no ser porque sería aprovecharme, lo golpearía. —dijo Allan serio y solo miró hacía un sector de tierra quemada— ¿Lo hizo verdad? Se negó y entonces se dio por vencida.


— No pudo, no creo que sea capaz de algo así, ella nunca...—nota que ya no la sentía, su presencia, su ser, ya no estaba en el mundo de ellos, los ojos se Ember se colmaron de lágrimas que no tardaron en salir de forma abrupta.


El dragón apenas pudo reaccionar, solo se tumbó en aquella prueba de la transformación de su compañera, su amiga, su...amor. Apoyó sus manos, en esperanza de poder sentir su calor de nuevo, pero no había nada, sólo cenizas que el viento comenzó a llevar consigo.
Se abrazó con fuerza y entonces lloró, pero no desesperado como su amigo, no, él parecía llorar en silencio, mientras su pecho se contraía y su corazón latía con demasiada rapidez como si fuese a salirse de su interior. Estaba devastado, todo era silencio, todo era nada, todo...ella...se había ido.


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A la mañana siguiente, Ember se refugió en Mao, de quien no salió por varios años que duró su tristeza. Y en cuanto a Allan, él se quedó en el mismo lugar por unos días, hasta que alguien lo fue a buscar.


— Hermano, ya no vale la pena. —esa voz fría sonaba distinta a otras veces, casi compasiva.


— Ella te lo dijo, lo sabías y no me advertiste nada. —levantó su rostro con los ojos rojos y el cuerpo débil.


— Si, me lo dijo. 


— ¿Por qué?


— Porque los quería, creyó que fue lo mejor. —entonces al ver en los ojos de su hermano, ese celeste resaltado ante el rojo del llanto no pudo sino abrazarlo con fuerza— Perdónala Allan.


— Yo... —le correspondió el abrazo y se dejó llevar una vez más por su desolación— Yo...la amaba.


Después de un buen rato así, el mayor convenció a su hermano y logró sacarlo de ese lugar. Ya no tenía sentido seguir allí solo por un recuerdo de alguien que ya no existía.
El viento soplaba gentilmente sobre ellos, el joven solo se sostenía el pecho como si algo se le fuera a caer del mismo, parecía vacío más bien. Frank al verlo de esa forma, lo sostuvo de los hombros y solo lo acompañó en silencio, sabía que no había palabras para algo así.


Amuria..Etsuko...quien fuera ¿había muerto?














































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El ángel saludó a su protegida, la deposito en su destino y entonces, besándola a modo de simple cariño le susurró:


— Yo lo sabía, mi pequeña, que tu valías mucho más. —sonrió como siempre y entonces le ofreció un último consejo— Ahora deberás crear tu camino sola, Amuria. Has que el amor que te han dado no sea en vano y vive.


La envolvió en sus alas y desapareció de a poco, al compás de la respiración de ella.
Al despertar, se encontraba en una iglesia...


CONTINUARÁ






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¡¡¡Nya!!! Final de la segunda parte, espero les haya gustado, lamento si el final es un tanto brusco, pero todo se aclara a su tiempo, gracias por leer hasta este punto. Significa mucho para mi y ahora a esperar ^-^ Arigato.

sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo Veintinueve: Lo siento

Se advierte a la gente menor o impresionable, que este capítulo tiene escenas lemon, suaves no tan explícitas. Fueron advertidos, pervertidos bienvenidos sean! xD Nah, está light en serio.^^

El deslumbrante ocaso se hacía presente y transitorio, sus bellos tonos anaranjados y amarillentos daban un buen augurio para el día siguiente. Los enamorados estaban contemplando el bello paisaje con tranquilidad. Ella descansaba entre las piernas de él, disfrutando con una suaves caricias en sus brazos. Él le besa su larga cabellera y la abraza apenas tomando sus manos. 


— Hoy fue un lindo día.


— Un hermoso día, gracias por estar conmigo, jamás lo olvidaré.


— Ni yo. —más bajo y un tanto triste— No quiero que termine.


— Ven aquí. —se volteó a él y lo abrazó fuerte lo miró a los ojos toda sonrojada y entonces apenas rozó sus labios, tentándolo a besarla.


Allan no pudo resistirse por mucho y la besó despacio mientras la abrazaba por la cintura. De repente siente como la chica lo toma por el cuello y lo tira lentamente al suelo. El coloca sus brazos sobre ella y apoya sus rodillas para no aplastarla, no le gustaba esa posición este...nuevamente estaba pensando con otra cabeza.
Ella no dice nada y solo le toma los brazos, los lleva lentamente a su cintura para luego atraparlo entre sus manos y besarlo con una pasión desconocida por el dragón. Este intenta responderle, algo desconcertado la tomó firme, acarició sus labios para luego atreverse a saborear su boca poco a poco.
Etsuko aprovechó en un instante y le mordió el labio con lujuria. Lo sostuvo y entonces al soltarlo él hizo lo mismo, le besó la pera para dirigirse a su cuello. Ella sintió un escalofrío, nervios pero se contuvo y solo se dejó llevar mientras al sentir los labios de él sobre su piel descubierta y sensible solo emitió algunos quejidos leves, estaba impaciente y se sentía muy bien ese tipo de contacto. 


— ahh...Allan..espera...—se levanta apenas y le levanta el rostro con cuidado— Tengo mucho calor ahora.


— Yo también. —responde mientras al verla, sonrojada y acalorada por él, no pudo resistir y entonces se saca la remera con apuro, apenas pone sus manos sobre el borde de la blusa de ella, conserva su voz lo más seria posible y le pregunta— ¿Puedo?


— Ya, hazlo. —le contesta y entonces se levanta para que se la quita con cuidado.


El dragón la observa con atención, como estaba tan entregada a él, ni había intentado cubrirse. Su sostén ya era muy tentador, para quitarlo claro. Pero entonces notó que la noche recién comenzaba, el color violáceo del cielo se lo indicaba. Besó cada centímetro de su piel, rozó con delicadeza su abdomen y cintura. Etsuko sentía cosquillas, era tan suave con ella, en ella. Con leves mordidas fue probando su piel, aquella esencia de su ser lo estaba poniendo nervioso y tenso pero debía esperar a que ella también comenzara a sentir así.
Al sentir la mordidas y leves lamidas sobre su piel comenzó a despertar cierta inquietud en su interior. En cuanto sintió las manos de él acariciar su bajo abdomen no pudo evitar..


— Ahh...ahh..no..mírame —pidió y se abrazó al cuello de él para detenerlo— Empiezo a sentir miedo. —le confesó mientras sentía la manos de él deslizarse por su espalda.


— Tranquila, yo no te haré daño. —soltó su brasier— Déjame verte bien Etsuko, iré despacio.


Ella aún encima de él se quitó lo que quedaba de prenda y la tiró a un costado. Allan la besó para distraerla, sabía que no le era fácil y debía relajarse. Pasa la punta de sus dedos muy lentamente sobre la espalda de ella, se podía sentir las cicatrices pero no le importó. Ella se separó de él, el cielo se ponía oscuro, pronto la noche sería su único amparo. Tomó una mano de él y la posó sobre uno de sus pechos. Su corazón estaba acelerado, él lo sintió y entonces le escuchó decir.


— Sólo late por ti, soy tuya Allan. — Se tiró hacía atrás acostándose y le sonrió— 


Los ojos celestes de Allan brillaron, jamás se había sentido tan ansioso por algo así. Se fue hacía ella, entrelazó sus dedos con los de ella y unión sus labios, apoyo un poco su cuerpo sobre ella sintiendo su calor y el suyo mezclarse. Al separarse, la mirada de Etsuko le miraba con deseo y entrega, él lo entendió.
Sin disimulo alguno la miró bien, estaba oscuro ya, pero sus figuras podían distinguirse perfectamente. Su manos acariciaron sus hombros bajando por su pecho y cintura. Ella se estremeció, se mordió el labio al sentir como degustaba su piel con su lengua, de una forma tímida y cuidadosa. Allan estaba muy agitado al oírla ahogar sus suspiros, sintió que lo había conseguido, ahora iría por más.
Dio un beso a su abdomen para luego volver a verla mientras sus manos descendían a sus piernas. 


— Te amo Etsuko y quiero demostrártelo. — sintió las manos de ella sobre sus hombros— Tan solo quiero hacer que te sientas bien.


Ella se pone cerca y le susurra:


Kitaru... chikai.


Aún sin saber que decía, el dragón se dejó llevar por el tono de su voz e inconscientemente hizo lo que su amada le pedía. Se acercó, para entonces comenzar a sentir las caricias de ella.
Deslizando sus suaves manos por su espalda, sintiendo como suspiraba sobre su pecho. De pronto mantuvo sus manos en el pecho de él, como queriendo separarlo, aunque era todo lo contrario. Etsuko le besó suavemente la oreja, siempre hacía eso, porque sabía que lo volvía loco. La reacción de Allan se sintió al estremecerse y entonces separó un poco su cintura de ella...pues algunas cosas comenzaban a ponerse impacientes.
Ella río con un tono profundo e invadiendo la boca de él con su lengua indomable fue deslizando sus manos hacía abajo, hizo unos pequeños círculos con su dedo índice sobre el abdomen de él logrando sacar algunos gemidos ahogados entre sus labios. 


— Allan no me tengas miedo. —besó el centro de su pecho, su corazón— Enséñame lo que es sentir lo que estás sintiendo en este instante, quiero sentir el mismo sentimiento.


— Y lo sientes, aunque no lo sepas, el miedo es parte del amor. —deslizó sus manos hacía la falta de ella y pasó sus manos por los muslos de ella con delicadeza— El miedo a exponerse, a no ser suficiente, a ser lastimado por la otra persona...todo eso es amor, porque quieres protegerla tanto que a veces temes por estar dando mucho y devolviendo demasiado...


— Entiendo, entonces, quiero que me ames. Aún más allá del dolor.


Allan dejó de dar vueltas y le deslizó la falta hasta sacársela por completo, estaba semidesnuda y sin embargo no parecía importarle. Sintió las manos de ella atentar contra su pantalón, lo desabrochó y bajó el cierra, al rozarlo sintió que a pesar de su tranquilidad estaba escondiendo una gran "ansiedad". Él mismo se levantó y se los sacó, pero no sólo los pantalones, sino un poco más...se animó a confiar en ella.
Etsuko lo veía, ya no tenía protección alguna, era su misma esencia frente ella. Nada podría compararse con la mirada que le daba, una de miedo y exposición, una de confianza absoluta. Entonces, se dio cuenta, que la siempre estaba un paso atrás era ella. Con sus manos un tanto frías por la noche, fue deslizando su única prenda hasta dejarla lejos de una pequeña maniobra con su pie. 
Ambos estaban completamente desnudos, sin barreras ni escondites, eran sólo ellos en medio de la naturaleza, iluminados por la gentil Luna.


— Eres hermosa Etsuko. —le confiesa sonrojado apenas se acerca muy dudoso hacía su rostro, siente las rodillas de ella a poco centímetros de sus piernas.


— Ahh...tu también Allan.


De pronto la joven se quedó muda, admirando a su compañero, su amante. Lo siente besarla con delicadeza, las manos cálida de él bajan a su intimidad y empiezan a incitarla a gemir cada vez más alto. Cómo lograba hacerla disfrutar al punto en que creyó que podía entenderla, cómo, cuándo y dónde hasta que finalmente ella dejó de luchar y sintió solo placer en su cuerpo. Entonces abrió sus piernas y lo abrazó llevándolo hacía ella, mientras el corazón de ambos se aceleraba.


— ¿Estás segura?


— Nunca estoy segura de nada...pero si sé que lo quiero..¿es suficiente?


— Si lo quieres, yo también.


Se miran fijamente, él se desliza con cuidado al interior de ella, Etsuko apenas emite un pequeño quejido y se sujeta de sus hombros. Sentir de esa forma, jamás creyó, sentirse así...completa. Era la primera vez que se sentía unida a alguien, que no era por necesidad sino que por deseo mutuo. Fue tan suave, tan considerado, que no le importaba el placer en esos movimientos tan conocidos y a la vez nuevos. Sintió como él se ponía cada vez más agitado, lo abrazó con sus piernas y lo sintió terminar en su interior. Etsuko solo lo abrazó, tan agitada como él.


— Lo siento. —exclamó en su hombro mientras intentaba recuperar el aliento.


— ¿Por qué dices eso?


— No, no te sentiste como esperaba. —sabía que él había llegado pero ella no.


— ¿Lo dices por el placer? Yo no quiero placer, me gustó, me gustó mucho...gracias Allan. —lo abrazó fuerte— Me has hecho tan feliz, me gustaría estar así contigo para siempre.


El dragón no comprendía nada, años más tarde podría entenderlo, pero en ese momento lo único que hizo fue corresponder su abrazo y quedarse encima del pecho de ella hasta que ambos se quedamos dormidos uno al lado del otro. 


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"Aún después de todo lo que diste, de las cosas que me has hecho sentir, del amor que creció en mi por ti...a pesar de todo, debo dejarte. Perdóname"


La joven tomó sus ropas, más bien ya no importaba, igual se vistió. Con cuidado de no despertarlo, le colocó los pantalones y lo cubrió con su camiseta y una campera que dejó cerca del árbol donde habían almorzado. Eran más de media noche, ella se arrodilló a su lado y le comenzó a recitar.


"Dios, si es que puedes oír, cuídalo. Allan, yo te amo más que a nada, yo quiero hacerte muy feliz, yo quiero mantenerte a salvo. Eso lo haré, a costa tuya. 
Porque se lo que te mereces, algo mejor que yo, alguien que no te lastime. Tan sólo desearía, poder agradecerte por todo lo que haz hecho por mi, cuidarme, protegerme, AMARME. 
Y está será la única forma de hacer, se que dolerá al principio pero eres fuerte y me olvidarás sin llorar ¿si?
Te ves tan lindo dormido, tan inocente, tan parecido a la niña que murió en mi alma. Solo, olvídame Allan."


Le besó los labios, este apenas abrió los ojos y quiso despertar pero al sentir el calor en sus labios no pudo sino quedarse de nuevo dormido. El sueño ardiente funciona aún en los han'gôs.
Se levantó, su mirada era decidida, en alguna parte de su mente el dolor estaba guardado. Comenzó a alejarse de él con paso firme, no dudo, pero por dentro su corazón se quebraba con cada paso que daba.


"Perdón"


Era todo lo que pensaba.


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Allan despertaba, se sentía mareado por alguna razón, tenía una mala sensación en el pecho. Entonces volteó y no vio nada, estaba solo, ¡solo!
¿Dónde estaba Etsuko?¿A dónde iría tan tarde?
Comenzó a buscar a su alrededor, se colocó la ropa que le faltaba y a punto de levantarse sintió una voz fría a su espalda.


— Lo siento Allan-kun, pero no puedo permitir que interfieras. 


De pronto siente una cadensa sobre sus muñecas y tobillos, estas lo tira hacía abajo y confundido levanta la vista para encontrarse con el causante. Era Ember, quien había dicho que lo ayudaría ahora lo tenía aprisionado contra la tierra y lo miraba sin sentimiento alguno. 


— ¿¡Qué estás haciendo!?¿Dónde está?


— Etsuko-chan ya eligió, y juré por mi nombre que te detendría, lo siento. No te puedo dejar ir. —tenía un tono triste en su voz— Mao quiso advertirte pero no hiciste caso, ahora debo traicionarte por el bien de ella.


— ¿Cual bien? ¿No ves que ella no debe ser un demonio?¡No quiero perderla! —comenzó a gritar y a forcejear las cadenas pero eran muy gruesas y ni siquiera una pequeña fisura les hacía.


— Es inútil, te saque energía suficiente para dejarte como humano, no tiene opción más que aceptarlo.—miró a lo lejos— Yo no te quiero perder, pero es tu elección.


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— ¿Lista? —la voz fría la atravesó como una espada.


— Si, den inicio al ritual. —se paró en medio de su hermano y su padre, una para no escapar y dos para que vean que cumpliría con su promesa.


El demonio mayor dibujó un símbolo de pentáculo con distintos escritos a su alrededor y Etsuko entró en él, una luz roja comenzó a envolverla y entonces su cuerpo de dividió, se podía observar sus dos formas. Etsuko y Amuria se miraban entre sí.


— Mezcla de sangres que por años has vivido impura, dile ahora al mundo cuál será tu forma...—exclamó su padre mientras la miraba con atención.


— Yo invoco a...


~Continuará~













domingo, 17 de julio de 2011

Capítulo Veintiocho: El Mayor

Frank era muy similar a Allan, claro eran hermanos.
Era más alto aún que su hermanito, lo que daba a pensar que Allan seguiría creciendo. Su cabello era rojizo oscuro y tenía un flequillo recto y todo bien prolijo, mientras que el otro lo tenía dividido por la mitad y todo desparejo por el reciente corte. Su cuerpo estaba bien formado, alias, tenía músculos y era bastante atractivo. Sus rasgos faciales más alargados y finos, más parecido a un dragón.
Ambos hermanos estaban hablando sentados sobre la cama de uno de ellos, mientras una joven apenas despierta los escucha un rato con los ojos cerrados.

— Mueve tu te toca. —dijo con voz un tanto ruda e impaciente Frank— Dime, ¿Esa chica no es humana verdad? Al menos no por completo, huele extraño.

— Este es mitad humana como yo, no te preocupes no es peligrosa. —mueve su caballo y le come un alfil.

— ¿Mitad humana y mitad...—indagaba levantando una ceja un tanto desconfiado.

— Súcubo, demonio. —intentó no sonar nervioso, pero ya sabía lo que su hermano le diría— Tranquilo, ella no es mala como seguro estás pensando, es más la razón por la que te llames es para que me ayudes a...

— Si es un demonio, no tiene alma alguna, ¿cómo puedes ser tan tonto de confiar en algo así? —sonaba frío y la miró con desprecio— Es nuestro deber eliminar seres como ella, no te confundas, siempre se comportan inocentes y luego te traicionan por la espalda.

— ¡No hables así de ella! — grita y tira la fichas mientras se enfrenta cara a cara con su hermano— Ella es más humana que yo inclusive, así que cállate y confía en mí. Debes ayudarme a...

La mestiza se levanta se pronto para evitar que siguieran peleando por su culpa. Se refriega los ojos y ve que tenía un trapo en la frente. Se lo saca, mira a los chicos y les pregunta:

— No peleen, no te culpo que me digas esas cosas, en parte han sido ciertas. —cierra los ojos y se apoya sobre sus rodillas— Aunque ahora no soy así, aún la tengo dentro, mi demonio.

Se toma el pecho y suspira. El hombre se queda asombrado con su sinceridad, al oír su voz, era tan distinta a su aura. Allan miraba hacia las sábanas debajo de él y con una mano sobre su rostro, no le gustó nada que Etsuko escuchará eso, seguro al gritar se dio cuenta. Ella solo lo mira y le sonríe para calmarlo, se levanta y camina hacía él. Le sacude el pelo para que la mirara.

— Está bien, en serio. —su voz era suave y algo afónica por la frecuente tos— Iré al baño así hablan tranquilos, ya vuelvo.

— ¿Te siente bien para ir sola? —le pregunta mientras la retiene de su remera-piyama.

— No te preocupes, le diré a Mao que me acompañe, está cerca no me pasará nada.

Los alemanes se quedan solos y entonces el mayor se anima a decir. Sus ojos reflejaban dudas.

— Ella no suena como una...

— Lo sé, ella, se llama Etsuko y peca por honesta. Como yo.

Al verle la mirada, la sonrisa oculta, supo la razón de que la defendiera con tanta pasión. Su hermano no era así ni siquiera con Johana lo fue, ¿podría ser que estuviera enamorado? No, no creía que fuera así, pero siendo humano era más propenso a las emociones. Él no entendía claro, su instinto le dictaba buscar su especie, en campo Allan, Allan siempre fue un misterio en gustos por parte de su familia.

— Ya veo, igual no me confiaré, ¿qué te ayude en que?

— En volverme más fuerte, verás, debo salvarla. Su hermano la obligará a optar por una raza y ella aún no está lista.

— ¿En qué se convertirá?

— Me dijo que en demonio porque sino, su hermano Aiperus la matará para conseguir su alma.

— Pero debió perderla si era como ella y se transformó. — dice prestando atención, sabía mucho de mestizos.

— Es que son gemelos, por lo que me explicó, el alma de Etsuko está completa porque el alama de él ahora vive en ella. —lo mira con decisión— ¿Me ayudarás? No te pido que pelees por ella, yo lo quiero hacer, pero necesito que me entrenes.

— Allan, yo no estoy seguro de si tu eres capaz de algo así, además no la veo muy preocupada al respecto. —le dice ignorando la mirada de compasión que le hacía, lo miró con sus ojos verdes y acota— Sabes, que ahora que me haz dicho eso no permitiré que lo hagas. Los demonios son difíciles, más aún para alguien como ustedes dos.

— Aún así debo intentarlo, Frank, ella no debe ser un demonio.

— ¿O eres tu él que no quiere eso? —se levanta y entonces resignado dice— Déjame hablar con ella y decidiré qué hacer, no cometas una locura hermano, sabes que todos te necesitamos y queremos.

— Lo sé, pero yo, yo la quiero a ella hermano.

El dragón mayor sintió en la voz del pequeño una madurez asombrosa a su tono infantil y molesto siempre presente. En el tiempo que lo mantuvieron lejos de ellos esperaron que creciera un poco, al parecer eso resultó pero su cuerpo resplandecía como el de su madre cuando veía a su padre irse a pelear. Lo supo entonces, que Allan, cometería una locura de ser necesario, porque estaba ciego, ciego de amor.
El mayor sacó de su bolsillo trasero una caja de cigarrillos y salió por la ventana para fumar un rato. El joven lo miró y solo agachó la cabeza, quizás aceptar la visita de Frank no había sido buena idea después de todo. En medio de sus pensamientos, la mestiza entra de nuevo en el cuarto esta vez con la nipona, ella no sonreía como siempre ¿qué pasaba?

— Mao. —musita apenas.

— Los siento me trabé un momento.—ríe y entonces acota— Me tengo que ver con Dante, nos vemos A-chan.

Cuando esta se va, la nipona restante entra y cierra la puerta. Se sienta en su cama y le sonríe a su compañero cuando sin previo aviso le susurra.

— Te amo Allan. —lo miró un instante y luego se tumbó sobre las sábanas.— No sabes lo feo que es pasar lo últimos días en cama, yo que quería salir y contemplar la poca humanidad que me queda.

— No digas eso.

— Es la verdad, ya no quiero fingir más, en un par de días...te perderé. Pero no estoy triste, soy feliz con solo saber que alguien me amó. No debes preocuparte.

El dragón vigila que su hermano no lo estuviera vigilando y entonces se abalanza sobre Etsuko y la besa con fervor. La siente tirarlo hacía atrás pero él no hace caso y continúa besándola en negación a las palabras que no quería oír. Finalmente se separa un poco y la nota muy sonrojada de nuevo.

— Te vas a enfermar. —dice recobrando el aire y tratando de calmarse, la cabeza le daba vueltas.

— Aún tienes fiebre y dices tonterías. Ven te voy a tapar, es por el frío de la otra noche. — le sonríe.

— Valió la pena. —se acuesta y deja que la tape— Me rindo Allan.

— No digas eso, ya verás que todo estará bien. — se da cuenta que su hermano los miraba— Aún cuando nadie confíe en ti yo siempre lo haré y no puedo aceptar que te rindas, yo seguiré luchando.

Ella lo entendió, las miradas entre ellos, Frank tenía la misma mirada que ella cuando Aiperus le confesó que se harái demonio. Sabía que lo que Allan hiciera estaría mal y encima solo terminaría lastimándose a sí mismo.    La joven solo lo abrazó y con voz suave le pidió.

— Dile a Frank que entre, tengo que decirle algo ¿si?

— Claro, Etsu.

Va por su hermano y le pide que no haga nada raro; el joven sale del cuarto para darles privacidad y se va a caminar un rato. Estaba algo tenso.

El hombre la mira y solo espera a escucharla. Ella se sienta apenas y se sostiene un paño mojado sobre la frente. Le habla con claridad.

— Se lo que dirás y tienes toda la razón, debes hacerlo entrar en razón, esto no tiene sentido y no quiere entender.

— Está ciego y lo entiendo, no eres como imaginé, admito que juzgo mucho a las personas pero tu no saliste como pensé. Allan de verdad te quiere, él no está acostumbrado a las pérdidas y te creo admirable si piensas así, porque tu tampoco serás feliz sin él ¿o me equivoco?

— No, no te equivocas. Pero no puedo evitarlo, debo dejarlo si quiero que esté bien y él....se merece algo mejor que yo.

— Mírame.

Ella levanta la mirada, los ojos verdes claros de él, parecían reflejan una sabiduría mayor que la ella. Sabía que la leía, que se fijaba en su interior.

— Has sufrido mucho, te comprendo, quise decírselo a Allan pero no escucha. Es muy testarudo, como tu. —se sienta cerca y le quita el flequillo de la frente— Siempre hay opciones, claro algunas cuestan más que otras, te creo capaz de elegir la correcta. Aunque a veces, es preferible ser un poco egoísta y pensar en el bien personal; por lo que vi tu siempre te has preocupado por los otros y no acostumbras que alguien como mi hermano te diga cosas como protegerte o cuidarte. Etsuko, niña del cielo, espero que hagas las cosas por tu corazón.

— Quizás, es raro, pero no te pareces a tu hermano más que en lo físico. Si Allan lo viera así, me sería más fácil, porque dudo a cada instante de qué haré, pero no te preocupes yo no lastimaré nunca a tu hermano. Es más evitaré que lo haga él mismo.

— Mestiza, solo escucha tu interior y en el momento lo sabrás, en cuanto a mi, solo esperaré lo mejor pero este no es mi lugar. Es en vano porque Allan no me escuchará, pero igual te dejaré algo para que ya no estés tan mal al menos.

Ella se queda mirándolo cuando este saca una botella de su gabardina, y le ordena que la bebiera. Al instante sintió como la fiebre había bajado por completo, su cuerpo le respondía normal y ya no se sentía débil. Se preguntó qué era lo que había bebido y él sonriendo por primera y única vez le responde.

— Si te digo lo vomitarás, mejor quédate con la intriga pequeña. —le acaricia la cabeza y deja de sonreír— Como humana eres muy bella, y no solo por fuera.

Ella se sonrojó al escucharlo, él solo se levantó y abrió la puerta.

— Dile a mi hermanito que me llame, pero que no puedo ayudar, igual dejo en tus manos lo que hagas. Yo vendré a verlo si decides por irte.

— Gracias Frank, te agradezco mucho.

— Gracias a ti, Allan dejó de ser un niño y tu lo debes saber mejor que yo.

Le saluda con la mano y sale, a pesar no estar muy convencido decide por dejar las cosas a la suerte. No podría estar cuidando a su hermano por siempre y una caída nunca mató a nadie, quizás era tiempo que el pequeño dragón aprendiera lo que era el adiós. Deseo suerte y se retiró, él no pertenecía a esa historia.
Al verla a los ojos había recordado, ese mismo sentimiento dentro de una persona que lo había traicionado. Un relato muy viejo, el origen de su desconfianza, recordó...que nadie lo ayudó y a pesar de todo salió vivo de ello. "Allan será mejor que seas más listo que yo." pensó o más bien rezó mientras salía por la puerta.

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— Amo resta un día para la conversión de mi hermana. —anuncia exitoso.

— Perfecto, me preguntó como será su entidad de súcubo completa, siempre fue talentosa tu hermana en ello. Me complacerá tenerla de aliada. —responde cuando de pronto huele una trampa en la oración antes mencionada— ¿La hiciste jurar transformarse en demonio verdad?

— No lo especificó pero no importa, sabe perfectamente que está muerta si no lo...

El demonio supremo lo toma por el cuello y furioso exclama con ira.

— Si serás inútil maldita escoria, ahora no tenemos nada seguro, aún si la matas su alma no será para nuestro reino. Definitivamente ya no se debe delegar a los aprendices, ¿acaso no sabías que existe una tercera opción?

— ¿Tercera opción?

Su padre lo suelta y se desvanece, dejándole la duda.

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Etsuko se despierta, era de día, su último día. Sonrió con alegría y entonces se fue encima de Allan haciendo que este se levantara asustado y al verla encima suyo no pudo evitar atraer a sus brazos y jugar con sus manos como si fueran niños pequeños.

— ¿Hoy estarás conmigo? —pregunta mientras se levanta y va por ropa para cambiarse.

— Claro que sí.

Mientras la mestiza se vestía con un tanto de apuro para aprovechar al máximo esas horas, el dragón la miraba sonriendo porque tenía algo pensado. Aún sin su hermano, había conseguido la ayuda de alguien más, Ember se presentó a él con la intensión de ayudarlo a detener a Etsuko. Pese a la seguridad que tenía de su plan, ese día pensaba disfrutarlo...no sabía la razón de que se hubiera despertado con tantas ganas de vivir con ella.

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Yo diría, que la conciencia de Allan lo ayudó a relajarse y darme el mejor día de mi vida. Fue único e irrepetible, nunca lo pude olvidar ni lo haré. 
Fue mi día, sin hablar de nada, sin preocupaciones, solo viendo y gozando de la sencillez del mundo y sus obsequios de momentos confusos, graciosos y risueños.


Fui tan feliz ese día, quizás porque fue el último como han'gô y debía ser especial por eso...

lunes, 11 de julio de 2011

Capítulo Veintisiete: Ai Shiteru

La joven se despertó, se encontraba encima de Allan, tenía su cabeza apoyada sobre su pecho y podía sentirlo respirar como siempre de forma bastante lenta debido a tener que lidiar con el peso de ella.
Se quedó quieta, solo escuchándolo debajo suyo, tenía sus piernas alrededor de su cintura, podía parecer cualquier cosa, si alguien los viera pensaría cualquier cosa. Pero era solo una unión inocente, después de una noche extraña, no pudieron separarse por más que lo quisieran. Se levantó apenas encima de él y entonces le besa una mejilla a modo de despertarlo.
Los ojos celestes de él apenas se entreabrieron y entonces solo se quedó quieto, no tenía ganas de levantarse aún. Ella entendió el mensaje y se levantó de encima, siente que él la retiene.

— Espera Amuria, quédate un rato conmigo. —dice medio soñoliento.

— No me llames así, es complicado, pero creo que ese no es mi nombre. —mira hacia la nada y luego agrega— Solo me quedan días, y los quiero disfrutar, no quedarme encerrada en este cuarto.

— Este....bien...solo un detalle. —dice serio y entonces aún con los ojos cerrados le pregunta— ¿Cómo te debo llamar?

— se le acerca y le susurra al oido— E-t-s-u-k-o.

—  Etsuko. —repite Allan y entonces se voltea para seguir durmiendo— Es lindo nombre, más japones, me gusta.

Entonces se escucha un ronquido, estaba muerto.

— Mmm, Etsuko, a mi también me gusta más. —dice para sí y entonces le alborota un poco el pelo a él y se levanta para empezar el día.

Su primera parada sería ir con Mao, aunque no tenía muy en claro lo ocurrido cuando se convirtió en demonio, podía recordar la voz de Ember llamándola. Debía hablar con él, debía decirle lo que planeaba hacer. Entró de una en el cuarto de la pequeña cuando encuentra un panorama algo perturbador para la joven, cierra la puerta y lo única que atina a decir es:

— ¡Lo siento!¡No sabía, no quise! —entonces se siente sonrojarse.

— Espérame un segundo Amu-chan.—dice la pequeña y entonces se escuchan algunas voces y quejas pero finalmente sale— Solo nos besábamos nada más, estas roja, no me dirás que te da...

— No importa eso. —la interrumpe y entonces le pide— Este, necesito hablar con Ember, pero puedo hacerlo más tarde, ¿Te parece esta tarde?

— Claro, a las seis ven y habla con él, ahora estoy ocupada. —dice pícara y vuelve a su cuarto con apuro.

La han'gô se sintió raro, ver a los novios siempre le provocaba la misma sensación. ¿Cómo se sentiría hacerlo por deseo real?¿Por amor? Como sería....si ella, por primera vez, hiciera el amor con alguien..con..
Sus manos temblaban, estaba sonrojada de solo pensarlo, se sentía raro pensar algo así, sería mejor que lo olvidara y siguiera con lo que debía hacer.
Se había decidido, que en sus últimos días haría como si fuera alguien normal, una chica sin nada más que preocuparse que si misma. Quizás porque en el fondo ella misma quería serlo.
Se encaminó hacía el comedor tenía mucha hambre, más de la habitual.

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El dragón se levantó, ya era tarde pero no le importaba era Viernes, no tenían clase los Viernes. Se sentó a un costado de la cama y apenas puso sus manos en su rostro para refregarse los ojos. Siente a alguien a su espalda se voltea y recibe un beso fugaz que lo deja pasmado un rato hasta reaccionar.

— ¡Hombre! Me sorprende que siendo tan lento para responder mi hermana ya no se haya aburrido de ti. —entonces se aleja y aparece en la ventana— Aprovecha ahora dragoncito, en unos pocos días Amuria será mía y entonces, se olvidará de ti y su "amor".

— ¡Eso no es cierto! —le reprochó mientras se limpiaba la boca del asco que le causaba que ese tipo lo hubiera besado— Ella no será como tú o su padre, ella es buena lo sé y no se dejará vencer por tí.

— Jajajaj que iluso, eres igual que ella, lo siento pero debe hacerlo o sino se convertirá en cenizas. —entonces lo mira con frialdad— Si ella no se convierte romperá su juramento y se convertirá en cenizas, si decide por ser humana, yo mismo me encargaré de matarla.

— ¡Cómo puedes decir eso! ¡Es tu hermana! —dijo apunto de ir y romperle el cuello.

— Es verdad, no puedes evitarlo y ella lo sabe. Por eso me juró con su sangre que se transformaría. Dragón, acéptalo como ella. Han perdido. —desaparece y solo un leve olor a azufre queda en el aire-.

— No, no puede ser verdad, ella no lo haría. —piensa con temor, si lo olvidara, Allan no sabría que hacer.-

Entonces se puso unos pantalones, se puso si gabardina negra y salió a buscarla. Debía preguntarle, no podía seguir con las dudas y el misterio. Debía decirle...

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Etsuko estaba disfrutando del aire libre, se paseaba por el jardín y sus flores. Cómo le gustaba ver el mundo de esa forma tan sencilla y dulce. Se acercó a las rosas y las miró un momento, eran tan bellas, siempre le habían gustado pero nunca cortó ninguna para si. Estaba a punto de tomarla en su mano cuando siente a alguien correr hacía ella y del susto aprieta el tallo de la flor y se clava las espinas en la mano. Lanza un grito de dolor, la persona a su espalda se detiene. Ella voltea mientras suelta la flor y ve como una espina se había quedaba hundida en su piel. Estaba a punto maldecir al inoportuno cuando al verlo solo llegó a decir.

— Eres un tonto, mira lo que me has hecho hacer. —se quejó y entonces le mostró la mano con la espina-

— ¡Yo no quise asustarte! —se defendió él y entonces va y le toma la mano— En serio, lo siento Amu--- Etsuko.

—suspira intentando no gritar de nuevo— Solo ayúdame a sacarla, me duele. —dice mirando hacía otro lado cuando siente que él la toma por los hombros— ¿Qué...

Al levantar la mirada se encuentra con un Allan muy serio, parecía como si dudara de ella, pero ¿Por qué? Siente como aún sin mirarla le toma la espina y se la saca con cuidado. Ella toma su mano por reflejo y siente como ni siquiera sangraba, había exagerado aún así el dragón no parecía estar molesto por eso.
Etsuko no se animaba a hablar.

— ¿Es verdad que te convertirás en demonio?  ¿Tan fácil te rindes ante tu hermano? —dice un tanto triste y sin mirarla-.

— Si, es verdad. —admite apenada y al sentir como él la quiso soltar ella solo lo sostuvo con más fuerza— Allan, yo no valgo tanto como para seguir poniéndote a ti y a Ember en riesgo, yo me asusté mucho.

— ¿Qué te asustó tanto como para decidir eso? —le dice un tanto triste— Yo no quiero perde....

Ella lo interrumpe posando uno de sus dedos en sus labios y entonces se le acerca y le dice en voz baja

— Yo me asusté, de que verte sufrir por mi culpa, no importa que digas...tu solo me has visto a mi sufrir pero yo he visto a cada ser que he querido sufrir. Y ya no puedo soportarlo, no más.

— Etsuko. —dijo mirándola sabiendo que no podría comprender ese sentimiento— Entonces...huyamos juntos.

— No importa donde vaya mientras esté así, Aiperus podrá encontrarme. —se sinte temblar ante ese pensamiento— Si me convierto en demonio, me iré con ellos y yo me olvidaré de ti. Entonces podrás seguir como si nada, yo no me enojaré es mejor a seguir así.

— Pero yo no quiero olvidarte.

— Debes hacerlo, porque en unos días ya no seré la misma, decidiré por una raza y no molestaré más.

— ¿Y si te conviertes en humana?

— Sería peor, porque me verías morir a manos de Aiperus o Abalan, si es que no se aprovechan primero... —mira hacia abajo con tristeza—

El dragón intenta abrazarla, pero ella lo evita y se marcha caminando. Quizás él no era suficiente, para protegerla, para hacerla sentir segura. Tal vez, ella tenía razón y debía dejarla ir, porque sería lo mejor para los dos. Se queda cabizbajo, pensativo. Él no sabía que hacer, Etsuko sonaba muy distinta a Amuria, más temerosa pero a la vez realista.

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A la noche, ambos estaban en sus respectivas camas, no se había hablando desde la tarde. Parecían no encontrar que decirse. Se durmieron sin más.

Horas más tarde el dragón entre sueño creyó escuchar a su compañera llamarle. Al principio no le dio importancia, "no es nada", se repetía con tal de seguir durmiendo. Cuando un grito logró sacarlo de su letargo.

— ¡¡Allan!!

El dragón saltó poco más de su cama y sin más dirigió su mirada hacia ella. Tenía los ojos abiertos por completo, miraba el techo y se tomaba del pecho con esfuerzo. Se le acerca y pone sus manos en su rostro mientras la escuchaba quejarse por lo bajo, no sabía que le pasaba, su piel estaba hirviendo casi.
Ante de que pudiera preguntar cosa alguna siente las manos de ella tomarlo bruscamente y besarlo con un furia inquietante. Él no soporta mucho, le estaba quitando demasiada energía entonces se la saca de encima.

— Jajajjajajjaja hola dragoncito, tiempo sin dejarme salir hizo esa humana. -exclamó la súcubo Amuria mientras se levantaba y lo saludaba- Voy a causar un poco de caos y luego regreso para compensarte.

Se teletransportó hacia afuera y entonces emprende vuelo con sus alas tan particulares. Allan reacciona, sale por la ventana y transformándose la persigue hasta que sin darse cuenta se choca con ella y se enredan de una forma extraña.
El dragón aprovecha y sujetándola como si "estuviera confundido" y la llevó de a poco hacía el río donde la tomó enserio y sin pensarlo la llevó en picada hacía él. Ella no pudo reaccionar. Se sumergieron casi sin poder aguardar aire por lo que la diablesa lo empujaba con rapidez para ascender a la superficie.
Al salir había regresado a ser humana, estaba temblando y con los labios azules del frío. Se sostuvo de Allan, estaban en la parte profunda.

— ¡N-n-no s-se na-d-da-ar! —gritó apenas sosteniéndose del cuello de él y casi ahogándolo a él también

— ¡Ya Etsuko te tengo deja de moverte! —la regaña una vez que la toma por la cintura y patea para mantenerlos a flote.

De a poco llegan a la orilla donde ella se sube rápida y temblando, se había sentido raro el hecho de verse hundida bajo el agua sin poder respirar, definitivamente nunca más quería sentir eso. Se abrazó a si misma se sentía temblar sin control, claro con toda la ropa mojada y de noche no era el mejor clima. Se levantó apenas intentando recobrar la postura. Se acuerda de esa noche en que fue tirada al río por su propio hermano, no logra borrar esa rabia en su interior, sale la chica enojona y gritona que Allan tanto quería.

— ¡Eres un idiota! ¡cómo te odio maldito demonio!¡Por tu culpa me pasan estas cosas! —grita cuando ses interrumpida por una fuerte tos.

El dragón trata de calmar para que se le pasara aquel ataque, le coloca una de sus manos en el pecho de ella e la va haciendo más lento la respiración para que se detuviera. En cuanto lo logra la joven se toma de sus hombros y le agradece con la mirada mientras sentía cierto ardor en la garganta. Él retira la mano de donde la tiene con lentitud cuando nota algo de "frío" rozar contra se mano. Etsuko se sonroja y tiembla ante ese contacto y se separa un paso. Allan hace como si nada y mirando hacía otro lado medio avergonzado y ahora con calor más que frío le dice por lo bajo:

— Debemos ir a dentro o te enfermarás. —le ofrece su mano algo dudoso— No fue apropósito Etsuko.

La joven solo asiente con la cabeza y le toma la mano con seguridad. Se van caminando con tranquilidad, la noche estaba oscura y serena, como sus corazones que parecían haberse quedado mudo ante aquel extraño incidente.

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Una vez adentro, Allan tomó un par de toallas y se las dio a su compañera, buscó para si y sin cuidado alguno solo se cubrió con la puerta del ropero y se sacó la ropa para secarse y ponerse algo seco. Etsuko lo miraba de reojo mientras se secaba también, sentía su corazón latir con fuerza al verlo así, ocultando su cuerpo de ella. Sin más se sacó su ropa, una mirada furtiva de Allan sobre la puerta del mueble que lo cubría, de pronto sintió la misma puntada en la cintura que aquella vez cuando se besaban. Se escondió de nuevo y trató de calmarse pensando en cualquier otra cosa, quizás era verdad que los chicos solo pensaban en eso o al menos eso le pasaba últimamente, solo esperaba que no lo notara.
Etsuko terminó rápido pero tenía el pelo aún mojada, se lo envolvió en una de los toallas y notó que su compañero se tardaba más de lo normal. Se acercó a penas y pregunto con voz suave.

— ¿Estás bien? —piensa un momento— Ya terminé yo, este, no te enojes solo es que me cuesta un poco esos contactos siendo humana... Yo...

Sale del armario vestido y le roba un beso apasionado, efímero y algo brusco. Se separa de ella y se sienta en su cama mirando el suelo. Con gran pesar en su voz exclama descontento.

— Lo lamento, no quise hacerlo, me siento algo ... — excitado, no quería admitirlo por orgullo pero le costaba controlar esa parte de él, siempre se dejaba llevar por los instintos de su parte animal.

Se sonrojó con intensidad, cerró los ojos y suspiró.
Ella lo mira y suspira, se sienta a su lado y le toma una de las manos que tenía entre sus piernas, entrelaza sus dedos con los de él. Se apoya en su hombro y comienza a reír por lo bajo. Se tira hacia atrás llevándolo con ella para besarle la mejilla con ternura.

— Te juro por la poca alma que tengo que no puedo evitar amarte por esa actitud tuya de vergüenza, eres demasiado bueno para mi Allan. —exclamó entre risas cuando un comentario le corta la sonrisa.

— ¿Me amas? —dijo riendo.

— Si. —afirma ya sin reír— Yo te amo Allan.

— Uhh...

No supo qué responder, no esperaza que se sincerara de esa forma, tan tan tan directa. En un principio pensó que le estaba mintiendo o solo lo decía por decir. Al verle los ojos se dio cuenta que no mentía, solo que no sabía expresarse, como si nunca hubiera siquiera dicho tal frase. Al no recibir respuesta, el interior de la joven se sintió mal, pensando que no era correspondida. Se levantó y triste le susurró.

— Sabes, mejor ólvidalo. —con lágrimas en los ojos sintió que lloraría— Ya me estoy dejando llevar demasiado.

Va a su cama y al sentir la almohada muerde un pedazo de la misma para ahogar aquel llanto inevitable. El dragón se sorprendió de ello, podía notarlo, al verla respirar que estaba llorando. Se sintió mal, recordó el vacío cuando la separaron de él en el hospital, la furia al saber que la había lastimado, la pena que sentía al verla descubierta como si fuera de cristal la trataba. Recordó las miles de veces que pelearon y rieron juntos, recordó...que no quería verla triste, no, si ella decidía por ser demonio no quería que sus últimos recuerdos de él fuera desprecio o duda, no.
Se levantó y entonces sin tocarla, solo quedándose en frente de su mano le dijo con voz clara:

— Etsuko levántate y mírame.

Le ordenó como queriendo demostrarle algo. Ella sumisa, le obedeció y aún con los ojos vidriosos lo miró altiva mientras se sentía quebrada ante su silencio. Él la tomó por la cintura y la abrazó con fuerza, apoyó su mentón en el cabello de ella y le dijo con la voz más suave y honesta que nunca creyó tener.

— Yo también te amo, te amo Etsuko, lamento no poder habértelo dicho antes pero tuve miedo y lo admito. —la miró un momento mientras sonreía— Déjate caer, confía, que yo siempre te voy a levantar.

Etsuko se dejó caer en sus brazos y como había dicho, no la dejó caer. Derramó un par de lágrimas y no lloró más. Se apoyó en el pecho de él sintiendo su corazón latir con la misma intensidad que el de ella. Sintió que la tumbaba en la cama y entonces en lugar de besarla o nada la tapó con cuidado y sin dejar de sonreírle le preguntó.

— ¿Puedo dormir a tu lado?

La joven asintió y le hizo lugar a su lado, sintió que le tomaba la mano y entonces mirándola con inocencia y tranquilo dijo su palabras finales.

— Buenas noches Etsuko, y no te preocupes que yo estaré siempre a tu lado, duerme sin miedo. —le dio un beso en la frente y cerró sus ojos.

Ella también se durmió al poco tiempo, sonriendo, porque al parecer había algo por lo cual luchar, algo que nadie podría quitarle. Su amor por Allan.

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A la mañana siguientes ambos se despertaron, aunque no se dijeron mucho, solo se dieron un beso de despedida y se fueron a sus respectivas clases. La mestiza, como ahora se definiría a Etsuko, estaba algo aturdida. Le dolía la garganta del frío que había tomado y tenía un poco de tos que le molestaba el pecho. En clase le costo prestar atención, muchos la miraban cada vez que tosía y eso la puso nerviosa.
En el almuerzo le pidió a Mao que la acompañara al cuarto a ver si tenía alguna pastilla o algo. La nipona la veía un tanto decaída, sus mejillas estaba un poco sonrojadas, "seguro tiene fiebre" se decía por dentro.
Entran al cuarto y se hallan con algo muy extraño, la primera visión de Etsuko son dos Allan, entonces se siente caer en su cama y exclama.

— Debo estar peor de lo que creí. —le da un ataque de tos y se endereza en busca de aire.

— Etsuko. — va con ella y la sostiene contra él mientras dice— Mao gracias por traerla, ahora yo y mi hermano nos encargamos.

La nipona los dejó y entonces el hombre, porque era bastante mayor que Allan, se acerca y en cuanto la chica se calma se presenta.

— Soy el hermano mayor de Allan, me llamo Frank. Tu debes ser de quien mi hermanito se la pasa hablando.

— ¿Tu hablas de mi? — dice primero mirando a Allan y luego se vuelve a su hermano— Etsuko Himemiya, lamento mi estado pero no me siento en las mejores. Por cierto, será mejor que me tome algo.

— Espera. —su amigo la detiene y le toca la frente— ¡Estás hirviendo! Tu te vienes a la enfermería conmigo.

— Si como no, déjame Allan, no tengo gan...

Siente como la alza sin esfuerzo y pidiéndole a su hermano que abriera la puerta sale y la lleva ala fuerza. La chica se moría de vergüenza, todos la miraban mientras el dragón la cargaba como una novia. Hasta que por fin le dijo que iría a voluntad si la soltaba.

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¿Qué hacía Frank allí? No lo supe, solo supuse que sería una visita rápida para saludar a su hermano, sabía por demás que la familia de Allan era muy unida. En realidad, venía con ideas y alternativas pero no tuvo en cuenta que yo ya había tomado mi decisión y lamentablemente no fue más que un tanto incómodo. 
Eran muy parecidos y jugaban como tales, me dio envidia en parte, ver ese tipo de cariño...lo que yo había perdido de Daisuke. 
El tiempo se me acaba, estaba muy débil para intentar huir y si me convertía no tendría la voluntad de hacerlo.  
Aquel cielo de amor y amigos estaba llegando a su fin y en el abismo yo tendría que elegir; saltar o volar, eran las únicas opciones.
Sin importar qué eligiera, sabía por demás que llevaría mucho amor conmigo y eso...me mantendría viva por siempre.


~Te amo~

viernes, 1 de julio de 2011

Capítulo Veintiséis: Libre

La diablesa merodeaba por la ciudad más cercana, en la noche más de cinco habían sido sus víctimas y aún no estaba conforme. Jamás había sentido un "hambre" como aquella, era cruel y despiadada con aquel ajeno a sus propósitos. Estaba fuera de control, ya hacía día y medio que vagaba por las calles en busca de humanos para alimentarse. Parecía no tener límite.

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Allan y Mao había buscado incesantemente a la diablesa, el dragón estaba seguro que Aiperus no la tendría pero entonces...¿Dónde se había metido?¿Había huido para no convertirse?
El hecho de no saber nada de ella era malo, y también Ember no ayudaba, según Mao él estaba muy triste por algo pero no le quería contar. Al parecer la humana sabía más de lo que decía, el han'gô la había informado para que no se asustara con el hermano de Amuria.
Ya que pasara un día sin dar señales de vida era preocupante, y que encima siguiera sin aparecer, daba para que se tomaran medidas importantes. Ya al caer el ocaso, y con la ausencia de su amiga, decidieron que no estaba en el instituto y el único lugar donde podría ir sería la ciudad.
Allan se puso firme en su decisión, debía salir y buscarla, algo no andaba bien. Ya a la noche saludó a su amiga y le pidió que convenciera a Ember de regresar, si no la encontraba iba a necesitar de su ayuda.
Escapó por la ventana de su cuarto y fue hasta la ciudad como dragón donde cambió a hombre nuevamente y así comenzar a buscar.
Conocía bastante bien a los demonios, les gustaban los lugares llenos de gente para perderse, preferiblemente las fiestas y discotecas. Ese era su objetivo.

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Después de unas cuantas hora y ya bastante asqueado con todas las copas que le habían invitado en un lugar y en otro, el dragón seguía caminando sin rumbo alguno.
De verdad que no tenía tanta resistencia al alcohol por eso no tomaba nunca, pero encima de no encontrar a Amuria en ninguna parte sentía que quería vomitar a toda costa, entonces no resistió y fue hacía un callejón, se metió los dedos y dejó todo en un costado de la pared, de verdad se sentía mal.
Justo en ese mismo lugar lleno de sombras, y escalofriante en cierto sentido, un olor, ve bien al fondo del lugar, una figura incierta.
Siente que es acorralado contra la pared, reacciona y se la quita de encima. La ve por un momento, era un demonio, se pone a la defensiva y cuando la ve acercarse a luz y se da cuenta de quién era en realidad queda mudo y solo logra hablar cuando la diablesa lo empuja hacía la calle.

_ ¡Amuria! ¡Amuria detente! -le grita mientras se levanta y va detrás de ella-

La joven solo sonríe con picardía y con sus alas se levanta hasta el techo de uno de los edificios cercanos y le dice:

_ Lindo, si sabes mi nombre deberías ser más amable ¿No? -entonces le clava la mirada como si fuera uno más, como si no fuera ella misma-.

_ ¿Ahh? -dice confundido y con cuidado se acerca, vuela a su lado y siente que ella se le acerca sobre él- ¿Por qué estás así? -le pregunta sosteniéndose entre la oscuridad con sus alas rojas apenas emitiendo ruido al moverlas-.

_ Así soy, soy Amuria. -ríe histérica, claro él no entendería que la psiquis de su querida amiga estaba dividiéndose, la diablesa levanta el vuelo y se teletransporta lejos para que la siguiera-. Ven, ¡Atrápame!.

El dragón no entendía nada, tan solo revisó las calles vacías y pensando que nadie los vería intentó llegar a su amiga, quien se le escapaba una y otra vez. Riendo y burlándose de él, no podía recordarlo, porque ella como súcubo solo pensaba en ella y lo demás no importaba. De pronto en medio de aquel juego, que un tanto molestó a Allan por un lado por su actitud tan ajena a su persona y por otro lo mareado se estaba poniendo, se choca con un poste de luz y queda tomado a este mientras intentaba evitar sentir el rebote en su cabeza. La diablesa a su espalda y un susurro.

_ Di mi nombre. -no era la misma voz burlona-.

_ ¿Amuria? -dijo un tanto dudoso, la joven solo sonrió y volvió a escaparse-

El dragón apenas podía moverse del temblor que se dio, entonces solo bajo a tierra y se sentó un momento. Debía recomponerse si quería atraparla, al parecer, esa chica era más rara de lo que pensaba. Las nauseas en su estómago lo estaban poniendo de mal humor. La sintió, por un lado por el otro, podía sentirla pero no verla, entonces se le ocurrió esperar un poco.
De un segundo a otro logró atraparla y entonces la sintió caer sobre si misma, como si se desmayara al tocarlo. Se sorprendió y la sostuvo sobre su pecho y notó lo liviana que estaba, palpó su abdomen, estaba muy delgada. Con cuidado la arropó entre sus brazos y la miró.

_ ¿Qué te sucede?¿Qué habrá hecho Aiperus contigo?- suspiró y comienza a caminar- Ya que, al menos te ves dulce cuando duermes. -sonrió apenas-.

---------------------Dos horas después-----------------------

El dragón estaba exhausto, entre tener que cargar a Amuria y la lucha de sus entrañas se sentía desvanecer en cualquier momento. Pero no faltaba más que unos cuantos pasos para llevar a la mansión del instituto. Solo un poco más, era lo único que lo mantenía concentrado. Algo estaba tomando su mano, pensó, algo tomaba su mano ¿¡Algo tomaba su mano!?
Miró hacia su compañera pero desaparece de sus brazos y de pronto siente que alguien lo empuja de atrás. Allan cae por el cansancio ya no tenía sus reflejos como antes. Se voltea y ve que era Amuria, sus ojos rojos y llenos de ira lo miran con señal de amenaza, se tira encima de él y abriendo sus alas y garras estaba dispuesta a atacarlo, se siente decir.

_ ¡No necesito tu ayuda! -dice fuera de si pero antes de dar golpe alguno escucha algo que la detiene..-

_ ¡¡¡Etsuko!!! -se escucha la voz clara de un joven rubio que se acerca a ella gritando y en parte suplicando- ¡Etsuko es Allan no lo lastimes! ¡Por favor no lo hagas!

Al oir su nombre su forma se contrae, algo muy doloroso para ella, lanza un gemido de dolor y con la poca fuerza que le quedaba se aleja de Allan e intenta controlarse. Sus ojos se pusieron uno rojo y otro marrón, se tomaba de la cabeza con mucho esfuerzo, sentía dos voces y ninguna reinaba en voluntad.
El han'gô levanta al dragón, quien no entendía nada y lo empuja hacia la joven tan confusa.

_ Abrázala A-chan, luego te explico pero no le digas Amuria por ahora. -le dice y entonces se aleja para que su amiga no lo viera, ya no estaba enojado pero no la podía ver de esa forma-

El chico fue a su lado y la contuvo en sus brazos, sentía como lo tomaba con fuerza mientras en un instante cierra los ojos y luego al abrirlos lo mira, lo reconoce.
La joven lo abraza del cuello y comienza a lamentarse, le pedía disculpas, todo entre suspiros de dolor y angustia, le pedía perdón por haberlo pasar por aquello. Allan solo la ayudó hasta calmarla, dándole suaves caricias y tiernas palabras para que no se asustara.

_ Ya, no pasa nada, tan solo quédate así conmigo. -decía suave y bajo para que solo ella lo escuchara-.

_ Lo siento..lo siento...no quise..debes creerme, no quise hacerte daño. -apenas lo soltó y se le queda frente a frente-.

_ Está bien, yo te perdono si eso quieres, yo solo fui a buscarte. -sonríe para ella y entonces siente algo extraño al verla. Estaba sonrojada, su boca entreabierta, sus ojos bicolor brillaban de una forma que nunca creyó. Él mismo se sonrojó y bajo la luz de la luna llena que los amparaba en su belleza la besó sobre los labios y entonces ella cerró los ojos. Al abrirlos, ambos marrones le correspondieron el beso de antes con la misma dulzura y confesó-.

_ Allan, -hizo una pequeña pausa- Si yo me convierto en demonio, ¿aún así me querrías?

_ Siempre. -le responde seguro y se levanta junto con ella, le besa una de sus manos y le dice- Te juro, que no importa nada, yo te querré siempre. -le dice desde lo más profundo de sí mismo-.

_ -una lágrima cae sobre su mejilla, sentía algo que nunca antes había sentido, no lloraba de tristeza- Perdón, no sé porque lloro. -le susurra y sobre se apoya sobre él. Lloraba, por primera vez en su vida, de felicidad. Era feliz con solo saber que la quería, porque...- Yo también te querré siempre Allan.

_ -él le levantó el rostro con una mano por el mentón y entonces besó su frente con delicadeza- Ya deja de llorar y dame un sonrisa, ¿si?

_-sonrió levemente mientras que no podía dejar de llorar- Gomen-..

_ nasai..-completo Allan que pasó rápido su mano por sus ojos y disimula un poco mientras la toma de los hombros  y la hace caminar- Gracias.

_ -ella solo se deja llevar, lo mira de reojo, sus ojos celestes estaban brillosos.-

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Es noche decidí, supe que tenía que hacer, y así lo hice. No sé si fue lo correcto, pero fue lo que sentí. 
Yo...él...ese sentimiento entre nosotros...fue algo muy especial, fue algo que quería conservar.
Por eso, espero, Allan...me puedas perdonar. 
Me di cuenta a tiempo, esa vez, que tu amor no lo pondría en riesgo y tampoco podía aceptarlo. Solo podía dejarlo ser libre y esperar a lo mejor, algún regresar a tu lado y verte llorar de felicidad como esa noche. Porque yo, terminé enamorándome de ti.