jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo tres: Abalan

Hoy en día comprendo varias cosas, mis errores y aciertos, mis emociones y acciones; pero aún esta noche de luna llena donde mis pensamientos se vuelven más claros de lo normal me cuesta entender...

Estaba transpirando, el calor ya no solo le sentía dentro sino también fuera, algo que era imposible por estar en invierno y más aún en la montana. Aunque ¿Aún seguía en la montaña?
Abrí mis ojos con pesadumbre, me sentía sofocada y entonces sentí que alguien me levantaba del mentón. Vi un rostro negro como el carbón, cuya apariencia era difícil de asimilar, bruscamente me levanté e intenté huir de allí. Alguien me tomó del brazo, otro demonio como el de recién, me llevó a rastras de regreso. Me tiró al suelo y entonces mi hermano corrió hacía mi desde la oscuridad también seguido por otro demonio.

_ Nee-chan, ¿Estás bien? No podía encontrarte y yo pensé...-entonces un fuerte rugido lo interrumpió y palideció del susto, yo miré en la oscuridad los ojos de sangre...era los último que recordaba antes de desmayarme. Me paré con valentía y lo miré con una mirada despreciante, tenía miedo si pero no iba a permitir que le hicieran daña a Daisuke.

_ Veo que esta vez no te asustas pequeña. -me dijo con una voz rasposa y profunda- Mejor, creía que eras una cobarde como el niño. -señala a mi hermano y sus colmillos brillaron en una sonrisa que terminó por intimidar a mi hermano-

_ ¡No es un cobarde! -le dije y entonces sentí su asquerosas garras sobre mi cuerpo. Me quedé callada y solo pude mirarlo con temor-

_ ¡ Suéltala! -Daisuke se levantó e intentó golpear pero con solo darle un golpe terminó por herirse a sí mismo-

_ ¡Ya cállense! -dijo y luego me soltó, caí al suelo y mi hermano me tomó entre sus brazos. El demonio nos miró y luego dio un gruñido- ¿Qué hacen dos Han'gôs por este paraje del territorio Oni? ¿Acaso buscan algo? -salió de las sombras e hizo presente su horrible apariencia-

_ ¿Han'gôs? -llegué a decir en un hilo de voz-

El demonio solo se quedó mirando, veía algo en nosotros, aunque fue evidente que ninguno de los dos sabía que era. Entonces se acercó y nos olió como un perro a sus crías. En sus ojos hubo una expresión de duda.
Desapareció entre una niebla color bordó y luego otra entidad se hizo presente. Una yuki-onna famosa en nuestro pueblo, la caracterizaba una marca en el labio que supuestamente se la hizo un hombre que intentó capturar, miles de veces escuchamos esa historia. Pasó sus gélidas manos sobre nuestras narices y entones sus labios se curvaron como queriendo sonreír pero era difícil de saber. El espíritu gentil nos levantó con delicadeza y se volteó.

_ Síganme, yo se a quien están buscando. -su largo vestido blanco iba dejando un rastro de pocos de nieve, algo hermoso pero a la vez efímero, rápidamente se convertían en agua por el calor del ambiente.-

Daisuke me miró, no teníamos muchas opciones, me agarró fuerte de la mano y comenzamos a seguirla. Entonces al ver con la poca luz que emanaba notamos que estábamos rodeados de tierra, como si de una cueva se tratase.
Varios minutos, quizás hora y media, tardamos hasta que por fin llegamos. Una puerta de oro con símbolos muy extraños pero de los cuales solo uno pude reconocer con certeza, una estrella invertida. (Más claramente un pentáculo, pero en ese entonces no conocía de esas cosas).
La yuki-onna tomó las manijas firmemente y apenas abrió la puerta.

_ Solo ustedes son bienvenidos allí, yo no puedo entrar. -sus ojos blancos se clavaron en nosotros-

Yo encaré enérgica quería a toda costa terminar con todo aquel misterio. Daisuke me siguió a duras penas y con la cabeza gacha. El lugar estaba iluminado por varias antorchas, en el piso una alfombra negra parecía pelo. Al medio de la sala había un espléndido y enorme trono con varias cabeza de animales, algunas de ellas ya descompuestas, de otras solo queda el hueso. En este sitial se encontraba una serpiente de piel blanca, o al menos eso creímos, al vernos comenzó a brillar hasta cambiar su forma al de una joven de apariencia ambigua.
Al ver su cuerpo quedé completamente hechizada con su belleza, como si de repente no pudiera concentrarse en ninguna otra cosa. La respuesta de su hermano fue la misma.
Era un joven de ojos rojos rubí, su cabello era largo y de color blanco, su cuerpo esbelto y perfecto. Llevaba una sonrisa en su rostro, una expresión de satisfacción difícil de ver.

_ Veo que Ryoko-chan no era tan común como pensaba. -mis miró de cerca- Tener mellizos no lo hace cualquiera. -pasó uno de sus dedos por nuestros labios- Veo que no tiene idea de lo que estoy hablando y menos de quien soy ¿Verdad?

_ No. -dijimos al unísono y asentamos con la cabeza, era tan irresistible aquel extraño-

_-mostró una sonrisa torcida- ¿Qué edad tienen? -observó nuestros cuerpos con atención. -

_ Siete. -le respondimos juntos-

_ Son pequeños, que raro que la transformación se de tan rápido. -se queda pensando un momento y luego regresa a su trono- Bien, creo que pasaré a explicarles un poco, deben estar confundidos. -hizo un pausa y con un movimiento de manos apareció dos asientos frente de él, nos invitó a sentarnos. Parecía tan amable que nunca me imaginé que sería un demonio-

Entonces tomó de una copa a su lado, tenía un líquido rojo, pensé que era algún tipo de jugo pero con el tiempo descubrí que en realidad era sangre de animal.
Miró la copa, su reflejo era sereno y lleno de ideas. Tomó uno de los cráneos a su alrededor y lo miró cuan Shakespeare se pregunta "Ser o no ser".

_ Mi nombre es Abalan, recuérdenlo, porque es el nombre de su padre. -apenas nos miró- Se preguntarán entonces ¿Por qué nunca los cuidé y blah blah blah...-le daba muy poca importancia al asunto- Bueno en realidad soy un demonio, si, créanlo o no. Ustedes e cambio serían como híbridos, llamados Han'gôs, evidentemente han sido abandonados. -entonces sentí un escalofrío- Yo puedo ayudarlos...pero...

_ ¿Pero qué? -indagó Daisuke y lo miró con atención-

_ Pero a cambio tendrían que hacer un pequeño trato conmigo.-sus ojos brillaron con ambición- Claro sería temporal, yo les mostraría cómo usar sus poderes y cómo ser demonios...

_ ¿A cambio de qué? -le dije con algo de sospecha-

_-se inclinó hasta casi rozar mi nariz con la suya y dijo- A cambio de un pequeño favor al terminar con ello, si quieren pueden leer antes de aceptar. -en su mano apareció un papel- Estas vendrían a ser mis peticiones.

_ -Daisuke y yo tomamos el papel y al verlo nos dimos cuenta de algo, estaba en japonés antiguo y nosotros apenas sabíamos leer. Nuestras expresiones nos delataron-

_ ¿No saben leer verdad? -dice y se coloca la mano en la frente de forma dramática- Como lo lamento, pero saben no tengo mucho tiempo, tengo muchos asuntos que atender y lamento decirles que tendré que dejarlos...-amenazó mientras se dirigía nuevamente a su trono-

Miré a mi hermano, no podíamos volver al bosque no sabíamos qué hacer, ni lugar a dónde ir, era nuestra única salida. Había dicho algo de poderes y ser fuerte, yo quería ser más fuerte, quería ser un demonio.

_ ¡Yo firmaré por los dos! -le grité de repente- Si yo firmo, ¿Puede mi hermano ir conmigo?

_ Espera Etsuko-chan, no lo hagas, está tratando de engañarnos. -me dijo por lo bajo aún mirando el papel- No sabes en que te estás metiendo, será mejor irnos...

_ ¡No! Daisuke-kun, no tenemos nada... -entonces lo miré a los ojos- Yo no quiero ser como esos idiotas, prefiero ser un demonio. No te das cuenta onni-sama. -tomé el pincel que Abalan me ofrecía y sin pensarlo más escribí mi nombre-

~エツコ ~

-Su hermano la miró atónito, tras unos segundos y con una mirada de confusión él también firmó el papel.-

~ ダイスケ~

_Bien, mis pequeños, deben tener en claro una cosa: YA NO HAY VUELTA ATRÁS, serán míos hasta cumplir con su deuda, tranquilos, yo les daré un lugar donde entrenarse hasta que estén capacitados para trabajar para mí. -chasqueó los dedos y la yuki-onna regresó- Llévalos con Utena Fujioka, ella sabrá que hacer con ellos.

_Solo hazle saber que son de mi tutoría.-nos miró fijo- Si quieren librarse de esta firma. -señaló el contrato- Deben aprender de Utena-sama, y les conviene que lo hagan bien, no soy responsable de cómo aplica los castigos. -sonrió malicioso y con un gesto de su mano nos saludo-

La yuki-onna nos tomó a cada uno de las manos y nos llevó afuera. La miramos con atención, nos llamó la atención que estuviera a las ordenes de otro demonio. La seguimos y luego de alejarnos bastante ella nos soltó y comenzó a levantar nieve a su alrededor abriendo una especie de portal hacía el mundo de los mortales. Nos hizo un gesto para entrar y tomados de las manos Daisuke y yo lo pasamos. Creímos que caíamos al vacío pero después de aquella sensación abrimos los ojos y notamos que ya estábamos en tierra firme.
Nuestra guía caminó hasta una pequeña casa de aquel extraño lugar, tocó la puerta y esperó.
La atendió una joven, una adolescente de ahora, tenía el cabello largo y recogido en un elegante rodete, sus ojos en cambio eran bruscos y agresivos con un color amarillento que daba impresión. Hablaron unos minutos y entonces se dirigió a nosotros.

_ Yo soy Utena Fujioka, y seré su senpai desde ahora, así que bienvenidos a la residencia de demonios. -nos tomó de los brazos y con fuerza nos llevó dentro-

La yuki-onna desapareció y quedamos a merced de aquella agresiva mujer. Esta nos miró, sabía que teníamos miedo y eso le gustaba. Entonces nos llevó a una pequeña habitación y allí nos dijo:

_ Mañana les darán sus nombres, descansen esta noche porque será un día bastante duro. -cerró la puerta y nos dejó solos.-

Yo tenía miedo, ese lugar era horrendo pero era mejor que nada. Había una pequeña cama en el suelo y entonces nos recostamos en ella. Daisuke estaba tan confundido que no dijo nada y solo se quedó dormido casi al instante. Yo en cambio sabía que nada sería igual, que estaba en un juego del cual me costaría salir, esa deuda que había creado con Abalan. Tenía mucho incertidumbre, estaba algo afligida y pensaba en cómo había aceptado aquel trato sin siquiera saber de qué se trataba. Como siempre pensé después de actuar, aunque no me sentí arrepentida...¿Cuánto podría tardar en pagarle al demonio?
Abrasé a mi hermano y cerré los ojos para descansar, al menos no estaba sola...

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capítulo dos: El camino

Estábamos muy confundidos, en especial mi madre que entre mil y un historias o más bien teorías intentaba buscar una explicación. Tardó como cuatro días en decirnos lo que a su criterio había sido solo un sueño.

_ Aquella noche, un espíritu entró a la casa. -lo contaba con palabras simples pero era seguro que aún seguía impresionada por ello- Tenía una apariencia de demonio Oni muy extraño pero parecido a un humano en parte, creía que entraría en pánico pero no podía dejarlos... -bajó la mirada y prosiguió- El comenzó a hablar, tenía un pergamino en sus manos en sus ojos no había enojo alguno, solo los miró y asentó.

_ Ya dinos ¿Qué fue lo que dijo de nosotros? -le pregunté recia, mi carácter estaba algo voluble últimamente, más aún con Ryoko. Mi hermano solo me miró algo sorprendido, él sentía al igual que yo pero no quería parecer ansioso.-

_ El demonio dijo que venía porque debía entregarles una carta de...de su padre. -terminó finalmente pero luego no quiso continuar-

_ Okasan ¿Qué sucede? -preguntó amable Daisuke e intentó acercarse a ella. Ryoko lo detuvo y entonces salió de la habitación y se fue al jardín.-

Mi hermano y yo nos miramos confundidos, no pudimos evitar pensar que era una mentira o que ella no nos quería decir la verdad...
Yo me acerqué a él y lo miré detenidamente, coloqué mis manos en su cuello con delicadeza y le pregunté:

_ ¿Tu también lo sientes verdad? El calor no se a ido...-mi cuerpo se erizó de golpe jamás había sentido algo así al acercarme a él- Me siento vacía. -me desplomé encima de Daisuke con una mueca de enojo hacía mí misma pero dando la culpa a Ryoko-

_ Si...pero nee-chan, yo me siento algo incómodo. - alejó su cadera de mí y me abrazó con fuerza, era extraño, pero es que no me daba cuenta de cómo lo afectaba a él mi cuerpo, estaba más crecida como de unos trece o catorce años y claramente no me veía igual.- Tranquila, yo hablaré con Okasan, todo estará bien.

_ - apenas abrí los ojos y lo miré a la misma altura- confío en ti onii-chan. -lo solté y me fui a sentar a la entrada de mi casa, estaba confundida, Daisuke nunca me mentía. Estaba enojada con mi madre, tenía ganas de salir y tenía una gran ansiedad que no sabía explicar-

Me asomé com cautela por la puerta, la corrí con cuidado y al ver que no había nadie me senté en el marco y me concentré en mi mente. Varias ideas e imágenes me venían a la mente, cosas horrendas, escalofriantes y crueles aunque no me causaban desagrado alguno ni siquiera dolor...era como si en verdad yo quisiera hacerlas, hacerle daño a los demás...Algo en su interior estaba distinto, todo el odio por las personas que había sentido de niña ahora estuviera creciendo cada vez más y más.
Sin darse cuenta, un niño pequeño la estaba mirando, un amigo de su hermano quien salió corriendo...

Un tiempo después su hermano la llevó al cuarto y allí muy serio la miró a los ojos, no le mentiría. Ella solo miraba la pared, por alguna razón sabía que lo que le diría no iba a gustarle. Él la sostuvo del mentón, debía mirarlo o no le creería. Una vez que ella se vio en sus pupilas supo que no debía ser importante, solo se sentó y lo escuchó.
Daisuke fue suave y cuidadoso con lo que decía, contó sobre las dudas de su madre acerca de quien era su padre. Como los monjes no quisieron aceptarlos nunca en el templo Iwato, que en realidad ellos eran lo que la gente decía, que quizás no eran...humanos..
La conversación de prolongó hasta la noche, incluso él llegó a emocionarse pero su hermana estaba tranquila, como si no sintiera nada con lo que le decía. De repente algo los interrumpió, un ruido en la puerta, golpes y gritos de mucha gente.
Ryoko se acerca a la puerta, eran los ancianos del pueblo, la mayor autoridad. Daisuke se asomó por el pasillo del cuarto a la entrada y al ver la cara de su madre no pudo sino cerrar la puerta y tomarme en sus brazos pidiéndome que no hiciera ruido.

_ Un momento. -pidió la mujer y abrió un poco la puerta- ¿En qué puedo ayudarlos? -usó su mejor tono y los miró, tenía algo en sus manos pero no llegaba a ver qué era-

_ Himemiya-san, venimos a hablar sobre algo que nos preocupa. -otro anciano con voz más enojada dijo- ¡Cómo si no lo supiera!

_ Pasen, pero hagan silencio que mis niños duermen. -pidió tranquila y los hizo pasar a la pequeña cocina- ¿Qué sucede? -su rostro mostraba real desconocimiento-

_ -el anciano mayor habló- Ootori-sama nos ha contado que hoy uno de sus hijos vio a una joven en tu casa, él dijo que era tu hija menor... -la miró serio y agregó- A menos que quieras que la busquemos en está casa será mejor que nos digas la verdad. ¿Qué son esos niños?

_ -estuvo en silencio unos minutos y luego se levantó suavemente- No se de que hablan, son niños normales como todos, si vienen a molestar nuestro hogar es mejor que se vayan. -hace un leve movimiento con la mano hacía la puerta-

_ ¡Está mintiendo! -dijo el enojado y arremetió contra ella con un cuchillo en la mano. - ¿¡Quién te crees que eres!? -entonces antes de atarcala una anciana lo detuvo y le dijo- No eres quien para culparla, todos sabemos como son los demonios, ella debe estar bajo su dominio. -los ojos de la mujer estaban llenos de misericordia y por eso había mentido sabía que una madre nunca entregaría a sus hijos-.

_ Himemiya-san, muéstranos a tus hijos entonces. -dijo el anciano mayor- si siguen igual que siempre, yo mismo te pediré disculpas.-hizo una pausa- pero sino tú sabes cual es el castigo pro traición. -su voz fue desgarrante-

_ -Ryoko pensó un momento y dijo- Voy a levantarlos y los traeré, verán que siguen siendo los mismos. -salió del cuarto y rápidamente entró al cuarto, ambos gemelos la miraban con miedo. Ella buscó una bolsa y les puso lo más que pudo, los sacó por la ventana- Deben huir, aquí no es seguro, cuídense. -los abrazó con fuerza y lágrimas en sus ojos- Los siento.

Daisuke le devolvió el abrazó, incluso le prometió que me cuidaría pero, yo en cambio, le di la espalda y comencé a caminar. Mi enojo por su mentira me hizo perder la última oportunidad de verla. Qué idiota que era, pero también era muy joven.
Mi hermano solo suspiró y me tomó del brazo, comenzamos a correr hacía los arboles que rodeaban el río, debíamos huir.
Recuerdo escuchar un ruido, mi madre gritó y los ancianos la tomaron prisionera, la iban a castigar...eso era seguro.
Yo en ningún momento miré atrás, en cambio mi hermano fue la carga más grande que llevé, él no quería dejar nuestra casa pero ya no teníamos opción.

---------------------------------------------------------------------------------

Habíamos dormido escondidos en el bosque, de pronto nos despertamos por el gran bullicio que hacían las personas. Ocultos entre los arbustos intentamos ver que pasaba, entonces vinos a mucha gente reunida en un circulo, en el centro de nuestro pueblo había una estaca de madera nunca supimos para qué era hasta ese día.
De pronto uno de los anciano calló a la multitud y habló:

_ Himemiya-san nos a traicionado, liberando a dos demonios entre nosotros, no merece nuestro perdón. -la mira a penas y con una sonrisa escabrosa- Pero nuestras almas son puras y solo por eso perdonaremos tu vida, aunque el castigo te servirá de lección.-tomó una vara larga y gruesa, entonces la batió en el aire ...
Daisuke me tapó los ojos y me levantó consigo, fue caminando muy lentamente hacia atrás y me susurró.

_ No te dejaré ver esto nee-chan. -me sostenía fuerte, pero era inútil con solo escuchar los gritos era suficiente para asustarme-

Entonces fue cuando me sentí culpable, quise volver y ayudarla pero mi hermano me detuvo, ya era tarde.

---------------------------------------------------------------------------

Nos internamos en el bosque, esperando nunca ser hallados por aquellos monstruos. Entonces regresé a sentir como antes, tenía miedo y por otra parte la incertidumbre de no saber donde ir no ayudaba en nada.
Mi hermano abrió el pequeño bolsito de tela y de él sacó un pergamino. Era de color rojo y tenía una extraña insignia, al abrirlo estaba vacío. No eramos muy astutos en ese entonces, por lo cual no nos dimos cuenta que el mensaje estaba oculto para que los humanos no pudieran leerlo.
Eramos mayores de apariencia pero nuestra mente estaba atrás en comparación a ello.
Admito que se no ser por la practicidad de mi hermano como hombre poco hubiéramos podido hacer los dos solos.

_ Debiste ser amable con Okasan no es su culpa lo que pasó..-me dijo de la nada mientras intentaba prender fuego, estaba anocheciendo-

_ No me arrepiento. -le dije seria, ya desde allí era testaruda- Ella nos mintió, y al final los idiotas del pueblo tenía razón, las estúpidas tenían razón, y nosotros como tontos no lo sabíamos..-mi voz estaba llena de odio hacía todos los que nombraba-

_ Okasan solo intentó protegernos. -me dijo con su tono calmo pese a mi mal carácter- Entiendo tu enojo pero piensa que al final solo quiso lo mejor para nosotros..-paró un momento, no tenía mucha práctica con eso y lo había intentado varias veces-.

_ ¡Pero nos mintió! ¡Nos engañó! -dije gritando y luego se sentó abrazándose las piernas- Cada vez que me molestaban, las niñas, les decía que eran unas tontas...porque yo sabía bien que debía ser normal, porque la única en la creía era en Okasan...y ella me mintió. Yo era la tonta. -lo miré con furia-

_ ¡Tu crees que se merece lo que le hicieron por salvarnos de esos imbéciles! -me gritó y me miró con la misma fura pero decepcionado de mis palabras- Etsuko-chan, de no ser por ella tu ni siquiera estarías aquí.

Me asusté al escucharlo así, tenía razón pero yo no quería dársela. Solo me escondí entre mis piernas y no le hablé más. Pasados una minutos, nuevamente el chico intentaba encender el fuego, entonces se cansó y ya con furia por su frustración dijo:

_ ¡Pero que demonios prende maldito fuego! -entonces por alguna razón el fuego se prendió en las piedras de sus manos y las soltó al piso-

_ ¡Daisuke-kun! -me abalancé hacía él y lo alejé del fuego- ¿Está bien? -le miré las manos pero no tenía nada-

_ Si..eso creo. -tenía los ojos como platos por lo sucedido-

_¿Cómo hiciste eso? -le tomé las manos no estaban lastimadas solo calientes-

_ No se, pero no quiero que vuelva a pasar...- entonces miró el pergamino en el bolso y rápidamente lo tomó entre sus manos, sus ojos brillaban como si hubieran hecho un gran descubrimiento. Tiró el papel al fuego-

_ ¡Qué haces! -dije sin entender porqué se comportaba así de repente, entonces el colocó uno de sus dedos en mis labios y me dijo:

_ Escucha Etsuko...está en el aire...

Dejé de hablar y me concentré en escuchar, si era cierto había un susurro en el viento, algo sutil, ligero y escalofriante. Parecía decir algo, pero en su código de siseo era difícil, aún así era algo más de lo que se escucha o se ve. Era el idioma de los demonios, el código del inframundo, alguien nos llamaba y no quería esperar.
Caminamos en la oscuridad, como hipnotizados por una música sorda a los oídos humanos. Ninguna criatura se cruzó, ningún ruido más que aquel susurro, ninguna luz más que las estrellas. Daisuke me llevaba de la mano, él podía escucharla con más claridad, aún así yo tenía miedo aunque sabía que no podía resistirme a atender ese siniestro llamado. De repente el bosque se hizo más denso, las sombras parecían tener vida como si nos espiaran desde la distancia. Todo se volvió frío, entonces nos detuvimos en seco, yo miré el rostro de mi hermano y tenía una cara de pánico.

_ ¿Dónde estamos? -dijo con un hilo de vos-

_ No se. -le respondí con voz tranquila mientras mis piernas temblaban- Tengo miedo, vámonos de este lugar, el susurro ya no está... -me aferré a su kimono y cerré los ojos, algo se movía y no tenía el valor para ver que era-

_ -él me abrazó con fuerza, también tenía miedo pero era más fuerte, siempre lo fue. Me sostuvo y dando media vuelta comenzó a caminar de regreso. - Tranquila, saldremos de aquí. -me dijo mientras acariciaba mi cabello-

De repente, la cosa que estaba allí comenzó a acercarse, entonces me di cuenta que Daisuke no lo sentía. Cada vez era más y más cerca, entonces no lo resistí, estaba detrás nuestro. Tiré a mi hermano hacía adelante y miré hacía atrás esperando...
Una sombra estaba frente mio, se volvió roja y luego mostró su verdadera forma, casi me muero del susto.
Un demonio negro con rasgos muy marcados, mirada roja como la sangre, colmillos y cuernos enormes de color amarillo casi fosforescente y un cuerpo increíblemente grande en comparación al mio terminaron por hacerme desmayar en medio del encuentro. Recuerdo escuchar la voz de mi hermano, pero perdí la conciencia y no supe que sucedió hasta el día siguiente.

Nunca nos dimos cuenta, que era la montaña de los espíritus donde nos escondíamos, creería que no fue una buena decisión pero fue solo una salida rápida a un problema serio. Quizás de no haber ido hacía esa zona jamás nos hubiéramos encontrado con el demonio, pero ¿Quién sabe?
Ya van varias veces que la vida me ha demostrado lo contrario, era nuestro destino saber qué éramos en realidad, nada ni nadie hubiera podido evitarlo...

CONTINUARÁ

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Capítulo Uno: El Principio

Mi historia comenzó en un pequeño y tradicional pueblo onsen de Japón, Jozankei, ahora un lugar de turismo pero yo lo conocí cuando aún era un simple sitio de pocos habitantes.
Allí vivía mi madre, Ryoko Himemiya, una mujer solitaria por lo poco que recuerdo. No era bien vista en nuestra sociedad, le costó mucho ser hija única porque fue tratada como la desilusión de su familia, un gran clan de hombres se batalla. Por esos motivos fue dejada de lado y tuvo que abrirse camino por su cuenta en un mundo donde las solteras no tenían ni la mitad del apoyo que ahora.
Resulta interesante que sepa todo esto, más aún por lo temprano que empezaron a tratarme a mí de la misma forma que a ella.
Bien, ya saben quien era mi madre, ahora se preguntarán...¿Mi padre?
Esa es otra cuestión, un tema más delicado, lo único que sé con certeza es: una que no era humano y dos que su nombre es Shiro Kasawa. Un íncubo que tuvo la suerte, por así decirlo, de toparse a mi madre en una de sus crisis de depresión en medio de una celebración. Como en todos los momentos así, una cosa lleva a la otra y sin darse cuenta terminaron teniendo sexo en medio de los árboles que rodeaban el río Toyohira.
Fue en ese encuentro que mi hermano y yo fuimos concebidos...en una relación de una noche por lástima y necesidad. Quizás por eso salimos como salimos, totalmente confundidos y diferentes a las personas normales.

Según me contaron, nacimos en un día frío y de nevada constante. El 12 de febrero de 1873, sin ayuda de nadie, sofocando los gritos entre las sábanas así fue que Ryoko nos vio nacer. Era de esperarse que al enterarse de su embarazo sería vista como una deshonra en su familia y la dejaron sola.
La historia dice que al tenernos en sus brazos lo único que pudo ver fue un amor que nunca antes había sentido, por nada ni por nadie. Fue por nosotros que dejó de malgastar su vida y empezó a esforzarse para lograr algo. De verdad nos amaba y gracias a ello fue feliz.
Después de un tiempo, tres meses desde nuestro nacimiento, nos puso nombre.

_ Tu.. -señaló a mi hermano- serás Daisuke para que seas un niño bueno y en cuanto a ti... -me miró con dulzura- serás Etsuko, porque eres un regalo del cielo..-sonrió con delicadeza-
Su amor hacia nosotros fue incondicional, en parte por lo mucho que sabía que nos iban a marginar por no tener padre y también porque gracias a nuestras vidas la suya cobró sentido.

Las memorias de mis primeros años de vida son escasos, la verdad lo poco que recuerdo es nuestra pequeña casa algo separada de las demás y el enorme jardín donde jugábamos hasta el cansancio con mi hermano.
Ya a los seis años puede relatar con más precisión, cuando mi madre trabajaba nos dejaba en lo de una amiga suya, una de las pocas que nos tenía paciencia, y fue gracias a aquella conexión con el mundo exterior que la gente comenzó a mirarnos. Muchas mujeres y hombres que por esa casa pasaban se quedaban sorprendidos al vernos, los mellizos no eran muy comunes y en todo eso tampoco tan parecidos como Daisuke y yo. Al verlos les era imposible determinar si nos parecíamos a algún hombre del pueblo por lo que varios rumores circularon sobre nuestro progenitor, uno de ellos fue cierto.
Los demás niños eran buenos compañeros con nosotros, excepto las niñas que se dejaban llevar por lo que sus chismosas madres o tías les decían, lo que causó muchos problemas, en especial conmigo. Así fue que crecí muy apegada a mi hermano y los chicos, siendo una niña extrovertida y algo directa para lo que se esperaba de las niñas en ese entonces. Varias personas comenzaron a criticar a mi madre sobre cómo me educaba y fue por ello que a la edad de seis años, créase o no, me envió con una maestra para que me ayudara con mi conducta.
Evidentemente las cosas no eran como mi sensei quería, mucho menos yo quería, nuestra relación fue en definitiva "problemática" en una palabra. Algo muy distinto a lo que pasó con mi hermano... buen mi hermano.
El solo recordar aquellos tiempos hace que en mi despertar cierta melancolía digna de una persona depresiva. Pero es que en realidad si hay persona que logró hacerme sentir bien cuando no tenía nada fue él.
Éramos la pareja de hermanos más unida, similares y cariñosos que he visto. Como todos al principio solo jugábamos entre nosotros, compañeros de travesuras y desventuras que solo podrán vivir en mi memoria desde ahora.
De niña pese a mi mal carácter frente a los adultos era sensible y llorona como cualquier niña normal de seis años...y era Daisuke mi príncipe de las lágrimas, quien me consolaba y daba apoyo cuando me sentía sola o herida por las cosas que me rodeaban. Quizás esa fue la época más inocente y querida que he tenido.
Mi madre no hacía caso a los comentario, solo se ocupaba de trabajar y cuidarnos, la verdad solo ahora que soy mayor puedo valorar el esfuerzo que hacía por nosotros. Ella siempre intentaba enseñarnos a ser responsables, no tener miedo de lo que los demás dijeran, y tan solo buscar ser mejores por nosotros mismos. De allí saqué mi orgullo y confianza que me sirvieron en muchos momentos duros y confusos.
En cambio Daisuke fue siempre alguien tranquilo, en parte sumiso pero muy pensador y reflexivo. Yo era emocional y expresiva, lo contrario, pero fue gracias a eso que podíamos estar horas juntos y estar a gusto, no buscábamos razones para pelear y si las había no eran la gran cosa.
Yo lo defendía de los insultos que sus compañeros le decían o los abusos que soportaba, y él me tranquilizaba cuando mis sentimientos era muy dolorosos para soportarlos sola. Era una dependencia que en parte excluía a nuestra madre. Pero esto era solo una parte, había una duda en Ryoko que le era difícil olvidar, la sombra de nuestro padre.... Había una inquietud al vernos, recuerdo que siempre se quedaba con nosotros hasta quedarnos dormidos y luego nos miraba un rato. Yo me hacía la dormida porque me gustaba sentirla cerca. De allí nació una pequeña obsesión en mí por las personas dormidas.
Era como si ocultara algo, como si supiera algo que no quería admitir.
Lo malo de no hablar es que al final todo se sabe, de una u otra forma la verdad sale a flote...como pasó con nosotros..
Una noche de otoño, muy cercana a mi séptimo cumpleaños fue que sucedió, un suceso que cambiaría todo, absolutamente todo lo que conocía y era hasta ese momento. El día que mi camino tomó otro curso, uno más oscuro, difícil y complicado que el de cualquier humano. Fue cuando supe que no era alguien común.

-----------------------------------------------------------------------------------

Era una noche sin luna, la oscuridad reinaba en el pueblo, nada interesante pasaba y ningún animal emitía sonido alguno. Un silencio inquietante, algo iba a ocurrir... algo malo, podía presentirse, el templo de oraciones estaba lúgubre y se sentía su energía alterada, los sacerdotes estaban en vela.
Incluso se dijo que un viento helado parecía ser el mismo Dios de la muerte que se paseaba entre los árboles de la escabrosa escena de desolación.
Recuerdo no conciliar el sueño, algo me mantenía despierta entonces de repente y sin previo aviso comencé a sentir un calor insoportable. Llamé a mi hermano pero en cuanto lo toqué lo sentí aún más caliente que yo, tuve miedo que estuviera enfermo entonces le levanté e intenté avisar a nuestra madre pero algo me detuvo. Caí al suelo con un terrible dolor en el pecho, comencé a llorar y a pedir ayuda a gritos.

_ ¡Okasan!¡Okasan! -me voz era chillona y casi no podía continuar cuando la ví llegar-

Me tomó en sus brazos y me abrazó fuerte, rápidamente me llevó con Daisuke y comprobó que estábamos igual, solo que él intentaba no llorar. Empezó a desvestirnos y con esmero nos preguntaba que nos sucedía pero no podíamos hablar, solo quejarnos y sollozar.
Entonces se fue unos segundos, Daisuke tomó mi mano fuerte e intentó decirme algo, yo tenía los ojos cerrados pero aún así le entendí..

_ Tranquila Etsuko-chan, yo estoy aquí. -lo miré a penas y me sentí protegida. De allí es que tuve una confianza ciega hacia él, lo que era bueno y también malo. -

Al regresar nuestra madre traía unos trapos y un recipiente con agua helada. Empezó a cubrirnos con ellos para intentar bajar la supuesta "fiebre". Nada parecía funcionar, en un momento parecía que Ryoko lloraba a la par nuestra. Después entendí que era la impotencia lo que nos pone en desesperación.
Pasaron varias horas, ella seguía cuidándonos y tratando de aliviar nuestro dolor, pero todo era en vano. No supo que más hacer nos tomó a ambos en sus brazos e intentó calmarnos hablando y rezando a los Dioses porque no nos alejaran de ella, porque estuviéramos bien... yo cerré los ojos y luego no recuerdo nada, ni mis sentimientos ni mis sensaciones... ¿Había muerto?

------------------------------------------------------------------
A la mañana siguiente recuerdo despertar aturdida, como si el espacio que me rodeara no fuera el mismo, o el piso se estuviera moviendo. Miré a mi alrededor, era mi cuarto de siempre, algo se escuchaba detrás de la puerta. Me asomé apenas, era mi mamá y estaba llorando desconsoladamente ¿Qué ocurría?
De inmediato volví a entrar al cuarto y miré hacía mi cama (la compartía con mi hermano) y veo a un chico alto y mayor en ella. Pegué un grito de susto y entonces este se despertó y al verme también grito.

_ ¿Etsuko? -dijo finalmente entonces miró sus manos y tocó su rostro lo que fue seguido de una cara de horror- ¡¿Qué nos pasó?!

Fue allí que al verme casi me desmayo de la impresión, estaba más alta y crecida en algunas partes. Me sonrojé por completo y noté que apenas podía cubrirme, igual Daisuke. Ambos gritamos nuevamente, nos cubrimos con unas sábanas y salimos a buscar a nuestra madre.

_ ¡¡Okasan!! -le dijimos al unísono, ambos asustados-

Ella nos miró como si de un fantasma se tratase, casi no podía moverse, se levantó del piso y nos abrasó con fuerza.
Luego de buscarnos algo de ropa nos sentó en la pequeña mesa de la cocina, quería decirnos algo importante.

_ Anoche creía que los había perdido, en un momento ambos dejaron de respirar y pensé que habían muerto. -su mirada se tornó preocupada y con tristeza- Aunque al verlos ya no se qué creer...-bajó la cabeza como avergonzada-

_ -ambos nos mirábamos sin explicación alguna- Pero entonces ¿Cómo? ¿Por qué? -estábamos sintonizados ese día, no lo pudimos evitar-

_ Es que..-dudó un minuto y luego solo hubo tristeza en ella, yo lo podía sentir- Lo siento, lo siento tanto. -unas lágrimas se deslizaban por su rostro-.

Daisuke se separó de mí y la abrazó, yo en cambio solo me quedé paralizada. Ver llorar a tu mamá por miedo es lo peor que había experimentado hasta ese entonces, la veía tan fuerte y en ella apoyaba mi seguridad. Pero al notar lo débil que era yo también sentí miedo, eso solo logró empeorar las cosas.
En ese instante una nueva parte de mí salió a flote, una sombra en mi buen corazón, aquella que se haría más grande con el correr de los años.
Me levanté y salí de su presencia, creo que fue esa la primera aparición de la súcubo que tenía dormida. Tan solo me encerré en mi cuarto y en medio de la oscuridad comencé a pensar, cosas extrañas pasaban por mi mente, algo estaba creciendo, y era mi instinto. Daisuke fue tras de mí y al abrir la puerta encontró otra persona en mi lugar... ya no volvería a ser la misma.

A veces deseo nunca haber pasado por ese día, fue cuando comenzaron los verdaderos problemas.

CONTINUARÁ