jueves, 31 de marzo de 2011

Capítulo Catorce: El Ojo de la Tempestad -1-

La diablesa suspiraba un tanto preocupada, hacía semanas que Azrael había desaparecido y su falta se hacía notar. Estaba fatigada, cansada y sin ánimos de hacer nada, era la falta de "comida" y ella lo sabía bien. Se levantó sin apuro alguno, estaba cabizbaja, sus piernas le fallaron un minutos pero entonces unos brazos la sostuvieron de la cintura.

_ Te tengo. -dijo su compañero de cuarto, y entonces siente como la hundía las uñas a más no poder en sus manos y no soporta, la suelta- ¡Hey! ¿¡Qué te pasa!?

_ No necesito tu ayuda, tan solo me tropecé, inútil. -le dice cortante al final, mientras al mirar sus manos nota lo pálida que estaba-.

_ No luces muy bien, hace días te veo un poco...- dice el preocupado e intenta acercarse pero un grito lo detiene-.

_ Lo que yo haga no te incumbe, solo.. ¡Déjame sola idiota! -lo mira con furia y sale por la puerta-

_ ¡Espera! ¡Amuria yo no..-sale detrás de ella pero ya estaba muy lejos- ... "Quiero ayudarte" -pensó con tristeza un momento-

La diablesa se ocultó en la biblioteca, al ser tan grande no tendría problemas en poder estar sola un momento. Se sentía mareada, la abstinencia le estaba afectando y debía solucionarlo.
En medio de sus pensamientos, escucha unos pasos cerca de ella, una joven de anteojos, parecía pequeña. La diablesa cambia su expresión y comienza a prepararse para atraerla, no tenía mucha fuerza, pero como era pequeña no le costaría demasiado.

_ ¡Niña! ¿Podrías ayudarme? -dice con inocencia mientras se alzaba la mano- No me siento muy bien. -fingió un malestar de estómago-

_ ¡Claro! ¡Ya voy! -dijo la joven con una voz chillante mientras sus coletas se movían con torpeza. Se acercó y la ayudó a levantarte, que perfume más extraño pensó al sentirla cerca.- ¿Quieres qué te lleve a la enfermería?

_ No, no, solo....si no es molestia...-su actuación era sorprendente- ¿Podrías acompañarme a mi habitación?

_ Si, no hay problemas...aunque llegaré tarde a clase, pero no importa. -dice con un poco de duda y entonces la sostiene con un brazo-.

_ Gracias eres muy amable. -le sonríe con amabilidad- ¿Eres nueva? No, te he visto por aquí. -comienzan a caminar entre los libreros-.

_ Sip, me inscribí a 2º año ayer, soy Mao por cierto. -dice denotando que aún era una niña inocente en su forma de ser.-

_ Ya veo, bienvenida entonces, soy Amuria.-le responde, era japonesa, quizás podría ser un ventaja-.

_ ¿También eres de japón? -le asiente con la cabeza- ¡Qué bien! No creí que hubiera otra nipona en la escuela. Me costó mucho aprender inglés, pero bueno, algo se me entiende no? -pregunta mientras abre la puerta de la biblioteca para salir-.

_ Si, un tanto rápido pero bien, si quieres podría asesorarte. -le ofrece sonriendo ya menos amable, no tardaría en surtir efecto-.

_ Me encantaría. -entonces su sonrisa se desvanece, una sensación desconocida la invadió, sentía un calor muy profundo en su interior y al ver a Amuria se hacía cada vez más fuerte.- ¿No sientes calor? -pregunta con ingenuidad ante esa sensación desconocida-.

_ No, pero no te culparía, estas un tanto abrigada. -le dice casi sin que se notara aquel tono de perversión común en ella. Se detiene un momento y la pequeña se saca la campera.- Tienes cuerpo de lolita, eres linda. -le dice sin recelo mientras la mira-.

_ -se sonroja por completo mientras siente que la toma por el brazo y la acerca a ella- ¿?

_ También eres muy dulce. -le lame la mejilla como una neko- mmm....sabes bien...

_ ¿Qué estás hacien...-queda a medio decir cuando al sentir las leves caricias de la diablesa en su rostro siente que había perdido todo control de sus acciones. Aún así su respiración se agitaba cada vez más.-

_ Hablas por demás, pero no me molesta. -sonríe mostrando su malicia- No es necesariamente para hablar para lo que te necesito.

La toma del rostro y aprisionándola contra una pared le plasma un beso apasionado sobre su suave piel, era alguien tan inocente y pura que no pudo resistirse por mucho. Amuria tomó de ella cuanto pudo y en cuanto se sintió satisfecha la soltó y esta calló al suelo agotada. La diablesa recobrada de energía caminó sin darle importancia, dejándola sola.
La muchacha se sostenía el pecho con fuerza, le costaba respirar, pero aún así si le preguntaran estaba confundida...como si no pudiera recordar que la había puesto así...

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Un chico alto vagaba por los pasillos cuando algo le llama la atención, una niña estaba sentada en el suelo y no parecía estar bien. Se acerca y se baja a su altura.

_ Niña, ¿Estás bien? -le pregunta con inseguridad-.

_ Si....solo....necesito...mi inhalador....está en mi mochila...podrías? -le señala el bolso al otro extremo del pasillo-

_ -se sorprende de su tranquilidad y va rápido por el coso se lo coloca y aplica. Entonces la joven vuelve a respirar con normalidad- ¿Qué te pasó? -pregunta preocupado-.

_ No estoy muy segura. -dice mientras toma el inhalador y lo sostiene mientras se calma- Seguro me dio un ataque y no pude sostenerme, suele pasar, no me di cuenta de tener el paf cerca....solo eso...-dijo un tanto dudosa pero sin otra explicación que dar-.

_ Mmm...-se quedó pensando, porque si fuese así el bolso que hacía del otro lado. Igual prefirió ignorarlo y solo ocuparse de ella- Ven, te llevaré a la enfermería.

_ Creo que sería lo mejor, no recuerdo bien cuando me pasó, quizás una revisión no me vendría mal. Vaya forma de empezar mi primer día, faltando a clase. -suspira cansada pero con un poco de vergüenza en su voz- Lamento la molestia, ya creo que puedo levantarme. -dijo y se levantó con cuidado para comenzar a caminar-

_ Igual te acompañaré. -le dijo y la sostuvo de la cintura, ella se estremeció por el contacto- Lo siento, si te pone nerviosa solo me quedaré a tu lado...-sonríe con nerviosismo-

_ No, esta bien, solo soy tonta así...-dice un tanto para calmarlo- Soy Mao y tu...

Y así continuaron hablando, la pequeña le caía bien al dragón, parecía ser muy dulce y buena para las niñas que había conocido hasta ahora. No le costó mucho volverse su amigo, solo por el problema de que le costaba pronunciar su nombre, por lo que terminó apodándolo A-chan, su dulce voz era un tanto enternecedora con el chico de dura apariencia.
Pero pese a que siempre estaba atento, no pudo percatarse de aquella esencia tan particular que la rodeaba, un aroma solo perteneciente a una sola persona.

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Amuria se siguió aprovechando de la joven, aún sabiendo por sus charlas nocturnas con Allan sobre su problema, era...como decían muchos... demasiado "violable" y el instinto le ganó a la súcubo.
Todo empeoró cuando descubrió cual era su habitación, una noche después de creer que el dragón se había dormido, se escabulló del cuarto y comenzó a dirigirse hacía su víctima, su nuevo juguete.

Las sombras de la noche eran sus compañeras. Despistó a todos los vigilantes y por fin llegó a su destino. Entonces interrumpiendo los sueños de la pequeña esta se despertó asustada y en cuanto vio a la chica en su cuarto se aterró por completo. Le empezó a dar una ataque, cuando Amuria toma el inhalador del mueble y la ayuda, pero en cuanto se recobra esta le dice:

_ Vine a jugar, mi lolita. -sonríe perversa y comienza a besarla con brusquedad, tanta que Mao emite un quejido de dolor pero es ignorada por completo-.

_ Basta....por fa...-llegó a decir, pero no podía resistirse, ella no era tan fuerte como su atacante-.

_ Ya, te gustará. -le dice lasciva y le muerde el cuello mientras la escucha suspirar hasta sonrojarse a no dar más.- Lo se, solo déjate llevar.

La diablesa estaba cegada, por momentos pensaba en que su gusto era distinto, de un acosador sexópata a una pequeña inocente, había una gran diferencia. Entonces sintió como se estremecía en sus caricias, deslizó sus manos bajó el piyama de ella y al sentir su tibia piel entre sus dedos escuchó por primera vez como gemía por lo bajo, ya bastante agitada nuevamente. Amuria la miró de frente y volvió a usar el inhalador, luego lo dejó y mientras sus manos jugaban debajo de su playera la besaba con intensidad, estaba bajo su voluntad y eso era peligroso. Sin embargo, en un momento intentó ir más allá, deslizó una de sus manos en su pierna pero algo la detuvo..

_ Detente...ya no...-la miró, estaba llorando. En el pecho de la súcubo un recuerdo muy doloroso se hace presente y se levanta de golpe-

No podía creer lo que había hecho, para un demonio sería común, pero sentía que había pasado la línea. Entonces la contuvo en sus brazos, solo eso, y luego la besó para que olvidara todo...
Mao sintió como si sus labios ardieran, sintió como si su mente se pusiera en blanco y luego cerró los ojos súbitamente. La diablesa la dejó recostada y luego de observarla una gran presión apareció en su pecho, pronto volverían aquellos recuerdos y no deseaba estar ahí cuando ocurriera. Se evapora en el aire...

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Mao se levanta, se sentía terrible, tenía fiebre de seguro y su cuerpo a penas se podía sostener solo. Se levanta y busca su inhalador, estaba vacío, que suerte la suya. Como puede levanta sus recetas y medicamentos y sale para dirigirse a la biblioteca.
Los pasillos en medio de la noche le daban miedo, además de estar muy mareada, entonces alguien la abraza por detrás...ella apenas se sostiene y se deja caer..

_ ¿Mao? -dijo sorprendido al sentir como se dejaba caer, él la había querido asustar, pero al sentir su alborotada respiración se asustó y la volteó mientras sentía que se aferraba con esfuerzo a él-

_ ¿Allan? -llegó a decir mientras la presión en su pecho aumentaba-

_ -al escucharla y sin dudarlo la levantó en sus brazos y corrió a la enfermería- Tranquila, yo te ayudaré.

La pequeña solo se sostuvo de su cuello, él iba lo más rápido que podía, estaban algo lejos. Al llegar casi tira la puerta abajo, estaba vacía, claro a esa hora la enfermera ya se había marchado. Dejó a Mao sobre la camilla y comenzó a buscar lo que fuera, cuando en realidad no tenía idea de lo que hacía. La joven ve lo que hace y con esfuerzo busca en sus cosa un papel, entonces lo llama débilmente.

_ Búsca..esto... -estiró la mano mientras sentía que se desmayaría en cualquiera momento, cerró los ojos y con la otra mano se tomaba del pecho-

El dragón lo tomó y entendió, se apresuró a buscar en los cajones y repisas, no sabía si ella podría soportar mucho más. Entonces lo encontró y sacando el inhalador de su mano lo cambió con rapidez y colocándole la mano en el cuello puso el aparato en su boca y lo apretó para que tomara el medicamento.
En cuanto sintió que su pecho se abrió abruptamente tosió un poco por el impacto, se sostuvo de Allan y de forma lenta se fue relajando. Una vez más tranquila, se acostó en la camilla y cerró los ojos, esta cansada, la fiebre la hacía sentir adormecida. Él lo notó y buscando un poco de agua fría comenzó a poner trapos fríos sobre su frente. De verdad se había pegado un buen susto, pero ahora que tenía la situación más controlada, la duda de porqué estaba así apareció en su mente.
Entonces pone su mano sobre el pecho de ella, su respiración estaba mejor, sonríe apenas. Había algo más..¿Marcas?
Enciende la luz de una lámpara, y entonces la observa con más atención. Tenía un costado del labio rasgado, y unos moretones en el pecho. Los rozó apenas con sus dedos, no eran marcas, eran mordidas, retiró su mano horrorizado. Olió la yema de sus dedos, ese aroma, él lo conocía.
Abrió sus ojos con sorpresa al darse cuenta y maldijo por lo bajo, no podía dejarlo pasar esta vez. Pasó unas horas atendiendo a Mao y en cuanto su fiebre bajó la tomó nuevamente en brazos y la llevó a su habitación.
La dejó bien abrigada en las sábanas y le besó la frente.

_ Espero no recuerdes nada, tú no mereces que te traten así, pero no te preocupes....yo arreglaré esto y nunca más te hará daño.

Abandonó el cuarto, y cerró la puerta con cuidado. Ahora sus pasos eran llenos de enojo y su destino era claro: Amuria.

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La diablesa estaba en el cementerio, entre las tumbas parecía esconder sus dudas. Era una vergüenza como demonio, inclusive como humana, no era nada en ninguna de las dos razas que formaban su cuerpo. El mal decía "eres patética y débil" , el bien respondía "fue despreciable pero se detuvo, eso es bueno...no?".

_ Ahhhh...-se decía mientras golpeaba el tronco de una árbol- Esto no es así...

Se quedó un buen rato así, porque, porque, ¿Por qué?.
Estaba mejor, siempre se había aprovechado de los demás para vivir, debía hacerlo. Aunque con el pasar del tiempo todo se complicaba, ya no era un han'gô, ahora sus instintos estaba divididos. Fue advertida, sabía que eso pasaría, pero aún no estaba lista para hacer una decisión. Si dejaba pasar más tiempo sería más difícil....aunque....todo era confusión en su mente.
Se quedó con la frente pegada contra el árbol y se sostuvo con mano hundiendo sus uñas en la madera. De lo más profundo de su ser salió lo único que sabía.

_ No quiero estar sola. -sus labios temblaron al terminar la frase-

Entonces sintió una cálida brisa abrazarla, inclusive podría decirse que fue reconfortante, como si alguien estuviera con ella. Qué locura pensó, y luego en el crujir de las hojas y la niebla un leve susurró se asomó en su oído.

_ Tú nunca estas sola, yo estoy aquí Etsuko. -la voz era familiar-.

_ Okasan...-dijo abriendo los ojos con miedo, se volteó, pero no había nada. Bajó la cabeza y se golpeó con la mano- Que idiota soy...

Se arrodilló en el piso sin medirse, solo quería acabar con aquellas sensaciones molestas. Fue envolviendo su interior con aquel lado demoníaco que tanto le costaba controlar, sus ojos se tornaron rojos y con una sonrisa perturbadora se levantó.
Poco a poco se adentró en el bosque, y entonces, chillidos de animales se comenzaron a escuchar, era algo aterrador que se ocultaba en la oscuridad. Un demonio.

CONTINUARÁ

viernes, 25 de marzo de 2011

Capítulo Trece: La Tormenta

Lluvia fría, constante. Viento fuerte, desgarrador.
Las tormentas de invierno duraban días, y todos tiene frío y sienten que deben estar juntos para estar más a gusto. En el comedor, todos se sentaban amontonados, los novios se ponían melosos, los amigos cargosos. El clima deprimía a muchos, inspiraba a los poetas y enfurecía a los deportistas, así que las reacciones eran varias...
Entonces en medio de todo el ruido y cosas, una persona mira a otra...

_ ¿Allan estás despierto? -le pregunta Dante golpeándole el hombro de forma amistosa- No has probado tu comida aún. -sonríe amable-

_ Emm si, solo estaba pensando. -desvía su mirada para que no lo notaran, mira su plato y prueba un poco- Esta buena....

_ Si también tu...

Intenta decir uno a su espalda pero Dante le golpea a forma de que no sea grosero. El dragón ni se dio cuenta, cuando comía hacía solo eso comía. En cambio su compañero lo miraba expectante, alzó un poco la vista y vio a la tan mencionada del lado opuesto, sola como siempre. No le parecía que Allan cayera como todos lo demás, no parecía esa clase de persona, sin embargo parecía que la hebi-onna era un tanto amable con él para que este la defendiera como la vez anterior.

_ Hey Al, estaba pensado si te gustaría cambiarte de habitación. Digo quizás es medio incómodo compartir cuarto con una chica y ...-entonces al ver la mirada asesina de él queda en silencio-.

_ Estoy bien, y aunque quisiera me han puesto obligatoriamente con ella. Orden del director. -deja de comer y lo observa serio, luego mira a Amuria a lo lejos- Ella es una buena persona, estoy seguro.

_ -suspira desganado- No te confíes es lo último que diré.

_ ¿Por qué la ven de esa forma? Que se haya acostado con media escuela no significa que sea...-siente la mirada de la diablesa en él-...alguien mala o insensible.

Amuria lo escucha, se levanta serie y con firmeza se dirige hacia ellos. Todos la miraban, sorprendidos de que fuese a desafiar o opinar, ya que era la más callada de las chicas. Se paró en frente de ambos y con una mirada vacía le dijo a Allan:

_ El que sea cortés no significa que no sea mala o insensible, en efecto, soy ambas cosas. -le sonríe perversa y se acerca a su amigo- Dante lo sabe perfectamente. -dice con voz de tumba y les da la espalda-.

El dragón se quedó sorprendido, pero más por lo de Dante, ¿Podría ser que sus "consejos" fueran por otro motivo fuera de advertirle sobre la diablesa? Se lo quedó pensando un rato, pero decidió no preguntar nada, debía hablar con ella primero. Ya con verla de esa forma podía notar como actuaba frente a los demás, haciéndose ver como alguien fría y controladora. Cosa que Allan no creía que fuera.

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El dragón se encontraba arriba de un árbol, en medio del bosque, el clima amenazaba con lluvias pero él no quiso hacer caso, necesitaba un tiempo para estar solo. El cielo estaba gris e incierto, como sus pensamientos últimamente. No lograba sacarla de su mente, quizás por el reproche de sus compañeros o porque le gustaba hacerse ideas sobre las personas. Lo que con ella era un misterio porque nunca actuaba como se lo esperaba, tenía momentos tan abstraídos como momentos en que le parecía verla triste o carente de cariño. Era como le decía siempre "rara", con todo respeto.
Entonces, una gota cayó en la punta de su nariz, sintió un viento helado recorrerle los brazos descubiertos. Aún cuando hacía tiempo había comenzado el invierno, al tener una temperatura mayor, seguía usando su vieja gabardina negra, hecha especialmente para él. Pero sin motivo en particular, sintió frío, después de muchos años sintió frío.
Decidió volver a la mansión...

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Ella estaba leyendo un poco sobre mitología celta, cuando al ver unos símbolos de aire no puede evitar pensar en Allan. ¿Por qué insistía en qué era alguien que ya había dejado atrás? Suspira y se deja caer sobre la almohada,  era diferente de los chicos que había conocido hasta entonces. Quizás porque nunca se junto con los "buenos", era extraño para ella, convivir con alguien así.
Le había contado que en su pequeña aldea era el único híbrido, pero aún así los dragones y humanos lo habían aceptado y ambas razas vivían en paz, juntos. Eso en parte le provocaba celos, nunca lo admitiría, pero le gustaría sentir eso de parte de alguna persona...abrió los ojos un tanto sorprendida....¿Podrías ser?... que....¿Allan la aceptara?
Estuvo a punto de sonreír cuando la puerta se abre súbitamente. Ella se levanta pero entonces la toma por la cintura y la tira en la cama.

_ ¡Azrael! -dice una vez que lo reconoce- ¡¿Qué demonios haces aquí?!

_ Solo vengo a jugar un rato, no te enojes...-dice juguetón y comienza a besarle el cuello-

_ Azra.....aah....ya..aquí no..-sintió escalofríos por las tenues caricias, entonces lo empuja y más seria le dice- ¡Aquí no!

_ Tranquila...-le sonríe perverso- Cinco minutos de acción, nada más...

_ Empiezo a pensar que tu eres el íncubo no yo. -dice a media y se levanta colocándose encima de él- Ya pero no hagas ruido.

Se levanta con rapidez y pone traba a la puerta. Vuelve hacía él y le desabrocha el pantalón con apuro y sin expresión alguna en su rostro. Él la toma por la cintura y la besa con pasión. Amuria solo quería terminar con el asunto, se separa y se queda sentada sobre él, sonríe lasciva y lo mira rebajándolo.

_ Jamás estarás a mi altura, así que como buen servidor que eres, compláceme en todos mis caprichos. -le encantaba jugar de esa forma con él-

_ Como desee, mi lady..-le dijo y dejó sus brazos de lado, sabía que era inútil dominarla, además tampoco quería hacerlo-.

_ Cállate, los juguetes no hablan. -dijo despiadada y entonces...

(De esta parte se encarga su imaginación.)

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Eran las doce y media de la noche, un chico de tez blanca salía de un cuarto que no era el suyo. Sería un problema menos, pensaba la chica que había dejado dentro a medio vestir. Tomó un camisón y se lo puso sin apuro, miró por la ventana ese maldito vacío renacía al verse sola de nuevo. Pegó su mano al cristal y luego se apoyó levemente en él.
Suspiró cansada empañando la escasa visión que tenía del exterior. Era de noche, la lluvia no había tarado en toda la tarde, toda la tarde. Cierra los ojos y se deja llevar por la frescura del ambiente. ¿Qué clase de vida era aquella? Su mente se llenó de preguntas que no podía responder...
Entonces apenas abriendo los ojos ve algo extraño en la lejanía, un bulto entre los árboles, se movía. Enfoca un poco más la vista.

_-abre los ojos con sorpresa- ¿Allan?

Sin pensarlo toma una campera y sin zapatos ni nada sale por la ventana corriendo hacía aquel lejano punto. Llega a su lado y ve que estaba inconsciente, una rama a un costado le hace pensar que quizás se le había caído encima. Toma su cabeza entre sus manos, tenía una herida en la frente. Entonces él abre levemente sus ojos y le toma una de sus manos.

_ ¿Amuria? -sonríe-

_ Eres un tonto. -dice un tanto sorprendida y siente como la toma de la campera y le sonríe-.

_ Te vas a mojar, ve adentro. -dice tranquilo, y vuelve a cerrar los ojos.-

_ "Debió haber sido duro el golpe" -piensa por lo bajo y entonces lo sostiene mientras intenta teletransportarlos a ambos de regreso a la mansión-.

Una vez que lo logra, aparecen el en cuarto y ella con un poco de esfuerzo lo recuesta en una de las camas. Era más pesado de lo que parecía, aún así lo consiguió y lo miró por un momento. Recorrió cada facción de su rostro con su dedo índice, era muy lindo, aún cuando el pelo largo lo hacía verse un tanto afeminado...rió un poco por aquel pensamiento. Su piel estaba fría, lo que le parecía extraño. Tomó una frazada, tendría que desvestirlo pero...prefería no armar malentendidos. Lo tapó con ella y al verle la herida no pudo evitar poner una expresión de preocupación. Buscó un pañuelo, lo humedeció con un poco de lluvia y le limpió el rostro con paciencia. Se lo pasó levemente por la herida y sintió como la tomaba firme de la muñeca.

_ Debo limpiarte, sino podría infectarse, suéltame. -le dijo suave para no asustarlo, esa parte de Amuria no era muy común-.

_ Bueno, pero no seas tan ruda. -le dice un tanto dormido y la suelta-.

_ No lo seré. -dice tranquila y sigue con su trabajo-.

Ella continuaba mirándolo, no despegada sus ojos de él...la noche pasó más lento de lo habitual, y sin percatarse de ello, se había quedado dormida a su lado.

A la mañana siguiente, el dragón despierta con los primeros rayos del sol. Entonces siente un fuerte dolor en la cabeza, recuerda aquella rama que sin aviso le había caído encima...pero después de eso todo era bastante confuso. Entonces al mirar a su lado la ve a Amuria profundamente dormida a su lado. Se sorprende un poco, estaba en su cuarto, acobijado y sin ninguna idea de cómo había llegado allí.
Entonces la diablesa al sentir el movimiento de él, despierta apenas abriendo sus ojos, y asustada se mueve apenas y cae de costado al piso.

_ ¿Amuria estás bien? -dice preocupado Allan por aquello y se levanta para ayudarla a levantarla-

_ -ella apenas reacciona, le toma la mano y se levanta apenas, se frota la espalda adolorida- Si...solo que no creí que me había quedado dormida.

_ Mmm...- dice y se levanta para ayudarla- ¿Tu me trajiste aquí? -pregunta con ella frente de él y sin soltarla-

_ Yo..-no sabía que responder- solo tuve lástima de ti, no te creas otra cosa. -lo suelta con brusquedad- Ahora vístete o llegaremos tarde a clase.

Le da la espalda y se quita el camisón sin recelo alguno, mientras se viste nota que él no la miraba. Terminó y entonces se acercó a la puerta, cuando él le dice.

_ Gracias de todas formas. -sonríe de lado y se va al armario por ropa seca-.

Amuria sale sin responder nada, ella cambiaba de día, se mostraría fuerte e indiferente. El dragón lo sabía, pero le hecho de haberlo ayudado le daba aún más esperanza de que ella no era tan mala como le hacía creer. Una vez preparado salió del cuarto y una chico rubio de ojos grises se le acerca y lo mira con alegría.

_ Tú eres lo que esperaba. -dice con una voz clara como el agua- Sabrás qué hacer, suerte, Allan.

_ ¿Quién eres? -dice con mucha confusión por aquellas palabras-.

_ Soy Azrael, pero ya no tiene sentido que permanezca aquí, tu la podrás cuidar. -dice y sonríe con inocencia mientras se larga a correr hacía uno de las pasillos.

Allan lo sigue pero al doblar en una esquina el chico había desaparecido.

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A punto de entrar al aula, Amuria siente una leve brisa a su espalda. Se voltea y allí estaba, el ángel acosador.

_ Ahora que quieres. -dice con cansancio-.

_ Qué no pierdas esta segunda oportunidad. -le sonríe como nunca lo había hecho- Ya no te cuidaré, pero no te dejaré sola, Etsuko.-

Ella se queda petrificada al escucharlo decir su nombre, fue como si en ese momento no hubiese sido su voz...sino como si...Entonces cuando intenta decir algo, el joven la besa en la frente y desaparece en frente de sus ojos....


"Quizás él era un buen ángel, quizás protegía a los demás al jugar conmigo, quizás me protegía a mi misma. No lo sé, pero que Azrael fue un misterio, de eso estoy segura. En cuanto sentí su falta, comencé a buscar nuevamente a víctimas de una noche, al menos con él sabía que esperar, pero el hambre fue más fuerte y tuve que volver a las cazas nocturnas.  
En parte fue algo que ya había hecho, pero...algo me ocurrió, ya no era como antes...porque fue entonces que comencé a querer estar con una sola persona. Y tenía mucho miedo como para aceptarlo, entonces caí...caí...y caí. "

jueves, 17 de marzo de 2011

Capítulo Doce: Nubes Grises

En medio de la nada prácticamente, aquel instituto de grandes espacios verdes, lugares donde los solitarios podían refugiarse con seguridad. Pero ¿Qué sucedía cuando cuando aquellos rincones y miles de metros de espacio eran inaccesibles? Todos juntos en la gran y ruidosa mansión, sería solo cuestión de tiempo hasta que se iniciara una discusión o pelea.
Había alerta meteorológica, el lúgubre paisaje daba por realidad la advertencia, entonces por seguridad de los alumnos se les prohibió la salida al exterior con excepción de los jardines centrales. Entonces fue cuando notaron que eran muchos más de los que aparentaban, claro la mayoría pasaba el los bosques so a orillas del río cada cual con su grupo de amigos...ahora debían convivir todos juntos.
Los nerds para la bibliotecas, las populares al jardín, los artistas en el salón de arte y música, todos se había tratado de separar lo mejor posible. Pero como siempre hay lugares de conflicto...
En el salón principal, allí se encontraba Allan con un grupo de amigos, era ya bastante tiempo que había ingresado y como todo había hallado gente con la cual hablar sin tener problemas. Aunque no estaban solos, otro grupo, en el cual estaban los abusones de la otra vez también intentaban congeniar en el mismo ambiente. La humedad era pesada, el clima estaba frío y poco acogedor, las caras de incomodidad no tardaron en mostrarse. Entonces de pronto el otro grupo señala al dragón con cara de picardía, él no logra comprender aquello, al parecer había algo que sabían y él no.
Siguieron molestando, molestando, hasta que una amigo de Allan, Dante, fue y les preguntó de qué tanto se reían. Al volver la cara de sorpresa no sobrepasaba su incertidumbre. Se acercó al dragón y muy controlado le preguntó:

_ ¿Tienes idea de quién es tu compañera de cuarto? -lo mira serio-

_ -piensa un minuto, no, no entendía nada.- Sí, Amuria...Amuria Himemiya ¿Por qué preguntas?

_ Nada, solo que....-recapacita, al parecer su amigo no sabía cómo era vista su compañera- ¿Se te ha insinuado?

_ -abre los ojos sorprendido- No, claro que no. ¡¿Qué sucede con Amuria?! -no tenía mucha paciencia y le desesperaba que le ocultaran cosas-

_ -tarda un rato en contestar, y mirando a los demás supo que no obtendría apoyo- Es que ella es muy conocida en la escuela, más entre los chicos....porque ella ... es una "fácil". -esperaba que entendiera la indirecta-.

Se queda callado y no contesta, pero por alguna razón en el interior, sentía enojo o quizás confusión? No sabía muy bien que era, pero no le había gustado que la llamaran así, a fin de cuentas para él no era una persona tan mala como todos creían.

_ Ella es buena conmigo, es lo único que me importa de la gente, como sea conmigo. Los demás que digan lo que quieran. -dijo un buen tiempo después-.

Se retiró del lugar, muchas risas y comentarios se escuchaban a su espalda pero los ignoró por completo. Los pasillos estaban invadidos, no era de su agrado tampoco acostumbrado a la tranquilidad del lugar sin nadie a su alrededor. Pese a que tenía pensado ignorar las advertencias de tormenta e irse para el bosque, optó por hacer una pequeña parada primero.

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La diablesa había pasado la mayor parte del día en la biblioteca pero ya bastante aburrida como para continuar decidió dar un paseo por el gimnasio, le gustaba ver como las personas se maltrataban por horas solo por conseguir una apariencia física. En cuanto llegó vio a unos cuantos chicos por allí y allá...aunque al voltear a un costado se encontró con uno en especial.

_ Amu, tiempo que no venías a verme. -le dice con arrogancia-.

_ No vine a verte, solo estoy lo suficiente aburrida como para observar idiotas como tu. -sonríe sin gracia y regresa a su expresión seria-.

_ Vamos Amu, no seas mala conmigo. Yo se perfectamente que no eres tan así, aunque lo ocultes se que tienes corazón, por supuesto debajo de ese tentativo cuerpo.-la mira sin disimular- Quiero volver a disfrutarte. -su voz era tranquila-.

_ Sigue esperando imbécil, yo no tengo corazón, ya te lo he probado. -lo mira con furia haciéndolo callar-

Se da media vuelta y siente que la retiene del brazo. Ella se lo saca de encima con violencia dejándolo a un lado de la pared. Apenas gira la cabeza pero sin mirarlo.

_ Vuelve a tocarme y juro que te quiebro el brazo. -su voz era de ultratumba- Si tu "padre" supieras lo que estás haciendo seguro no serías tan egocéntrico.

Se retira del lugar, apretaba sus puños con fuerza, como la irritaba ese maldito. El que sea un ángel no le daba derecho de tratarla de esa forma, bien ella se confundió y por un descuido pudo ver su alma y su cuerpo, pero fue solo eso un descuido. El maldito la chantajeaba con astucia, pues había visto su debilidad y se parovechaba de ello, Amuria aún no comprendía como un "hijo de Dios" podía ser tan desagradable con otro ser. Ella pensaba que eran todos amor y paz, pero al parecer su lado demoníaco le hacía sacar el lado competitivo y defensivo del ángel.
En su caminar se notaba la furia que llevaba dentro, estaba a punto de estallar pero mejor sería que lo hiciera en su cuarto al menos allí no tendría problemas si rompía algo...

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El dragón un tanto cansado entra a la habitación despacio, entonces al ver lo que ocurría dentro se quedó con los ojos como platos de la sorpresa. su compañera estaba destrozando prácticamente todo a su paso, tiraba inclusive lo que ya estaba en el suelo. Se podía sentir un gran enojo en todos sus movimientos y murmuraba cosas, que pese a que estaban en otro idiota, estaba claro que eran insultos. Ella no se dio cuenta que Allan había entrado al cuarto, solo continuaba con su desahogo.
En un momento se aproxima a la cama de él y a punto de patear una caja debajo de su cama el dragón reacciona y la toma por la espalda encerrando sus brazos en los suyos.

_ ¡¡Sueltame!! -decía casi hecha fuego-

_ ¡Ya tranquilizate! ¡¿Qué te pasa?! -le contesto en tono alto para que lo escuchara-

_ ¡¡Su-el-ta-me!! -comenzó a patearlo, sus piernas estaban suspendidas porque al ser más alto que ella la había levantado del suelo-.

_-el soportó las patadas e intentó por la buenas acabar con aquel ataque que le había dado- ¡No te soltaré hasta que te calmes!

Ella siguió forcejeando y resistiéndose, entre el calor que emanaba Allan y el de ella era inevitable no sentirse sofocados. El dragón perdió la paciencia y transformando sus brazos la abrazó más junto a su pecho y con su voz más calma le preguntó:

_ Dime ¿Por qué estás así Amuria? -ya no soportaba los golpes-

_ ... -se detuvo por un momento- Solo dime...que él no tiene razón. -su voz parecía oscura-.

_ ¿Quién no tiene razón? -pensó por un instante que lo había logrado-

_ ¡¡Solo dime que NO tiene razón!! -le dice con la ira nuevamente corriendo por sus venas-.

_ -el dragón siente que su último gramo de paciencia se había agotado y también su fuerza- ¡¡¡DEJA DE GRITARME!!!

Ya no aguanta más y se tira, con Amuria en sus brazos en el colchón, la suelta y respirando profundo dice con la voz más suave que pudo:

_ Él no tiene razón, no la tiene. -siente el cuerpo de ella sobre el suyo, ya no se movía, pasó un tiempo..- ¿Amuria? ¿Estás bien?

_ -había reaccionado al escuchar el grito pero se quedó muda unos minutos- Gracias. - se da vuelta y mira al rostro del dragón, cuando de pronto algo la sorprende y es una sonrisa traviesa.-

_ Jajajjajajajjajaja -no para de reírse con calma, tanto lio para que le dijera eso?- Estas loca compañera.

_ Mmm quizás si. -le dice con la mirada baja y nota que estaba encima de él, su posición era comprometora- Creo que debería irme no?

_ Esta bien, yo no me moveré. -baja las manos tocando sus piernas- Das buenas patadas para ser una niña.- sonríe pícaro-

_ Y tu resistes mucho para ser un tonto. -le sonríe con malicia y se levanta pero siente como Allan la sostenía con un brazo de la cintura-

_ Quédate un rato, sería un peligro si te enloqueces de nuevo frente a los humanos. -le dice amable y por temor a que se incomodara la suelta. Él se queda recostado.- Vamos, por un segundo deja de ser la malhumorada de siempre.

_ -no pudo evitar reir un poco al oír ese comentario- Bien, como quieras. -se recuesta a su lado un rato-.

Allan se quedó sin decir nada y con los ojos cerrados, tenía mucho calor como para hacer algo y no sabía que decir. La hango lo miraba con detenimiento, tenía el pelo largo para un chico, sin embargo al verlo no daba ninguna primera impresión sobre su personalidad. En definitiva, él era un misterio.
Pasaron una minutos, entonces tras una recapacitación Amuria exclama con tranquilidad.

_ Es la primera vez en años que paso tanto tiempo acostada con un chico sin que hayamos tenido sexo. -para alguien como ella, ese era un momento un tanto raro, pero en parte agradable-.

_ -él abre un ojo y le sonríe ahogando la risa, sabía que era una súcubo pero no sabía que se lo tomara tan a lo ligero- Has estado con muchos chicos de este instituto ¿verdad? -le pregunta-.

_ Chicos y chicas. -lo mira de reojo- Supongo que preguntas porque ya te habrán advertido.

_ Si y no. - abre sus ojos y volteando apenas la cabeza la mira fijo- Solo quería saber sino eso significaba nada para ti, pero tu respuesta no es tan mala.

_ -ella se pierde un momento en sus ojos celestes, ¿Qué ya le había respondido? Se limita a asentar y se queda frente de él-

El dragón supo que no se equivocaba, ella no lo demostraría, pero para ser un demonio tenía un lado bastante tierno si la miraba detrás de esos ojos que parecían perforar la voluntad. Se puso a jugar con un mechón de su pelo, había notado que se lo había dejado crecer, pero no quería decírselo aún. Le sonrió de lado y cerró los ojos, un sueño desconocido le había bajado de repente.
Amuria se dejó hacer por la caricias, el día estaba fresco y su temperatura se normalizó en poco. De pronto al volver su vista a Allan lo vio dormido. Se extraño un poco, se levantó con cuidado y después de darle una última mirada decidió irse a divagar un rato.
Al caminar por los pasillos pensó un poco en lo ocurrido, nadie se atrevía a frenarla en esos ataques, nadie la había tratado con tanto cuidado en un buen tiempo....incluyendo a su hermano. Suspiró con la cabeza baja, sintió aquel vacío renacer de su interior. Alzó la vista y lo vio.

_ Azrael. -dijo en voz baja el nombre del ángel-.

_ Amuria. -la miró como con compasión- Ven, hablemos.

_ Tu no quieres hablar. -dijo con desánimo-

_ Y tu no vas a hacerlo...-la otorgó una última mirada furtiva-.

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La diablesa volvía a su habitación, su cuerpo se sentía mejor, pero no su interior. Vio al dragón, seguía en la misma posición en que lo había dejado. Se comenzó a desvestir y se puso un camisón que encontró por el piso. Se acostó y miró por la ventana, se había largado a llover, era lo mismo que sentía ella.

_ ¿Amuria? -dijo con confusión al despertarse-.

_ Mmm..-respondió, no tenía ganas de hablar-

_ ¿Ya es de noche? -miró con sorpresa que el sol ya se había ocultado-. ¿Qué haces despierta aún? -su tono era de curiosidad-.

_ No puedo dormir. -le dijo y cerró los ojos seria-

_-pensó un momento y le dijo- Quizás esto te ayude.

Buscó entre sus cosas, debajo de la cama en un estuche con un símbolo de dragón negro.

_ Este es mi objeto mas preciado, mi violín. -ella apenas lo miró de verdad lucía bastante viejo como para que le tenga tanto apego- Aprendí a tocarlo por aburrimiento, pero a veces me ayudaba a dormirme sin darme cuenta...

Comenzó a tocar una pieza suave y tranquila, solo para ella. Amuria lo escuchó sin emitir el más mínimos sonido, era tan hermosa aquella melodía. De pronto se sintió un poco más abstraída de sus problemas y preocupaciones, fue solo cuestión de unos minutos para que sin darse se quedara dormida.
Allan la miró.

_ Buenas noche Amuria. -sonrió y siguió tocando, la tormenta se aproximaba y sería bueno tener un ambiente más calmo para ambos-.

viernes, 11 de marzo de 2011

Capítulo once:

La escuela no era nada de otro mundo, Amuria estaba muy adelantada en comparación a los demás pero aún así solo se hacía pasar por alguien regular. Ya se estaba aburriendo, inclusive pensó en que debía cambiar de escuela...hasta que un día...

" Amuria Himemiya, por favor, presentarse en la oficina del Director, gracias."


Dijo el altavoz del aula, algo curiosa la diablesa se levantó y fue hacia donde decían. En los pasillos recibía comentarios varios, de parte de los hombres incitaciones y de las chicas solo insultos o provocaciones. Ella solo los ignoraba con una mirada tan neutra que parecía un zombie.
Abrió la puerta sin consideración alguna y vio al viejo hombre dirigirle la misma mirada que cuando se metía en situaciones de "dudosas" con algún que otro estudiante. Pero en lugar de darle el sermón de la mañana le ofreció asiento y paciente calmó un poco su actitud.
Ella se sentó con desgana pero de repente sintió que le diría algo que seguro no le gustaría.

_ Srta. Himemiya, pese a que usted es una de nuestras alumnas más "complicadas" por así decirlo, también debemos admitir que es de las más tranquilas y dentro de todo la que tiene menos problemas sociales. -dijo serio- Así que necesito, no, le exijo que cumpla con esta tarea que tengo para usted.

_ Ya déjese de darle vueltas y dígame, ¿Qué quiere? -dijo fría y un tanto intrigada también-

_ Va a ingresar un nuevo estudiante que tiene cierto problema de adaptación. -hace una pequeña pausa- Ha sido transferido con antecedentes de violencia, se deja llevar mucho por las cosas que le dicen y no logra ignorar ese tipo de comentarios...entonces, hemos decidido que será tu nuevo compañero de cuarto. Eres la que tiene la actitud más flexible para alquilen así, y si pudiera aconsejarlo también podría servir para limpiar tu reputación...-énfasis en la última palabra-

_ Mmm ya veo...aún así, hay personas más tranquilas que yo...me parece que hay algo que usted no me está diciendo. -lo mira con desconfianza-

_ Lo único que tienes que saber es eso. -le responde muy seguro y entonces le clava la mirada- ¿Aceptas?

_ Ya lo decidieron ¿No? En todo caso, mi opinión no podrá cambiar eso...yo solo compartiré el cuarto, pero no hago milagros. -le dije con su voz neutra y se levantó para irse-.

_ Gracias Himemiya. -le dice el hombre viejo con satisfacción-.

_ Si como no...-dice sarcástica en voz baja-.

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Un joven pelirrojo entra a la escuela, era de noche y no hay nadie en los pasillos. Siguiendo vagas indicaciones busca su habitación. Llega al frente de la puerta, era la número 123, le pareció algo curioso pero se limito a lanzar un pequeño suspiro. Nuevamente tendría que acostumbrarse a una escuela de la cual era seguro no aguantaría más de un mes...Abrió la puerta con cuidado, no hay nadie, entonces cerró la puerta y notó un pentáculo rojo colgado en la parte de atrás. Bien la cosa se ponía cada vez más incómoda.
Dejó sus maletas a un lado y se sacó la ropa, se recostó en una de las camas e intentó conciliar el sueño. Cosa que hacía tiempo no hacía era descansar...

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La diablesa sale de uno de los cuartos privados, había estado con un chico demasiado fino para su gusto pero ante la necesidad no hay quien se queje. Estaba vestida a medias pero a esas horas nadie lo notaría.
Caminó por los pasillas, la tenue luz de la luna iluminaba sus pasos a través de los enormes ventanales. Extrañamente esa noche en particular le parecía que la luna tenía una vibra diferente. Una vez que llegó, abrió la puerta sin apuro y cerró la puerta despacio. Comenzó a desvestirse pero en cuanto iba a guardar su ropa en el armario vio a alguien durmiendo en la cama próxima a la suya. Se pone el camisón y se acerca un poco, entonces recuerda...

_ Debe ser el chico nuevo. -tenía una energía parecida, pero no igual a la de ella. Se acerca un poco y por lo bajo le dice- Bienvenido quien seas...-entonces algo la impulsa a rozarla la espalda con la mano, estaba caliente, demasiado.- quizás mañana me digas tu nombre.

Se dirigió a su cama y apenas se recostó mirándolo con curiosidad. El joven al sentir la mano de ella en su espalda se despertó, pero no se movió, entonces al escuchar su voz tuvo un extraño presentimiento. Se volteó despacio y la miró a los ojos, que una chica...pensó que lo pondrían con otro chico como él.

_ Hola, pensé que estaría solo. -dice con un tono suave, y se sentó en la cama, una vez que se despertaba no lograba volver a dormir-.

_ Lamento si te desperté. -dijo algo sorprendida de eso, pero en realidad estaba un tanto cómoda con su presencia- Soy Amuria Himemiya, tu compañera de cuarto.

_ Yo soy...-hace una pequeña pausa sintiendo en el aroma de ella algo extraño- Allan Nadolph. No importa, una vez que despierto no puedo dormir aunque quiera. ¿Por qué llegas tan tarde? -le preguntó aún sintiendo ese aroma en el aire-.

_ Salí a caminar, tampoco soy de dormir mucho. -le responde seria y luego siente como podía oler su verdadera naturaleza. Estaba segura que no era humano y solo había una forma de cerciorarse.- Esto sonará extraño pero ¿No eres humano verdad? -no tenía ideas de enredarse con indirectas.

_ -sorprendido ante aquello, al parecer no era el único con secretos en esa habitación- No, bueno no por completo. -al verla, siente que podía confiar en ella, era inusual ya que le había enseñado a no confiar en nadie- Soy mitad dragón- mitad humano, y debes ser una híbrido también...tienes un olor muy raro, pero a la vez me parece conocido.

_ Soy una súcubo. -le apresura a decir, ¿Dragones? Hacía años que no veía uno, hasta pensó que se había extinto- Ya entiendo porque te enviaron conmigo. Me sorprende que siendo una criatura de bien hayas entrado pese a la advertencia. -señala vagamente el pentáculo en la puerta-

_ Entonces eso era tuyo...lamento no haberlo visto. -mintió y luego miró por la ventana encima de ella, recordó que estaba solo en ropa interior entonces se levantó y buscó unos pantalones para usar como piyama. Él sabía lo que era un demonio como ella, pero intentó probarla a ver si era de confianza-.

_ -Amuria lo miró, definitivamente hacía honor a su nombre, era un chico apuesto en verdad. Pese a verlo en esa forma, no era como cuando veía a cualquier otro. Quizás era por ser un híbrido como ella, intentó distraerse y decir cualquier otra cosa- ¿De cuantas escuelas te han transferido ya? Según lo que me dijeron eres violento, aunque hasta ahora podría negarlo. -ablanda un poco la mirada-

_ De unas cuantas, pero es que nadie entiende yo no...-¿Qué hacía hablando tan suelto con alguien así? Piensa en su interior y se detiene súbitamente- Es que mi madre quiere que me relacione más con los humanos, no he tenido suerte....-se sienta en la cama y al mira, tenía una mirada triste en parte, pero la escondía.- De donde vengo solo éramos dragones y humanos, pero yo era el único híbrido, así que mis padres decidieron mandarme a vivir por estos lugares...¿Tu tiene familia?

_ -se confunde un poco al oír eso- Tengo muchos hermanos. -maldito Abalan, piensa un instante- pero solo uno se preocuparía si algo me pasara...y también un padre con el cual nos odiamos mutuamente. -baja la mirada un tanto deprimida no quería recordar esas cosas-.

_ Ya veo...lamento si te hice recordar algo que no querías.-dice desanimado-

_ Esta bien, no importa...-dice como si nada, actuando como de costumbre- Cuéntame, ¿Cómo son los de tu pueblo? -seguro vivía en un pueblo, los dragones siempre se alejaban de las personas a lugares pequeños-

_ -sin darse cuenta de ello solo se dedica a contarle un poco- Somos muy unidos, luchamos juntos, y aunque somos muy distintos intentamos llevarnos lo mejor posible. Yo en cambio tengo un problema con eso, es que no veían como a un igual y bueno, digamos que de ahí viene lo violento que has escuchado.

_ Es la parte humana, ya verás con solo unas semanas aquí te darás cuenta de lo complicado que son las personas. -recordó lo que el director le había dicho- Pero tampoco te dejes llevar por eso, solo causa confusiones innecesarias. Pero si te has criado con ese valor de tolerancia seguro solo es una cuestión de encontrar un lugar tranquilo y te adaptarás rápido.

_ Supongo que los demonios son distintos en eso ¿Verdad? -se recuesta mirando el techo-.

_ Es que no es algo que nos convenga. No debemos aferrarnos a nada, deberías dejar de hacer preguntas idiotas. -se voltea en la cama-

_ ¡Hey mis preguntas no son estúpidas! -reacciona ante el insulto, Amuria pudo sentir aquella voluntad enardecida, era una energía muy tentadora. El dragón solo la miro y gruñó por lo bajo-

_ -la diablesa absorbió un poco de la energía que emanaba y decidió molestarlo un poco más- Sabes ahora que lo pienso eres algo tonto si preguntas cosas así, deberías conocer los seres como yo, si no mal recuerdo los dragones son de pelear con nosotros...por territorio más que nada...-se sienta en la cama y lo mira- Este es mi lugar así que ten cuidado con lo que haces. -le sonríe pícara, hacía tiempo no hacia enojar a la gente-

_ ¡Pero porque me dices esas cosa!-piensa un momento y continúa- Y debería esperarlo de alguien como tu, aún así no hay motivo para que este sea tu territorio...

_ Llegué primero. -dice firme y se levanta para hacerle frente-

_ Eso no importa, yo estoy dispuesto a pelear. -le hace frente también con una sonrisa vivaz-

_ Quiero ver que lo intentes. -lo desafía y nota en los ojos del dragón su misma pasión-

_ ¿Siempre eres tan terca? El que sea un híbrido no me hace inferior. -se señala a si mismo con el pulgar- Yo puedo lo que quiera, porque este es ahora MI cuarto también.

_ Ahh sii pues no lo creo porque es Mi cuarto, ¡Lo fue primero y lo seguirá siendo! ¡Estás bajo mis reglas! -dijo en tono alto y con autoridad-

_ ¡Bajo tus reglas! -dice con ironía- Yo soy más grande que tu, entonces tengo derecho...-dijo pero ya de broma, no podía estar serio por mucho-.

(...)

Y así continuaron discutiendo, a veces incluso con tonterías, hasta llegar al punto que se quedaron sin voz y cayeron rendidos en las camas.
Allan miró a su compañera y exclamó.

_ Creo que nos llevaremos bien Amuria. -le sonrió cerrando los ojos-.

_ Yo también, dragoncito. -le dijo bromeando y también cerró los ojos.

Fue esta noche de luna creciente que lo conoció, alguien fastidioso, peleador, pasional y bromista al peor estilo. Alguien con quien podía congeniar sin el temor al apego, a los cumplidos sin sentidos, a la arrogancia común. Allan era una persona con la cual podía llevarse bien sin caer en otras situaciones...O al menos eso creía.
Una tarde, mientras Allan entrenaba en el playón de deportes como siempre, un grupo de chicos estaban molestando a uno de curso más chico. El dragón al no soportar tal injusticia los detuvo y el niño salió corriendo. Luego los abusones rodearon a Allan y comenzaron a tratarlo de débil, de tonto e incluso llegaron a incitarlo a pelear. Él sabía perfectamente que no debía porque estaba a prueba con sus antecedentes entonces intentó resistir los insultos y salir de allí. Los chicos lo seguían y los puños del joven no podría resistir por mucho.
La diablesa paseaba con libros en las manos, siempre solía sacar uno que otro de la biblioteca, cuando a lo lejos ve la escena. Quizás eran amigos de él pensó por un momento. Entonces dio una segunda mirada, no, esas caras no le gustaban. Se fue acercando de a poco viendo con atención lo que pasaba.

_ Vamos, ¿O acaso tienes miedo? -dijo uno de ellos mientras notaba que la ira le estaba ganando-

_ Ya déjenme solo, no tengo motivos para pelear con ustedes. -dijo serio y tratando de darle la espalda cuando dos de ellos lo sostienen y entonces se dieron cuenta...que Allan era más fuerte de lo que parecía se los quitó sin esfuerzo y fue directo a golpear al hablador cuando una mano tomó la suya, abrió los ojos atónito- ¿Amuria?....

_ ¿Podrías? -hace un gesto con la cabeza hacía el puño de él, le costaba sostenerlo, era fuerte aún para ella-

_ Lo siento. -se tiró hacía atrás, no entendía porqué había hecho eso-.

_ -Ella tampoco lo entendía, solo le caía bien como para verlo en problemas por idiotas como aquellos- Ven vámonos, no tienes nada que hacer con estos imbéciles.

_ Mira quien lo dice. -dijo susurrando uno de ellos pero de forma sutil acotó- Después nos anda buscando por los jardines...-sonríe malicioso-

_ Cállate gusano, lo que yo quiera lo puedo conseguir sola sabes? -comenzó a caminar hacia la salida cuando le dijo a Allan- ¡Vamos!

El dragón miró la cara desconcertante de todos y muy calmado, no sumiso, fue tras de ella. Le debía una, aunque sabía que son el carácter de ella no lo aceptaría así que no dijo nada. La miró mientras caminaban, juntó unos libros de una banco, a ella le gustaba leer. Llevaba una cara seria, no estaba seguro qué significaban las palabras de aquel chico pero  por su reacción era de adivinar que no era nada bueno.

_ Gra-

_ No importa, solo mantente lejos de esos tontos. -dice seria tratando de sonar ruda-

_ Igual...-la mira de reojo- ¿Por qué lo hiciste?

_ Solo sentí lástima por ti. -dice sin mucha simpatía-

_ Entonces no lo vuelvas a hacer. -le responde ahora serio él también- Debo aprender a no solucionar todo a los golpes, lo admito.

_ Mmm...-ablanda su voz como cada vez que desea terminar la discusión rápido- Mira, solo controla tu temperamento, conmigo está bien porque soy igual....solo que ellos son más débiles y no soportaría la ira de una gran dragón. -sonríe por lo bajo-

_ Tienes razón. -entonces intenta cambiar un poco el tema- Sabes una cosa...el cabello largo te sienta mejor.

_ ¿Mm? -si se lo había dejado crecer, pero eso le pareció un tanto tonto- Sabes tengo que hacer unas cosas, me voy al cuarto, tu haz lo que quieras...

El dragón la dejó continuar sola, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro. Pocos de sus amigos incluso familiares tenían confianza para detenerlo en momentos así. Pero ella lo hizo sin dudar, le debía respeto a su compañera, quizás podrían ser amigos. Se dirigió al bosque cercano para caminar un poco.
La diablesa entró al cuarto y suspiró, ella misma se había sorprendido al hacer eso, no era malo, pero tampoco normal en ella. Se acostó en la cama y se tocó el pelo, lo dejaría así solo un poco....

Yo evitaba pensar en él como algo más que un compañero de cuarto, pero la costumbre, la companía y su extraña forma de ser fueron lo que poco a poco me hicieron interesarme en él. Comencé por darme cuenta cuando venía cuando se iba, cuando estaba enojado y cuando serio, cosas que la gente con tiempo puede ver en otras. Yo sin darme cuenta, me preocupaba por su bien, ya que en cierto punto veía algo suyo en mí.
Al dejarme el pelo largo, fue sin duda, la primera muestra de aprecio hacía él. 
Porque le gustaba así, le di ese gusto de verme de esa forma, jamás lo había hecho por ningún otro chico...pero él....pudo más que mi orgullo.
~Y eso era sólo el principio~


viernes, 4 de marzo de 2011

Capítulo Diez: Separación

La súcubo estaba saliendo de los aposentos de la gran diablesa cuando escucha una voz detrás de ella. Voltea con cuidado y ve a una joven de ojos grises que le hacía señas para que se acercase. Amuria así lo hace, y al verla más de cerca puede notar la vejez que se apreciaba en su rostro, no era algo natural, más bien era tenebroso. La mujer llevaba un traje rojo, parecía de decencia egipcia, su piel oscura y sus ojos negros.

_ No confíes en Juliette. -le susurró con cuidado de no ser vista ni oída por nadie- Ella no es lo parece.

_ ¿Quién eres tu? -preguntó con duda-

_ Yo, soy una de sus esclavas, o como ellas nos llama "novias". -la mira con temor, no debía perder tanto tiempo en explicaciones- Puedes salvarte, aún estas a tiempo, por favor no pactes con ese demonio.

_ -no entendía mucho de la situación, entonces notó a unas vampiresas acercarse y con rapidez le preguntó- ¿Qué es lo que te ha hecho?

_ Ella me ha quitado todo, mi juventud, mi belleza, mis deseo. -hace un pequeña pausa con miedo por los ruidos a su espalda-  Es una coleccionadora, de mujeres. -ante esto se desvanece en el aire-.

La diablesa queda mirando a las vampiresas, quienes con sus rostros llenos de celos le gruñen para alejarla. Amuria se da la vuelta y sale de allí, aunque en su mente las palabras de aquella misteriosa mujer resonaban con fuerza.

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Nana se había dormido en la cama del demonio de ojos verdes, esta la miraba con cierta preocupación. No tenías idea de qué podría hacer, aunque algo en su interior parecía querer advertirle de algo. Como si hubiese un secreto que no pudiera ver. Entonces la dulce voz de la pequeña lo sacó de sus pensamientos.

_ Onne-chan....¿Por qué haces eso? -hablaba dormida, y evidentemente era con Amuria-

_-de estar distraído la hubiera ignorado, pero decidió jugar un poco a ver a que se refería- ¿Hacer que cosa Nana-chan? -fingió la voz de la súcubo-

_ Lastimar a Onix-kun, él no lo merece, él te quiere.- dijo con su inocencia habitual- Además esa diablesa no me cae bien, no entiendo porque insistes en actuar así.

El pelinegro se quedó mudo unos instantes, no, no podía ser que...ella supiera cómo se sentía y aún así se empeñara en tratarlo de esa forma. Se asomó un poco más a la joven y le preguntó:

_ ¿Amuria quiere a Juliette? -su voz era neutra-

_ ¿Qué? Si solo está jugando...-dice a la ligera- Ella no quiere amar a nadie. -esta vez parecía triste- A veces me pregunto, si también es conmigo que está jugando.

El íncubo la mira con tristeza y enojo a la vez, si lo que decía era cierto, Amuria sabía perfectamente que lo estaba hiriendo. Eso podría soportarlo, porque hacía tiempo ella le había dicho que no lo quería, pero que le hiciera lo mismo a Nana, eso no lo permitiría. Se envolvió en llamas y se teletransportó lejos de allí, debía hablar con alguien.

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Amuria caminaba por la ciudad, no sabía que hacer con certeza. Sabía que podría ser bueno, de esa forma ya no tendría que preocuparse por personas como Onix, pero quedaba su hermano. Ella no podría separarse nunca de él, y si ser la novia de esa diablesa la obligaba, era por seguro que no aceptaría. Entonces algo la sacó de sus pensamiento, un extraño halo se apareció frente a ella, de pronto sintió la necesidad de buscar a Aiperus. algo malo le estaba por pasar, no sabía porqué pero así lo sentía.
Corrió hacia su casa, sin saber que él no se encontraba allí.

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Onix apareció enfrente de Aiperus, conocía de memoria su lugar de descanso. A las afueras de la ciudad, sentado, rascándose....mejor omitir esa parte.
El demonio se le acercó por la espalda y lo empujó. Este respondió volteándose con rapidez, pero al verlo no entiendo nada y se quedó mudo.

_ Con que a ti y a tu hermana les gusta jugar con los sentimientos de las personas. -sacó sus rasgos- Y tu la ayudaste, me mentiste, eres tan egoísta como ella-.

El ojiverde nunca se había enojado de esa forma, su ira estaba opacando su razón, sin darse cuenta se estaba descontrolando. El otro íncubo también sacó sus rasgos pero un poco más calmado que su amigo.

_ Ya, no te irrites tanto. Yo solo hice lo que me pidió, deberías recriminarle a ella. ¿O acaso buscas desquitarte conmigo porque a mi si me quiere? -dijo con perversión, pero sin medir las consecuencias-.

_ ¡Cállate! Seguro que tu la convenciste.-intentaba buscar razones donde no las había, él sufría mucho y saber que Amuria lo hacía apropósito le dolía aún más. No quería admitirlo.-

Entonces ambos se entrelazaron de los brazos y comenzaron a empujarse mutuamente. La pelea recién comenzaba, pero era claro quien tenía ventaja.

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Amuria llegó a su casa y la recorrió con angustia, vio a Nana recostada y la sacudió para levantarla. Esta apenas abrió los ojos y al verla se largó a llorar.

_ ¿Nana? -dijo confundida-

_ Onne-chan, ¿Por qué eres tan mala? -le dijo con angustia y sus lágrimas fáciles como siempre-

_ Nana no tengo tiempo para esto, tengo que saber dónde se metió Aiperus. -le dijo un tanto ruda para que le prestara atención-

_ Este, debe si no ha vuelto y Onix-kun no está aquí... deben estar en el lugar de descanso. -dijo aún dormida-

_ ¿Dónde? -preguntó ya perdiendo la paciencia-

_ A las afueras de la ciudad, les encanta rascarse en ese lugar, es muy desolado. -dice y entonces se despierta un poco más- ¿Qué pasa Onne-chan?

_ Creo que algo malo está pasando. -dice con seriedad- Me voy para allá.

Sacó a la súcubo de encima suyo y desapareció. Nana volvió a la cama, estaba triste, aún era joven para preocuparse por esas cosas. Ella era infantil y pensaba que todo se arreglaría tarde o temprano. Lástima que por eso mismo nunca vería las cosas como eran.

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La diablesa llegó, el sol estaba cayendo y todo tenía un tono rojo anaranjado. Buscó en el lugar y entonces un gritos la guiaron a ellos. Las cosas no se veían bien, al parecer había peleado bastante, estaban heridos por igual y ninguno daba el brazo a torcer. Al sentir el olor de ella, ambos la miraron.
Amuria se asustó al ver a Onix de esa forma, entonces mira a su hermano, por alguna razón le parecía más cansado él.

_ Amuria. -llega a decir Onix, cuando sus ojos se ponen en rojo absoluto, y se abalanza hacia ella-

_ Etto..-se quedó paralizada y entonces siente como su hermano la empuja y se pone en su lugar recibiendo el golpe-.

_ ¡Aiperus! -grita y entonces reacciona y va con él-

_ Debemos...hacer que....vuelva a la normalidad...-dice con el poco aire que le quedaba-

La diablesa se transforma y a diferencia de su rival, lo ataca con sus poderes de fuego y confusión. Ya lo tenía cansado y pensó que sería fácil pero era más resistente de lo que creía. En un momento él la atrapa en sus brazos y la tira contra el suelo. La súcubo no tenía más trucos, entonces decide usar un poder que nunca había practicado. La esencia de su naturaleza.
Se concentra y la deja salir de sus poros, un aroma puro y seductor, la parte de humana de Onix reaccionó y se detuvo, hipnotizado con ese perfume conquistador. Entonces de repente un puño choca con su cabeza dejándolo inconsciente. Su hermana lo mira un tanto confundida, cuando de pronto ve algo raro en la mirada de él, y ve como se le acerca y al levantarla le planta un besó apasionado. Al principio ella se sorprendió y luego recordó lo de su esencia, debía ser por eso se dijo y solo lo correspondió.

_ Amu, tu piel es deliciosa. -le dijo en un momento y la besó pasando levemente su lengua-

_ Tenemos que llevarlo a casa. -dijo refiriéndose a ojiverde y algo sonroja por eso- Deja de jugar, y ayúdame.

_ Bueno pero cuando llegamos nos vamos al cuarto. -dijo susurrando en su oído-

_ Demonios, esto sirve demasiado bien. -dijo por lo bajo y entonces ambos tomaron al desmayado y lo teletrasnportaron juntos-.

Al llegar a casa lo dejaron en su cuarto y se fueron al suyo. Amuria estaba perdida en los ojos rojos de su hermano. No sabía porqué, pero se sentía más atraída a él que de costumbre, lo que hizo que olvidara la presencia de Nana en la casa.
En el cuarto comenzaron a besarse de forma desesperada, había un aroma rodeándolos, llamando el cuerpo del otro. La ropa parecía estar de más, entonces Aiperus la acarició por debajo de su remera, quitándosela, su hermana lo imitó mientras lo veía cada vez más perdida en aquel extraño impulso. Un pequeño golpe se escuchó en la puerta pero estaban muy distraídos para darle importancia. Seguía con su juego, cada vez más y más pasional. La diablesa se colocó encima de él, y abrazando su pecho contra en de él, entonces a punto de quitarle el brasier...cuando la puerta se abre con apuro...

_ ¡¿Pero que le hicieron a On..... -abre los ojos como platos, mientras se sonroja y se cubre los ojos- ¡Cómo pueden hacer algo así! ¡Son hermanos! -dijo un tanto molesta y sale corriendo-.

Entonces Amuria siente a su consciencia regresar y se separa de su hermano. Por alguna razón, sintió que la pequeña súcubo tenía razón, ¿Qué estaba haciendo? Sin pensarlo salió tras de ella, Aiperus la llamó pero al ver que se iba solo se recostó en su cama para calmarse.
La diablesa alcanzó a su amiga y la sostuvo contra ella, aún no estaba lista para separarse de su dulce presencia, pero quizás...ya era tarde...

_ ¡ Suéltame! ¡No quiero que me toques! -dijo histérica intentando escapar de aquel abrazo-

_ No entiendes, Nana-chan, nosotros no herimos a Onix ...-hizo una pequeña pausa, usó su voz más suave- Y lo que viste, solo fue un error, no pasa nada....-intentaba calmarla-

_ ¡No! ¡No es cierto! -le decía apoyando sus manos sobre el pecho de ella y casi al borde de las lágrimas com cada vez que intentaba hacerle frente a alguien- ¡Tu heriste a Onix! ¡Y lo hiciste apropósito! Me desilusionaste onne--....Amuria.

_-abre los ojos sorprendida y la mira llorar- No, no entiendes, yo solo quería evitar que siguiera tras de mí. Porque yo no quiero estar con nadie. -dijo y le limpió las lágrimas con sus manos, aún así la joven no dejaba de llorar-

_ Ni siquiera conmigo ¿Verdad? -exclamó con pena y se alejó unos pasos- Amuria, tu eres la que entiende. Yo pensé que eras alguien de quien podría aprender, alguien bueno...y considerado..como esa noche...-la miró directo a los ojos- Pero eres una egoísta, fría y miserable. Tu nunca me quisiste, como a Onix, solo te gusta jugar con los sentimientos, ¡Yo te creía diferente!

Entonces se dio cuenta, al ver en sus ojos, las esperanzas que Nana había depositado en ella. Amuria tenía dos opciones,  decirle la verdad y tomar el riesgo de lastimarla o seguir con su plan y sacarla de su vida. Entonces sus ojos se tornaron rojo intenso y con voz segura más una sonrisa siniestras le respondió:

_ ¿Y recién te das cuenta? Veo que no eres tan tonta como creía. -su sonrisa se hizo más ancha y río fingiendo- Me encanta que me amen, pero yo no amaré nunca a nadie, pensé que te darías cuenta. Tienes razón, jugué con Onix hasta que me aburrió, y bueno...tu eres un buen entretenimiento también.

La pequeña cubrió su rostro al oír estas crueles palabras y largo un llanto de dolor. Incluso Amuria pudo sentirlo, y aunque su interior se retorcía de culpa, no podía renunciar a esa altura. Se volteó para ir a su cuarto y vio al ojiverde frente de ella. Este la miraba con desprecio y desagrado, jamás la había mirado de esa forma, como si le clavara una estaca en la conciencia. Ella tragó saliva pero no bajó la vista y le sonrió con malicia. La forma en que actuaba era admirable.

_ Yo también me equivoqué contigo. No vale la pena que sufra por alguien como tu, Amuria. -le dijo con voz seria y la paso de largo para abrazar a Nana-

La diablesa no los miró, solo sintió una leve brisa a su espalda. Ambos desaparecieron, y nunca más regresaron.
De a poco, aquella casa antes llena de movimiento se volvió sombría, los cuartos de aquellos demonios seguían intactos y parecían deprimentes con solo mirarlos tan vacíos. Amuria sintió la pérdida, pero ya era incapaz de mostrar ese dolor, su pecho le dolía por horas y solo podía consolarse viendo las habitaciones vacías y suspirar con pena. En su interior, sintió que era lo correcto, pero aún así la culpa carcomía su corazón....y poco a poco...olvidó como era ese cariño.
No olvidaba, solo evitaba recordarlos. Tiró todas sus cosas, suspiró hasta el cansancio, se distrajo con todo lo que pudo. Todo para recibir la vida que debía llevar desde ese día, la vida solitaria de una súcubo.
Aiperus la ayudó, más de lo debido, consolándola con caricias e dejándose llevar por impulsos. Las noches con él era lo único que le quedaba, su hermano era lo único que nunca dejaría de querer. Y por mucho tiempo así fue. Incluso abandonó a Juliette, quien pese a que una gran ira la invadió supo comprender el motivo de Amuria y solo la despidió con unas palabras que le quedarían para siempre.

_ Si sigues así, mi niña, serás capaz de convertirte en un demonio poderoso, incluso podría buscar venganza por tu "humillación".

Ella sabía a que se refería, y quizás eso debería hacer...

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Pasaron cincuenta años pasaron, viviendo, o al menos eso pensaba. La única persona que quería a su lado se estaba alejando, Aiperus tenía otros intereses y poco a poco fue cambiando.
Amuria no quiso ver, o aceptar aquello, tan solo lo evitó y siguió con su pensamiento de nada me importa. Su actitud era fría, desanimada, como si toda aquella pasión que alguna vez la impulsó hubiera desaparecido en la soledad que reinaba en su corazón. El amor de su hermano era un consuelo, pero desde que empezó a juntarse con otros íncubos las cosas cambiaron. Ya no le hablaba, no dormía con ella, ni siquiera le preguntaba si estaba bien cuando pasaba el día encerrada en su cuarto. Tal era su necesidad de estar con él, que ignoró todas sus críticas y tan solo permaneció allí como un adorno más...
Con el tiempo, recibió una visita de su antigua maestra, la diablesa de gran crueldad. Extrañamente quería verla, advertirle algo.

_ Amuria, antes que cumplan 200 años deberán tomar una decisión. -hizo una pausa y continuó- Un ser como los han'gôs comienzan a sufrir una serie de cambios, tendencias hacia una de sus naturalezas, y si no se deciden a una de ellas pueden perder el control de si mismos. Del grupo de ustedes solo faltan ustedes por decidir, y ya no les queda mucho....tan solo unos 70 y créeme, pasarán rápido.

Se levanta y sale por la puerta, aunque se detiene y le susurra.

_ Recuerda lo que Suzuki les dijo, los hermanos son algo complicados con eso, tan solo te aconsejaré que tengas cuidado. -le sonrió, algo muy raro y desapareció-.

La diablesa pensó en ello, no quería elegir una raza, estaba cómoda de esa forma. Pero al contarle a su hermano, él le dejó bien en claro su decisión.

_ Ya no importa, Amuria, yo seré un demonio. -hizo una pausa y la miró a los ojos- Este Domingo será mi iniciación, lamento no haberte contado pero no me pareció importante.

_ -entonces la pasión volvió a sus ojos, la furia y desinterés de él la habían cansado- ¡Claro a mi no me importa que harás de tu vida! ¡Por eso me quedé a tu lado! -le dice con sarcasmo y golpea la mesa-. ¡Estoy harta de vivir así!

_ ¡Entonces vete! -le respondió molesto y salió por la puerta- En todo caso búscate una vida y deja de estar como si fueras mi sombras. -le dijo hiriente y cerró la puerta de un portazo-.

La diablesa quedó sorprendida y triste. Comenzó a suspirar, siempre lo hacía cuando estaba mal, entonces decidió tomar una decisión por si misma. Necesitaba tiempo, para si misma, debía pensar bien las cosas y además era como que ya no se sentía contenida por su hermano quizás un tiempo solos no les vendría mal. Era mejor eso a terminar peleados en serio.
En dos días juntó un poco de ropa y buscó algún instituto donde pudiera infiltrarse. Varios demonios hacían eso, y cansada de las fiestas continuas no le pareció mala idea. Lo habló con Aiperus quien no le prestó la más mínima atención.

Fue así que llegó al instituto Adirf Olhak, una mansión pérdida en medio de uno de los bosques  más extensos  limite entre EE.UU. y Canadá. Así que eran varias horas de viaje, pero bueno, ya no tenía mucho de qué quejarse. Solo esperaba que su hermano la fuera a visitar, aunque claro ella no se lo pediría.
El tiempo pasó y nadie nunca volvió a estar cerca de ella, solo se la pasaba con cualquiera, ya se había armado cierta reputación. La soledad no le gustaba, además de la ausencia de su hermano, pero no admitiría ninguna de las dos....
Su vida ya no tenía sentido alguno, no quería ser un demonio, tampoco una humana, no quería estar con nadie pero tampoco estar sola. Todo era una gran contradicción en su cabeza, y quizás hubiera seguido así....de no ser porque el destino le envió a una persona que la cambiaría y finalmente podría renacer de aquellas cenizas en las que se había convertido.

~ Fin de la  Primera Parte~